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FINALE CON TRAMPA

Accidentado y polémico el cierre de la temporada de fórmula uno ganada por Alain Prost.

11 de diciembre de 1989

Definitivamente el escándalo se tomó a la categoría reina del automovislismo mundial. Peleas acusaciones de manejo peligroso e irresponsabilidad de los organizadores son sólo algunas de las perlas que adornaron la actual temporada. El último episodio tuvo lugar en la pista de Adelaida, en Australia, donde se corrió la última prueba del año el pasado domingo 5 de noviembre.
Bajo un espectacular aguacero se dio largada a la prueba final del calendario y, antes de que transcurrieran dos vueltas, ya se habían presentado cuatro accidentes por causa de la resbaladiza pista. El primero en alzar su voz de protesta fue el francés Alain Prost, quien entró a los garajes y descendió de su auto sin ocultar el mal genio. "Uno sólo tiene una vida. La pista era imposible para conducir", dijo Prost quien, de paso, se coronó campeón mundial por tercera ocasión.
En el momento en que Prost abandonaba,los organizadores decidieron cancelar la competencia y esperar media hora a que la lluvia amainara. Con Prost a la cabeza, varios pilotos fueron a hablar con los comisarios para aplazar la nueva partida, pero pudieron más los compromisos publicitarios que el riesgo que corrían las vidas de los volantes. El único corredor en no secundar la idea de aplazar la competencia fue el brasilero Ayrton Senna, compañero de Prost en el equipo McLaren y su gran rival por el campeonato.
Lo de Senna tuvo que ver con lo ocurrido hacía 15 días en el Gran Premio del Japón, cuando en una arriesgada maniobra estrelló al francés y lo sacó de la pista. Senna cruzó en primer lugar por la meta en esa ocasión, pero los jueces de pista presentaron un informe que sirvió para descalificarlo. Es más, no sólo perdió los puntos de la carrera del Japón sino que fue suspendido por seis meses como piloto de carreras. Senna y el equipo McLaren presentaron una apelación, que lo habilitó para correr en Australia mientras se conoce el fallo final, pero desde ahora se sabe que la decisión de las autoridades automovilísticas le será adversa.
Desde su llegada a la fórmula 1, hace casi cuatro años, Senna se ha caracterizado por su manejo agresivo y por su obsesión con el triunfo. Esto no tendría nada de malo si el brasileño no hubiera puesto en peligro la vida de muchos de sus competidores al realizar maniobras propias de un loco. Pero lo anterior no es nada si se compara con su fanatismo religioso, al que le achaca todas sus victorias. Experto en manejar en pista lluviosa -es el hombre más rápido del mundo bajo estas condiciones- no fue raro que estuviera listo el domingo pasado para partir, a pesar de la tormenta que caía en Adelaida. Además, confiando en ganar la apelación a la sanción de la carrera anterior,buscaba desesperadamente el triunfo que le diera los puntos suficientes para vencer a Prost en el duelo por el campeonato.
Las cosas, sin embargo, no se le dieron esta vez. Al igual que la gran mayoría de sus rivales, no pudo sortear las difíciles condiciones. En la vuelta 18, luego de controlar con fortuna un trompo, se incrustó por detrás de un carro al que pretendía rebasar. Su McLaren perdió todo el tren delantero izquierdo y Senna a duras penas llegó a los pits. Finalmente, el belga Thierry Boutsen se impuso en la competencia y así se puso punto final a la temporada.
Prost se alzó con el título de campeón mundial y ahora se prepara para manejar el año entrante uno de los autos de la escudería Ferrari, a la que pasó tras los roces con Senna y con las directivas de McLaren, a las que acusó de entregarle el material menos bueno, en beneficio de su coequipero. Por su lado, Senna deberá pasar los próximos seis meses alejado de las pistas, cediendo terreno para el campeonato del año entrante y granjeándose la enemistad de sus compañeros de categoría. Claro que la polémica aún no termina: todo el mundo se está preguntando si es justo que las mismas autoridades que sancionaron a Senna por manejo peligroso hayan obligado a los conductores a correr y arriesgar sus vidas en el circuito de Adelaide.