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REVELACIÓN

Selección Colombia: el vuelo que disgustó a Pékerman

Semana.com publica extractos del libro ‘Colombia es mundial’ que cuenta anécdotas desconocidas de la escuadra nacional.

25 de noviembre de 2013

Decenas de episodios y anécdotas inéditas forman parte de este revelador libro que refleja la vida íntima de la selección Colombia a lo largo de la eliminatoria que la llevó de nuevo a un campeonato del mundo.

El texto recrea con lujo de detalles la exitosa estrategia utilizada por el director técnico José Pékerman y la manera como logró aislar del seno de la selección a los medios de comunicación, empresarios y dirigentes.

Este extracto del libro Colombia es mundial de Javier Hernandez Bonnet, recrea un episodio desconocido: el revolcón que provocó Pékerman dentro del vuelo chárter que movilizaba a la selección Colombia.

Hasta ese momento los invitados especiales y los dirigentes ocupaban los principales puestos dentro de la aeronave. Hasta que se produjo un incidente que cambió las cosas.

Nace el estilo Pékerman

Un episodio bochornoso en el viaje de regreso entre la capital peruana y Bogotá –Colombia ganó 0-1 a Perú en Lima,- habría de cambiar poco después la historia logística de la selección Colombia. Lo extrapartido.

Esa noche –junio 3 de 2012-, en el mismo avión se mezclaron los cansados jugadores con los alegres directivos, patrocinadores e invitados. Muchos de ellos exteriorizaron la alegría natural del triunfo y otros, muy pocos, ayudados por algunas copas de más se hicieron notar más de la cuenta.

Toda la primera clase estaba reservada para los dirigentes, menos una silla asignada a Pékerman. Más atrás estaban los jugadores, que soportaban con estoicismo la incomodidad de quienes querían una foto para la tía o un autógrafo para el sobrino.

Hubo un momento de tanto desorden por la desenfrenada euforia, que las nalgas de un senador invitado que recorría los pasillos del avión quedaron a la altura de la cara del técnico argentino, que había renunciado a su lugar de privilegio en primera clase para solidarizarse en económica con sus jugadores.

Muchos sintieron pena ajena de lo que veían, pero fue necesario que eso ocurriera para que muy pronto cambiara por fin la historia de los vuelos chárter que acompañaban a la selección.

Como los costos hacían imposible disponer de un avión exclusivo para los futbolistas y frente a la necesidad de eliminar las esperas en los aeropuertos, el chárter era una necesidad, pero no en las condiciones en que se estaba dando. Los jugadores sentían que la mezcla con hinchas, patrocinadores y directivos no les permitía recuperarse después del gran esfuerzo de cada partido.

Una vez llegó a Bogotá, el cuerpo técnico no ocultó su incomodidad porque el equipo colombiano parecía de tercera categoría, como de una república bananera. Pékerman quería mantener concentrados a sus jugadores y no le pareció bien hacer parte de la fiesta organizada dentro del avión. Ese día confirmó lo que le habían contado antes sobre el ambiente de la concentración: que era poco adecuado y dañino para el grupo. Había que producir un cambio de fondo.

(…) Pékerman aprovechó el buen momento –ganarle 4-0 a Uruguay en Barranquilla- para producir un cambio de fondo: un nuevo reglamento dentro del vuelo chárter, que se hizo efectivo en el trayecto entre Barranquilla y Santiago para enfrentar a Chile. Autorizado por Pékerman, el preparador físico Eduardo Urtasún, quien siempre pone cara de malo pero es bueno como el pan, diseñó la repartición de los espacios en la aeronave.

La estrategia consistió en tomarse la primera clase del avión para acomodar a los futbolistas que jugaron el último partido. El confort de esas modernas sillas, que con solo oprimir un botón se convierten en camas, permitía un descanso adecuado porque se pueden estirar las piernas y conciliar el sueño.

Más atrás, en las primeras sillas de la clase económica, se sentaron los futbolistas que no fueron titulares. Un jugador por cada hilera de tres sillas. Luego, los integrantes del cuerpo técnico y más atrás el comité ejecutivo de la Federación, los dirigentes de clubes y ligas y finalmente patrocinadores e invitados.

Urtasún trazó una especie de retén imaginario a partir de las sillas donde estaban sentados él, Pékerman y el resto del cuerpo técnico. De ahí hacia adelante nadie podía pasar hasta el fin del vuelo.

El entrenador de la selección logró este cambio extremo con base en los acuerdos en materia logística a los que llegó con Luis Bedoya, presidente de la Fedefútbol. Tenía carta blanca y estaba dispuesto a hacer las modificaciones que considerara necesarias.