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Como un reloj suizo

Con su triunfo en el Torneo de Maestros Roger Federer terminó una de las temporadas más exitosas en la historia del tenis y demostró que por ahora no tiene rival en las canchas.

28 de noviembre de 2004

Nadie en el mundo le gana a Roger Federer. Eso pareció quedar claro el pasado domingo cuando destrozó al australiano Lleyton Hewitt en la final del Torneo de Maestros en Houston. Federer sólo le dejó ganar cinco juegos a Hewitt, uno de los jugadores más consistentes del final de temporada. El australiano, poco dado a elogiar a sus contrincantes, no tuvo más remedio que admitir: "Me parece que nunca en mi vida he visto jugar a nadie tan bien. Roger está en otra galaxia".

Y es que 2004 fue un año inolvidable para el suizo, que completó una de las temporadas más impresionantes en la historia del tenis. Sus resultados sólo se pueden comparar con los de Rod Laver en 1969, Jimmy Connors en 1974, John McEnroe en 1984, Mats

Wilander en 1988 y Pete Sampras, en 1996. Entonces estas leyendas del tenis casi no perdieron partidos y ganaron todos los torneos importantes. Lo mismo se puede decir de

Federer en 2004: ganó tres Grand Slams (Abierto Australiano, Wimbledon y Abierto de Estados Unidos), el Torneo de Maestros y además, Indian Wells, Bangkok, Toronto, Halle, Hamburgo, Dubai y Gstaad. En 10 meses de competencia sólo perdió seis partidos. Como si estos 11 títulos no fueran suficientes, Federer mantuvo un récord de 23 a 0 contra jugadores top ten. Esto quiere decir que ganó los 23 partidos que jugó en el año contra los jugadores que se encuentran entre los 10 mejores del mundo. O de una manera más simple: es el mejor entre los mejores.

Estos resultados ya le aseguran un puesto entre los grandes del deporte blanco. Pero no hay que olvidar un pequeño detalle: Federer sólo tiene 23 años. Eso significa que aún le quedan por lo menos cinco años de carrera (un tenista se retira en promedio a los 28 años) y si continúa con ese ritmo podría convertirse fácilmente en una leyenda de todos los tiempos.

Pero lo más extraño es que Federer no es uno de esos genios precoces. Sólo comenzó a jugar a los 14 años y en ese momento no sabía muy bien si prefería el tenis al hockey sobre hielo o al fútbol. Sin embargo, en 1989 vio la emocionante final de Wimbledon entre Boris Becker y Stefan Edberg y se convenció de que quería ser tenista profesional. Ahí empezó su carrera y en 1998, sólo nueve años después, se coronó como el mejor jugador juvenil del mundo. En 1999 terminó el año entre los 100 primeros del mundo y ganó su primer título en Milán. En ese mismo año los expertos comenzaron a fijarse en él pues derrotó a Pete Sampras en Wimbledon, algo que parecía imposible pues Sampras sólo perdió cuatro partidos en Wimbledon en toda su carrera. En 2003 comenzó su espectacular racha ganadora: siete títulos (entre ellos Marsella, Dubai, Munich, Viena y Wimbledon) y el Torneo de Maestros. En ese año Federer se convirtió en el primer jugador suizo en ganar un torneo de Grand Slam.

Hace poco John McEnroe dijo sobre Federer: "Es el tenista con más talento que he visto en mi vida". Muchos expertos coinciden con esta opinión y afirman que su tenis se acerca a la perfección. Federer tiene todos los golpes: su servicio no es muy fuerte pero es uno de los más efectivos, su juego en la red es rápido y preciso y sus golpes de fondo son inmejorables. Tal vez el único punto débil es su derecha. Tiene un tenis clásico (su revés a una mano es uno de los mejores del circuito) y, a diferencia de la mayoría de jugadores, no se especializa en un tipo de juego sino que se puede acomodar a diferentes situaciones. Está armado para ganarle a cualquier jugador en cualquier superficie. Puede derrotar a Guillermo Coria en polvo de ladrillo, a Tim Henman en césped y a Marat Safin en cancha sintética. Así mismo, su versatilidad le permite derrotar a grandes sacadores como Max Mirnyi y a grandes devolvedores como André Agassi. Y por eso es tan peligroso: tiene el talento para cambiar su juego según su rival.

Federer pertenece a un grupo de tenistas excepcionales y además ha demostrado que es el más completo de todos. Su generación es tal vez la más competitiva y la mejor que se haya visto en muchos años. Sin embargo, todos tienen pequeños problemas: Safin y Hewitt tienen muy mal temperamento, Roddick es demasiado errático en los momentos importantes, Coria es muy débil físicamente, Sebastián Grosjean no es suficientemente agresivo y Mardy Fish no tiene tanta astucia. Federer, en cambio, no ha mostrado ninguna fisura en su juego o en su carácter. De hecho, los comentaristas lo ven como el sucesor de Björn Borg, Mats

Wilander, Iván Lendl y Pete Sampras, jugadores que no dejaban que nada afectara su concentración. Y, como si fuera poco, fuera de la cancha es carismático y amable. Siempre recibe a los medios y hace obras de caridad.

Por ahora Federer no parece tener rivales. Sus compañeros lo ven como un hombre invencible y cada vez sienten más presión cuando lo enfrentan. De hecho Roddick, el número dos del mundo, no ha podido vencerlo en los últimos dos años y está casi a 1.000 puntos de diferencia del suizo en el ranking de la ATP. Falta ver qué pueden hacer algunos tenistas aún más jóvenes como Rafael Nadal, Joachim

Johansson, Taylor Dent, James Blake o Richard Gasquet. Por eso, tal vez, el mayor rival de Federer en estos momentos es él mismo. En 2005 debe enfrentarse con un reto muy difícil: mantener un nivel de juego casi perfecto. Sin duda no va a ser fácil, pues es muy joven y en cualquier momento puede tener una falla. Además tendrá que defender todos los puntos que acumuló en esta temporada. Él mismo deberá demostrar si sólo está pasando por una buena racha o si en realidad es uno de los grandes.