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Como el viento

Después de trabajar durante años para conseguirlo Tim Montgomery logró lo que para él era sólo un sueño: ser el hombre más rápido del mundo.

23 de septiembre de 2002

Cuando menos lo pensaba el norteamericano Tim Montgomery consiguió lo que había buscado durante toda su vida: romper el récord mundial de los 100 metros planos con un imponente registro: 9,78 segundos. Llegó a París sin hacer mucho ruido y por ello sorprendió al mundo con su inmejorable carrera.

Los 100 metros parecían de dominio absoluto de su compatriota Maurice Green, quien durante el Campeonato Mundial de Atletismo de Edmonton, Canadá, el año pasado, impuso el segundo mejor tiempo de la historia con un registro de 9,82 segundos que sólo era superado por el récord mundial de 9,79 que también él había impuesto en Atenas en 1999. Con esta hazaña Green se mostraba cada vez más imbatible. Antes del pasado 14 de septiembre, el canadiense Ben Johnson había sido el único capaz de alcanzar ese mismo registro pero se le despojó de su marca y sus medallas de oro tras ser culpado de emplear esteroides durante la final de los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988.

Montgomery el 13 de julio del año pasado consiguió en Oslo el tercer mejor tiempo de la historia con una marca de 9,84 segundos. "Esa no fue una buena carrera, fue una carrera fantástica", dijo en esa ocasión, asegurando que podía dar aún más. Lo curioso es que allí optó por correr con las zapatillas de su novia y compañera de entrenamiento Marion Jones, también atleta y ganadora de cinco medallas en los pasados Juegos Olímpicos de Sydney. "Tenemos el mismo tamaño de pies y como se me perdió el equipaje en Oslo decidí usar sus zapatillas", confesó. Su velocidad permitía presagiar que Green no era invencible. En Edmonton estuvo en 9,85, sólo tres centésimas por debajo de su rival. Allí Montgomery sufrió una mala salida y, escudado en un ligero resbalón, explicó su segundo lugar en esa competencia.

Para Green este no fue un buen año y él mismo ha aceptado que se encuentra cansado y con un estado físico que no es el ideal. Esto quedó demostrado hace tres semanas en Berlín, cuando cruzó la meta en el sexto lugar de la competencia con un registro muy bajo en comparación con sus resultados de la temporada anterior. Fue por eso que decidió no correr en el Grand Prix de París y optó por ver las carreras desde la tribuna. Lo que no pensó es que sería un testigo privilegiado de la caída de su propio récord mundial.

Montgomery, quien venía entrenando con Marion Jones en Carolina del Norte durante los últimos ocho meses, sería el encargado de conseguir la hazaña. "No supe que había corrido tan rápido. Sólo cuando pasé la meta y me di cuenta de que mi entrenador saltaba y gritaba y de que quienes estaban en la pista corrían a abrazarme entendí lo que había logrado", dijo. Por una centésima de segundo, con un registro de 9,78, Montgomery se convirtió en el hombre más rápido del planeta y por su conquista recibió 250.000 dólares.

Maurice Green también lo felicitó pero anunció, de paso, que el próximo año él será más rápido. La relación entre los dos siempre ha sido distante. No son los mejores amigos pero es obvio el respeto que se tienen mutuamente. Después de su odisea en París, Montgomery viajó a España con su novia, Marion Jones, pero al cierre de esta edición no había confirmado si participaba en las competencias que se llevaban a cabo este fin de semana en Madrid. "Quedé hecho polvo. Pero podría intentar correr más rápido", dijo el atleta a la prensa española.

Montgomery, quien ahora tiene 27 años, empezó su carrera hace 10. El béisbol y el fútbol americano eran su pasión pero después de una lesión optó por correr en las pistas. Muy pronto mostró todo su talento cuando impuso en 1994 el récord mundial en la categoría junior con un tiempo de 9,96 segundos. Su ascenso definitivo lo ha alcanzado de la mano de su entrenador, Trevor Graham, quien ha estado al frente de sus rutinas físicas desde 1999. Sólo hay un día de descanso: el domingo. El resto de la semana realiza ejercicios de resistencia, gimnasio y velocidad durante ocho y 10 horas diarias. "Ustedes se van a burlar pero me tengo que preocupar hasta por ampliar mis glúteos pues son muy importantes a la hora de correr", dijo.

En 2000 obtuvo en los Juegos Olímpicos de Sydney la medalla de oro en la prueba de relevos 4x100 con el equipo de Estados Unidos y no duda en admitir que su relación con Jones le ha traído mucha estabilidad emocional, un factor indispensable para su rendimiento.

La prueba reina

La carrera de los 100 metros siempre ha copado la atención de los seguidores del atletismo y se tienen datos de la evolución de los registros en distancias similares (100 yardas) desde 1862, cuando se patentó el cronógrafo, pero no son muy confiables pues se empleaban, como fracción mínima, mitades, cuartos y luego quintas partes de segundo. El primer campeón olímpico de los 100 metros fue el estadounidense Thomas Burke, quien paró los cronógrafos en 12 segundos durante los juegos celebrados en Atenas en 1896, aunque en esa época varios velocistas europeos ya habían superado la barrera de los 12 segundos. En 1906 el sueco Knut Lindberg impuso 10 segundos 3/5 pero fue necesario esperar 62 años para que se superara la barrera de los 10 segundos. Esto ocurrió en los Juegos Olímpicos de México, donde también se reemplazó, de manera oficial, el cronometraje manual por el electrónico, capaz de medir centésimas de segundo, tecnología que se venía experimentando y utilizando desde los juegos de 1932, pero sólo como apoyo complementario para dirimir los fotofinish. En México James Hines, de Estados Unidos, ganó el oro con 9,95 segundos. La barrera de los 9,9 (sin viento) se logró bajar por primera vez en los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996 en la final que ganó Donovan Bailey, canadiense nacido en Jamaica, quien impuso el récord mundial de 9,84.

Para bajar estas pocas centésimas de segundo los atletas utilizan implementos deportivos de altísima tecnología. Montgomery, al igual que Maurice Green, tiene que emplear unas zapatillas que sólo pueden utilizarse entre dos o máximo tres veces en competencia. Después esas mismas zapatillas lucen inservibles para ellos debido al desgaste que sufren sobre la pista.

Por eso muy pocos hombres en la historia se han dado el lujo de decir que son los más rápidos del mundo. Montgomery es ahora el nuevo rey de la velocidad y no será fácil destronarlo.