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Los pilotos de McLaren, Pedro Martinez de la Rosa (izquierda) y Fernando Alonso, aceptaron haber utilizado información entregada por el jefe de mecánicos de Ferrari para su beneficio

AUTOMOVILISMO

El lunar de la F1

Mientras el inglés Lewis Hamilton y el español Fernando Alonso vivían un duelo por el título de pilotos, y la escudería McLaren parecía reencontrase con la gloria, tras bastidores sucedía uno de los hechos más oscuros y lamentables para la Fórmula Uno.

Juan Carlos Salgado. Periodista
15 de diciembre de 2007

Tras finalizar el Gran Premio de Australia, que fue ganado por el finlandés Kimi Raikkonen, se presentaron las primeras luces de un cruce de información entre la escudería italiana Ferrari y la inglesa McLaren, ambas llamadas a disputar el título. El equipo inglés presentó un reclamo sobre la conformación del auto, información entregada por Nigel Stepney, jefe de mecánicos de Ferrari, al jefe de diseño de McLaren, Mike Coughlan.

Pero el destino les jugó una mala pasada a Stepney y a Coughlan. El hombre de McLaren, tras recibir la información confidencial de la pieza clave de Ferrari, le encomendó a su esposa Trudy fotocopiar el dossier de 780 páginas. Pero un empleado de una fotocopiadora de Woking, en las cercanías de la fábrica de McLaren, fiel a los colores de Ferrari, se percató de la información y no dudó en llamar a Maranello (sede de la escudería) para alertar sobre lo que estaba sucediendo. Esto impulsó a Stepney y a Coughlan a concertar una reunión con Nick Fry, de la escudería Honda, con la intención de ofrecerles sus servicios. Pero la suerte ya estaba echada. La llamada del operario de la fotocopiadora surtió efecto y en julio Ferrari despidió a su hombre, y un día después, McLaren hizo lo mismo.

Stepney fue enviado ante el Tribunal de Módena, y Coughalan, ante la Corte Suprema de Londres. La Federación Internacional de Automovilismo (FIA) abrió una investigación formal y los representantes de los dos equipos fueron citados el 26 de julio por el Consejo Mundial de la FIA, en París. Al finalizar la jornada, McLaren no recibió ninguna sanción, decisión que no fue bien tomada por Ferrari ni por la Federación de Automovilismo de Italia, que acudió al presidente de la FIA, Max Mosley, para que interviniera. Los involucrados fueron citados nuevamente para el 13 de septiembre.

Sin embargo, antes de que llegara esa fecha, la FIA recibió evidencias claras que involucraban a McLaren y por ello decidió cancelar la reunión y citar a su Consejo a una nueva. Además, instó a los pilotos de McLaren a que colaboraran. Fernando Alonso, el bicampeón mundial, que para ese entonces no tenía la mejor relación con su equipo, decidió hablar, al igual que Pedro Martínez de la Rosa, piloto de pruebas, mientras que el inglés Lewis Hamilton prefirió el silencio.

De la Rosa reconoció que había recibido información confidencial de parte de Mike Coughlan sobre el reparto de pesos de Ferrari y que había compartido esa información con Alonso. Además, habló de la buena relación que mantenía Stepney y Coughlan y de cómo el primero les había advertido, en el Gran Premio de Australia, sobre la parada en pits de Kimi Raikkonen en la vuelta 18.

Para McLaren, el asunto ya era casi imposible de esconder. Aunque Ron Dennis nunca reconoció la culpabilidad, su equipo fue sancionado el 13 de septiembre con la pérdida de todos los puntos para el campeonato de constructores, que tenía prácticamente asegurado, y con una multa de 100 millones de dólares. El consuelo de Dennis era ver a Lewis Hamilton, su pupilo, quedar campeón y ser el primer novato en alcanzar la gloria en su primera temporada. Pero fue el finlandés Kimi Raikkonen, que se mantuvo al margen de la polémica, quien se llevó el título. Y Dennis se quedó sin el pan y sin el queso.