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En busca del tiempo perdido

Phil Jackson, el técnico que llevó a los Bulls a la gloria, podría repetir la hazaña con los Lakers de Los Angeles.

3 de abril de 2000

Es el equipo más talentoso de la liga. Tiene a Shaquille O’Neal, un pivote imparable. También a Kobe Bryant, que es el Jordan del futuro. Además cuenta con una enorme tradición ganadora. ¿Cómo no va a ser campeón?, se preguntaban los analistas y hasta los hinchas. Los Lakers, sin embargo, ni siquiera estuvieron cerca de ganar el título en la última temporada cuando, con las incorporaciones de Dennis Rodman y Glen Rice, juntaron a cuatro superfiguras en el plantel. Siempre metieron miedo en la fase regular pero en los playoffs se despidieron rápidamente con fracasos estrepitosos.

Los angelinos no entendieron, ni dentro ni fuera de la cancha, que la fórmula del éxito no era sumar estrellas. En la cancha había dos figuras inmaduras, como Shaquille O’Neal y Kobe

Bryant, incapaces de jugar en conjunto, hacer lo necesario para ganar y, por ende, liderar al equipo.

Presionada por los fracasos deportivos la dirigencia también cometió errores. Los principales, dejar ir a Eddie Jones a Charlotte a cambio de nada y fichar a Rodman. Así perdieron al mejor jugador del equipo y sumaron a un personaje rebelde imposible de unir a un grupo de jóvenes salvajes.

Los Lakers iban por el camino equivocado hasta que llegó Phil Jackson, el maestro que necesitaban. Como lo hizo en los Bulls de Chicago, el técnico consiguió cambiar en seguida la mentalidad del plantel y apurar el proceso de maduración con su particular filosofía. Jackson, respetado por sus seis anillos con los Bulls, aportó estabilidad y seguridad luego de una campaña turbulenta. Ahora son el mejor equipo de la NBA y cada día más fuertes candidatos al título.

La defensa existe. Tal vez el principal déficit de los Lakers en las últimas temporadas había sido la falta de actitud defensiva. Con Jackson esa realidad cambió radicalmente. El equipo pasó de tener una de las peores a contar con una de las más eficientes. En la temporada 98/99 permitía 96 puntos y en la actual bajó a 90,4. La racha de 15 victorias consecutivas, alcanzadas la semana pasada, es la mayor de esta temporada y la más larga de la franquicia desde las 16 de la 90/91, la última vez que jugaron la final. Jackson, tras llevar al equipo a un récord de 14-1 en diciembre, fue elegido el mejor técnico del mes. Su próximo objetivo es superar las 18 victorias en línea que logró con Chicago en el campeonato 95/96.

Pero no sólo Jackson ha sido la clave para volver por el camino del triunfo. Gran parte del éxito de la campaña es la tremenda producción de Shaquille O’Neal en ambos costados de la cancha. Aunque desde su ingreso a la NBA se convirtió en gran figura nunca pudo consolidarse como el mejor, básicamente por la falta de compromiso para defender y pulir sus pocos defectos.

El gigante cambió con la llegada de Jackson, que lo hizo bajar de peso y lo empujó hacia el límite en cada uno de los entrenamientos. Shaq respondió con un juego mucho más agresivo que incluso se refleja en su rostro: se dejó la barba y los bigotes para tener la imagen de un tipo duro en vez del jovencito millonario que debutó con Orlando en 1992.

O’Neal aprendió la ofensiva triangular de Jackson al instante, reconoce con más velocidad los dobles marcajes y pasa mejor la pelota. Su progreso en el movimiento de pies lo transformó en una máquina de volcar pelotas.



Educando a Kobe

Desde su debut Kobe Bryant tuvo que cargar con la presión de ser rotulado como el sucesor de Michael Jordan y, como es lógico, lo sufrió. En los últimos años demostró una enorme capacidad para crear hermosas jugadas pero, a la vez, un excesivo individualismo que perjudicó al equipo y lo enfrentó con varios compañeros, en especial con O’Neal. Incluso varios temían que cuando se recuperara de la fractura en una mano pudiera romper la química que había logrado Jackson.

Pero el escolta dio muestras de cambio y los Lakers se fortalecieron todavía más, al ganar 16 de los 17 partidos que jugó. Jackson tiene la misión de moldear a Kobe, como hizo con Jordan, para que ponga todo su talento al servicio del equipo. Ahora que tiene a su cargo la conducción ofensiva, la misma tarea que cumplía Scottie Pippen en los Bulls, necesita pasar más la pelota. Kobe debe limitar su instinto de show y tratar de hacer mejores a sus compañeros.

Otro de los grandes problemas de los californianos en los últimos tiempos fue la carencia de liderazgo. Jackson sabe que hace falta una voz de mando adentro y en el vestuario y por eso sumó a tres veteranos con mucha experiencia. Ron Harper (35 años) ganó con Jackson tres títulos en Chicago y él lo trajo para que aporte defensa. Lo mismo que John Salley, quien tiene la misma edad, tres anillos y un máster en cómo jugar duro. Jackson puede hacer otro milagro y convencerlo de que nada es imposible.