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EL GOL NACIENTE

Contratando jugadores extranjeros a cualquier precio, Japón espera ser protagonista en el futbol internacional.

28 de agosto de 1995

SI ALGO CAUSO ASOMBRO EN LOS AFIcionados latinos al fútbol fue el buen desempeño del equipo de Estados Unidos durante la pasada Copa América. Pero al parecer los sobrinos del Tío Sam no serán la única sorpresa en los próximos torneos internacionales. Posiblemente, dentro de pocos años los herederos del Imperio del Sol Naciente, serán los encargados de dejar pasmados a los fanáticos del balompié.
Hasta ahora los japoneses han sido calificados como excelentes karatecas, grandes fabricantes de autos y muy buenos negociantes. Pero en el campo internacional jamás han sobresalido por ser buenos futbolistas. Sin embargo, parecen decididos a ser en poco tiempo una potencia de la talla de Argentina o Brasil.
Para tal fin los empresarios del fútbol nipón están contratando a cualquier precio a los mejores futbolistas del mundo. Lo hacen porque cuentan con el ilimitado apoyo económico de grandes multinacionales como Toyota o Nissan, que están dispuestas a invertir cualquier cantidad de dinero en el desarrollo del balompié japonés. Por eso las ofertas de los orientales a los futbolistas de occidente son difíciles de rechazar. Mientras en Europa, según la revista The Economist, el sueldo promedio de un jugador de fútbol está alrededor de un millón de dólares anuales, en Japón ese mismo jugador puede llegar a ganar dos y hasta tres veces más.

FIEBRE DE FUTBOL
Esta afición japonesa por el balompié no es algo reciente. La fiebre amarilla por el fútbol empezó a crecer a pasos agigantados desde 1985, especialmente entre niños y jóvenes en edad escolar para quienes el balompié aparte de ser un deporte divertido para practicar, es un gran espectáculo para ver. Según estadísticas de la Asociación Nacional del Deporte Escolar de Japón, esta práctica fue la que atrajo al mayor número de miembros a los clubes colegiales en 1990, con 529.396 afiliados, 4.000 más que los captados por los clubes de béisbol, el deporte rey por tradición de los japoneses.
Fue tan alta la temperatura que llegó a tomar la fiebre por el balompié que en 1991 uno de los libros más vendidos en Japón fue Llévame al fútbol, un manual que explica las normas de este deporte y las tácticas más destacadas de los principales equipos del mundo.

LA LEGION EXTRANJERA
En 1993 los japoneses se cansaron de conformarse con ver por televisión los partidos de fútbol de los equipos de otros países y con abarrotar una vez por año el estadio olímpico de Tokio para observar en vivo los partidos de la Copa Intercontinental de Clubes, que allí se disputan. Por eso, el 15 de mayo de ese año, decidieron crear su propia liga profesional.
Sin embargo, para no correr riesgos los organizadores de la Japan Soccer League, decidieron recurrir a reconocidas estrellas que hasta ese momento sólo se veían por televisión, para garantizar el éxito de los partidos. El primero en militar en el fútbol nipón fue Zico, quien llegó a los 40 años, y jugó hasta el año pasado con el equipo Kasima Antlers. Según Kuniji Matsuda, portavoz del la JSL, el astro brasileño tenía un contrato por ocho millones de dólares anuales. Al poco tiempo de la llegada del ex capitán de la selección brasileña, los otros 10 equipos que conforman la liga se lanzaron a la caza de extranjeros.
El inglés Gary Lineker, con un contrato de aproximadamente seis millones de dólares al año, fue el segundo en llegar y se convirtió en una de las grandes adquisiciones del equipo de la ciudad de Nagoya. Desde ese momento la poderosa corporación automovilística Toyota, patrocinadora del equipo, ha sido la encargada de pagarle al británico. Esta contratación dejó ver hasta dónde están dispuestos a llegar los japoneses en su afan por conseguir estrellas, pues un veterano como Lineker gana un millón de dólares más en el fútbol japonés, que el jugador mejor pagado en el resto del mundo, según la revista Forbes, Roberto Baggio, en el balompié europeo.

LA LIGA NIPONA
Las continuas campañas publicitarias para promover el fútbol dieron tanto resultado y fueron tan grandes las dimensiones que tomó el balompié en el Japón, que aun antes de terminar el primer año de la liga profesional, varias ciudades empezaron a construir sus propios estadios, con el fin de poder aspirar a tener un equipo de fútbol local. Eso desató una verdadera cacería de jugadores.
Según Matsuda, de los 399 deportistas inscritos en la liga 67 son extranjeros. América Latina aporta el grueso de los fichajes con 45 jugadores, 37 de los cuales son brasileños y el resto proviene de Argentina, Uruguay y Perú.
"La presencia de jugadores extranjeros, fundamentalmente brasileños, permitirá que el fútbol de nuestro país alcance en pocos años un gran nivel internacional", dice Narumi Nishigaki, portavoz del equipo Yomiuri. Y es que en un comienzo los forasteros que llegaron a la JSL fueron futbolistas que ya estaban en el ocaso de su carrera deportiva. Pero desde el año pasado los japoneses tienen entre sus filas no sólo a las viejas glorias del balompié mundial, como el italiano Salvatore Schillaci o el argentino Ramón Medina Bello, sino que también han reclutado a jóvenes figuras como los brasileños Jorginho, Leonardo o Aldair, entre otros.
En la actualidad el fútbol japonés no tiene un gran nivel internacional, pero el hecho de que las multinacionales financien hasta la ligas infantiles de todos los clubes, hace que los nipones estén hablando desde ya de la nueva sangre de su fútbol. Por ahora lo único cierto es que los orientales están metidos de lleno no sólo en mejorar la calidad de su balompié, sino en ganarle la sede a Corea para realizar el Campeonato Mundial de Fútbol del año 2002, en donde posiblemente será una de las sorpresas.

MADE IN JAPAN
POR ESTOS DIAS UN japonés es el centro de atención en Estados Unidos y Japón. Se trata de Hideo Nomo, un pitcher derecho que hasta la temporada pasada vestía el uniforme de los Bufalos de Kintetsu en su país natal y quien cruzó el Pacífico para ser el lanzador estrella de los Dodgers de Los Angeles. Nomo, de 26 años, es el segundo nipón en la historia en jugar en la grandes ligas pero, a diferencia de su antecesor, su actuación tiene embrujado a medio mundo. Sus lanzamientos son de esos que los expertos denominan split finger ball o de espanto, y desde su llegada ha sido la pesadilla de los bateadores rivales, pues hasta el momento nunca ha permitido más de dos carreras por Juego.
Pero más allá de sus cualidades deportivas Nomo se ha convertido en un gran fenómeno social. En Estados Unidos ha sido portada de revistas tan importantes como Time y Sports Illustrated y en su tierra, difícilmente pasa un día en el que no aparezca en la primera plana de los periódicos. Sus juegos son vistos a la madrugada por millones de japoneses en las pantallas de televisión instaladas en la calles de las principales ciudades. Como si fuera poco, las agencias de viajes ofrecen como atracción principal de los paquetes turísticos a Estados Unidos entradas para los juegos de los Dodgers.
Pero sin duda lo más curioso es que nadie sabe cómo se las arregla para comunicarse con sus compañero de equipo, porque Nomo no habla absolutamente nada de inglés. ¿Qué tal que hablara?