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En la senda de Rentería

Más de 40 peloteros colombianos que firmaron con 13 equipos de las Grandes Ligas sueñan con seguir los pasos de Edgar Rentería y los hermanos Jolbert y Orlando Cabrera.

19 de enero de 2004

El nuevo auge del beisbol colombiano, jalonado por los éxitos de Edgar Rentería con los Marlins de la Florida y los Cardenales de San Luis, ha hecho que jóvenes entre los 16 y los 22 años sacrifiquen todo por llegar a Estados Unidos. El primer paso para muchos de estos peloteros es ser fichados por las organizaciones profesionales de la Major League Baseball (MLB), que cuentan con 13 cazadores de talentos en Colombia que buscan por toda la Costa Caribe nuevos prospectos en potreros, calles y en la liga profesional de béisbol. "Hay muchos pescadores y pocos peces", dice José 'Tito' Quintero, scout de los Yankees de Nueva York, organización que tiene fichados a tres peloteros colombianos. Quintero tiene cifradas sus esperanzas en que el pitcher derecho Javier Ortiz sea el primer colombiano en lanzar en la más importante y poderosa novena de las Grandes Ligas. En esa senda también está el segunda base cartagenero Ismael Castro, que está a un paso de saltar a las mayores. Este año jugará en doble A y espera que en septiembre el equipo le dé su oportunidad. Para el comentarista y especialista Rúgero Manotas hay una camada de jugadores como nunca antes se había visto en este deporte, lo que hace pensar que dentro de tres o cuatro años Colombia tendría ocho jugadores en las Grandes Ligas. Según Carlos Roque, scout colombiano de los Bravos de Atlanta, "el jugador colombiano tiene una malicia en el juego muy atractiva para los norteamericanos". De hecho ya son competitivos frente a los dominicanos y a los venezolanos, que por su biotipo siguen siendo mayoría en los campos de entrenamiento de República Dominicana. "Son jugadores altos, fuertes y con una gran contextura física, además en sus países el béisbol es el deporte nacional", explica Roque. Por eso a los colombianos los obligan a ganar masa muscular. Según disposiciones de la Oficina del Comisionado de las Grandes Ligas, un jugador sólo puede ser contratado después de cumplir 16 años. Sin embargo, los scouts en Colombia comienzan a seguirlos desde que tienen 12 o 13 años. "Los buscamos en potreros, en las calles de Cartagena, Barranquilla o en los pueblos más distantes del Caribe colombiano", explica Néder Horta, scout de los Cardenales de San Luis. Lo primordial para los scouts es la estatura y el poder en el brazo, por lo que buscan jóvenes que pasen de 1,80 de estatura. Si se encuentran con un posible fichaje, los 'busca talentos' inician un acercamiento con la familia, a quienes se les explica el proceso de firma. Una vez el jugador es preseleccionado se le hace una evaluación. Si la aprueba, un supervisor de Venezuela o República Dominicana le hace un nuevo test y si es aceptado, el jefe de scout para América Latina lo evalúa nuevamente en un juego y lo firma. Dependiendo del número de habilidades que tenga el jugador se pacta el precio de la firma, contrato con el que se garantiza que el jugador sólo podrá estar con esa novena durante la etapa de formación. Lo máximo que ha pagado una organización de Grandes Ligas por la firma de un jugador -3,7 millones de dólares- ha sido al outfield dominicano Willy Peña, fichado por los Yankees. Por un colombiano, Emiliano Frutos, el tope ha sido de 250.000 dólares. Tito Quintero señala que desde un principio se convierten en especie de niñeras, "a veces nos toca ayudarlos a invertir el dinero que reciben de bono, son niños y familias humildes que ven en el béisbol la única opción para salir de la pobreza y ayudar a sus familias". De allí comienza un proceso de crecimiento físico y deportivo en los campamentos de República Dominicana o Venezuela, en donde se les hospeda en hoteles con campos de entrenamiento, instructores, sicólogos y nutricionistas. "El proceso puede durar entre cuatro y seis años", explica Edinson Rentería, instructor de fildeo de las ligas menores de los Bravos de Atlanta. Si en ese período el jugador desarrolla sus habilidades, subiría a lo largo de las diferentes ligas que van desde roockie hasta Triple A en Estados Unidos, la división preliminar de las ligas mayores. Para Quintero, la gran desventaja de los colombianos es la desnutrición. Por eso, en lo que más se enfatiza en los campamentos de las ligas menores es que los peloteros se alimenten bien. "La comida nunca falta, allá pueden comer hasta cuatro o cinco veces en el día", explica el scout de los Yankees. Son cuatro años de formación deportiva y física, al final de los cuales se sabe si los jugadores están listos para subir al equipo grande. De lo contrario son liberados y pueden buscar suerte en otro equipo. Además de la firma y el salario, la MLB estipula que los equipos deben consignar un bono para estudio que sólo puede ser utilizado por el jugador después de su retiro. "El bono por la firma no es nada, el dinero que recibí ayudó a mi familia, es como si estuviera en una universidad subiendo, escalando poco a poco pero lo que aspiro es lanzar en las Grandes Ligas", señala el pitcher colombiano Emiliano Frutos, que se proyecta como una de las mayores promesas de los Marineros de Seattle. Jolbert Cabrera fue uno de los jugadores que más luchó para llegar. De los Expos de Montreal pasó a los Indios de Cleveland, donde debutó en la MLB. "Fueron siete años en divisiones menores, -recuerda Jolbert.- A Edgar le costó tres y a Orlando -su hermano-, cuatro. Mi mayor dificultad fue el peso, 75 kilos, muy poco para lo que necesitan los equipos" Se dedicó a las pesas y aumentó a 105 kilos. "No todo es un don de Dios. Me costó mucho trabajo, y más cuando llegas a un equipo que tiene en su alineación a Omar Visquel (11 veces guante de oro), Roberto Alomar (siete), Travis Freeman, Kenny Lofton, Dave Justice y Manny Ramírez". Cabrera aprendió de los 12 latinos con los que compartió el camerino en Cleveland. Según el pelotero, esa es una de las mayores lecciones que deben aprovechar los jugadores colombianos que inician su carrera en las mayores. Eso es lo único que deslumbra a Harold Correa, cartagenero firmado por los Yankees de Nueva York hace dos años. En el campamento de Niza, a media hora de Santo Domingo, la comida no le ha hecho falta. "A mí lo único que me desvela es jugar con los grandes".