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DESPUES DE LOS 30

En 1995 parecía acabado. Sin embargo la semana pasada Carl Lewis demostro que es uno de los mejores atletas de este siglo.

2 de septiembre de 1996


HACE UN AÑO Carl Lewis tenía decidido que se iba a retirar del atletismo. Dijo a algunos medios de comunicación de su país que, a los 34 años, ya nada lo motivaba a seguir compitiendo, a intentar romper récords mundiales o a ir a unas olimpíadas porque ya le había demostrado al mundo lo grande que era. Y en cierta medida Lewis tenía razón, pues su palmarés estaba cargado de oro y hazañas legendarias.
Cuando tenía solo 22 años, durante las olimpíadas de Los Angeles 84, el 'hijo del viento' igualó las proezas del que hasta ese momento había sido el mayor ídolo olímpico de Estados Unidos, Jesse Owens. En esa competencia Lewis, al igual que Owens en Berlín 1936, ganó medalla de oro en 100 y 200 metros, salto largo y carrera de relevos. Cuatro años más tarde, en Seul 88 Carl superó la fama y las medallas de Owens al ganar nuevamente oro en los 100 metros y el salto de longitud. Y aunque para Barcelona 92 no clasificó para competir en 100 y 200 metros, subió en dos ocasiones a lo más alto del podio para reclamar el oro del salto largo y la prueba de relevos. Como si fuera poco, estas ocho medallas están acompañadas por ocho títulos mundiales en 100 metros y salto largo.
Después de Barcelona pareció como si a Lewis se le hubiera acabado la cuerda y prácticamente desapareció del panorama internacional. Abandonó sus entrenamientos y competencias regulares, y una de sus pocas actuaciones importantes desde 1992 fue el año pasado durante el mundial de atletismo de Gottemburgo, Suecia, en donde tuvo que retirarse con una pierna lesionada, mientras su compatriota y rival Michael Johnson se robaba todo el show al convertirse en el primer hombre en ganar los 200 y 400 metros. A finales de ese mismo año, durante la selección para Atlanta, Lewis recibió otro revés al no poder clasificar para los 100 y 200 metros, teniendo que conformarse con participar en el salto largo y con ser reserva del equipo de relevos. Para sus compatriotas esos resultados tenían una explicación: después de tres olimpíadas Lewis se había cansado.
Pero fue su entrenador Tom Téllez quien en gran medida llevó a Carl a su reciente medalla de oro. Téllez convenció a Lewis de que tenía que prepararse muy bien y hacer, como no lo había hecho en los últimos tres años, un entrenamiento serio, pues si quería retirarse debía hacerlo por lo alto y aprovechar que las olimpíadas eran en su propio país. Lewis aceptó la idea a regañadientes y en enero de este año comenzó a entrenar alejado de todo el mundo, como en sus épocas de universidad. También cambió su dieta y se volvió vegetariano, y dos veces por semana acudió a sesiones de yoga. Lewis sabía quc cuando le tocara competir su enemigo sería el mismo de las otras olimpíadas: el tiempo; pero esta vez no medido en segundos sino en años, pues dos semanas antes de la inauguración de Atlanta cumpliría 35.
Pese a ser un viejo para el atletismo, la semana pasada el 'hijo del viento' voló, y contra todos los pronósticos ganó el oro en salto largo. Carl necesitó sólo 8,50 metros, su peor marca en olimpíadas, para entrar a ser el cuarto atleta que en 10 años de olimpismo consigue nueve medallas de oro. Antes lo habían logrado el fondista finlandés Paavo Nurim, la gimnasta rusa Larissa Latinina y el nadador estadounide Mark Spitz.
La semana pasada, después de bajar por novena vez desde lo más alto del podio Lewis dijo que se sentía con nuevas fuerzas para intentar un récord mundial. Sin embargo pocos creen que la cuerda le dé para tanto. Aunque la verdad es que con Carl nadie puede estar seguro de nada.