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Jugadores del equipo bávaro celebran su paso a la final el próximo 25 de mayo en Wembley. | Foto: EFE

LIGA DE CAMPEONES

El Bayern Munich humilla 3-0 al Barcelona

Tras dos subcampeonatos de Liga de Campeones el conjunto bávaro tendrá la posibilidad de alzarse como el mejor equipo europeo del 2013.

1 de mayo de 2013

Escenario de una de las derrotas más crueles de su historia y del fútbol mundial, donde le birlaron una Liga de Campeones en el tiempo añadido, el Bayern de Múnich exorcizó esta noche su maleficio del Camp Nou y, de paso, evidenció el traspaso de poderes actual ante un impotente Barcelona.

Desde aquella fatídica noche de 1999, el coliseo azulgrana quedó marcado como un punto negro en la memoria del club bávaro, tras uno de los desenlaces más crueles desde que se creara la gran competición de clubes de Europa.

Cuando los alemanes ya acariciaban el título aquel 26 de mayo, gracias a un tempranero gol de Mario Basler, el Manchester United dio la vuelta al marcador con dos tantos en saques de esquina en el tiempo añadido, en un giro del guión inesperado.

En la retina del fútbol quedará grabada la locura desatada entre los jugadores del United, mientras los futbolistas del equipo bávaro apenas podían levantarse del suelo. Desolados, llorando y sin apenas fuerzas para regresar al círculo central, pese a los intentos del colegiado Pierluigi Collina para ayudarles.

El mismo césped barcelonés, una década después, dibujó una de las exhibiciones más recordadas del Barça de los últimos años, con un 4-0 aplastante frente al Bayern en cuartos de final de 2008. Aquel equipo azulgrana empezaba a sentar las bases de un dominio indiscutible, dirigido por un incipiente Pep Guardiola y un fútbol de salón.

Con su fútbol excelso, el Barça se coronaría como campeón de aquella edición, alzaría el triplete a final de temporada y culminaría el círculo perfecto con un sexteto de títulos al término de aquel año. La excelencia tomaba forma de equipo de fútbol como nunca antes en la historia de este deporte.

La goleada que impulsaría a unos hasta las cotas más altas fue también el punto y aparte de los alemanes. Al brote verde implantado por Jürgen Klinsmann le siguió la maduración con Loius Van Gaal y el florecimiento definitivo con Jupp Heynckes hasta la noche de hoy en Barcelona y la final que ahora espera en Wembley.

Tras dos subcampeonatos de Liga de Campeones, el último tras una derrota en la final en su propio estadio ante el Chelsea, ahora el Bayern tendrá la oportunidad de alzarse como el mejor de Europa ante otro equipo de su país, el sorprendente Borussia Dortmund.

La víctima en el camino no ha podido ser más simbólica. Ese Barcelona dominador, hoy destronado, domado y apalizado. Un 4-0 en la ida y un 0-3 en la vuelta. Siete goles al hasta hoy considerado por muchos como el mejor equipo del mundo y uno de los más brillantes de la historia. La fotografía de un Messi lesionado en el banquillo, comiéndose las uñas, es la metáfora de un conjunto obligado a replantearse su situación para seguir ganando.

No es que los azulgranas no quisieran, sino que simplemente no pudieron. La locomotora de Europa habla alemán también en lo balompédico. El Bayern exhibió una superioridad indiscutible, en un traspaso de poderes a ojos del mundo. El Barça dobló la rodilla y se entregó sin rechistar.

También su público, consciente de la realidad. Cinco mil alemanes hicieron más ruido que noventa mil gargantas azulgranas, que aún así no dejaron de animar a su equipo y aplaudir cada cambio a pesar de la derrota.

Se marcharon los azulgranas cabizbajos hacia el túnel de vestuarios, con la grada semivacía, tanto como el depósito de fuerza y fútbol con el que el equipo catalán ha llegado a esta fase final. El "orgullo", ese lema que presidió el impresionante mosaico inicial, no bastó y se quedó solo en eso, porque los sueños, sueños son.

Y el Camp Nou despidió a ambos equipos cantando el himno azulgrana y aplaudiendo a los jugadores. No hubo reproches ni mal perder, solo la constatación de una evidencia, de que el fútbol cabalga ahora hacia otras latitudes más al norte. Las mismas en las que curiosamente, a partir del próximo año, empezará a construir su equipo el que fue arquitecto de ese Barcelona, Pep Guardiola. 

Crónica del partido

El Barça ya era un equipo descabezado desde la alineación, un equipo sin alma que tuvo que apuntarse demasiado pronto a la épica. Los azulgrana son más de monólogo que de diálogo, de discurso directo, pero hoy desde el principio se adivinaba una tragicomedia ante el empaque del rival, un primoroso equipo.

El Bayern no se conformó con mantener la calma y recordar la ventaja de la ida. Los alemanes estuvieron dispuestos a sacudirse de una vez por todas la maldición del Camp Nou, el agrio recuerdo de aquella final de la Champions de 1999 perdida ante el Manchester United con dos goles encajados más allá del minuto.

El Barça no era el Barça y el Bayern parecía la mejor versión del Barça de siempre. Automatismos, intensidad, intención y gran coordinación entre las líneas. Heynckes ha construido una obra de arte.

La velocidad de Arjen Robben y el juego al espacio llevó a los azulgrana por el camino de la amargura. Vilanova decidió arriesgar con una defensa con tres y Alves jugando más por el carril en ataque que en defensa.

Por eso el factor corrector de Piqué, Adriano y Bartra era determinante. En ataque, el Barça estuvo sin ideas, poco preciso y sin velocidad de ejecución. El primer remate a puerta de los catalanes fue un disparo desde fuera de área de Pedro (m.24), un recurso nada habitual en el juego de toque de los azulgrana.

Con el paso de los minutos, recuperó la posesión de balón el Barça, pero sin profundidad. El Bayern, que nunca perdió la compostura, nunca fue conservador. Su fútbol, su físico, su colocación y su solvencia amilanó a los locales, quienes no tenían respuestas.

Un gol de Robben, en el minuto 48, fue el principio del fin. El Barça nunca se creyó en la posibilidad de remontar el partido y su alicaído fútbol fue el reflejo del estado de ánimo en el que se encontraba hoy el equipo.

En muchas ocasiones durante la presente temporada, especialmente durante la segunda parte de la misma, los azulgrana habían dado la impresión de que el Barcelona ya había jugado sus mejores partidos. Hoy fue la constatación, agotado y sin rumbo, la dependencia de Messi se ha demostrado determinante para la suerte de muchos de los partidos.

De un año para otro, el equipo azulgrana ha vuelto a alcanzar las semifinales de la Champions, pero ahora ha caído de la peor de las maneras por un parcial 7-0, el peor parcial encajado por los azulgrana en la historia de las competiciones europeas, puesto que al gol de Robben se añadió un tanto marcado en propia puerta por Gerard Piqué en el minuto 72 y otro más por Thomas Muller en el 76.

El Bayern dio una lección de sobriedad y no bajó el pistón en ningún momento, dispuesto a ahondar en la herida de los azulgrana. Jugará el equipo de Heynckes su décima final de la Champions, su rival será el Dortmund en una final alemana. Será la cuarta vez en la historia de la competición que dos equipos del mismo país se medirán para conquistar la 'Orejona'.

La reflexión del Barça llegará seguramente desde la consecución del campeonato, el cuarto en cinco temporadas que puede cerrar en las próximas fechas, pero se impone una autocrítica, un análisis de la situación en un equipo que ha ido de más a menos y se le está haciendo muy larga la temporada.