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Antonio Puerta sufrió un ataque durante el partido de la primera fecha de la Liga contra el Getafe. Murió tres días después

Fútbol

Gol al cielo

La muerte de Antonio Puerta, jugador del Sevilla, tras colapsar en pleno estadio, es un hecho doloroso pero no aislado. Su nombre se agrega a una larga lista que no distingue país ni edad.

1 de septiembre de 2007

Decían que era un fuera de serie, que en poco tiempo sería uno de los mejores de Europa. A sus 22 años Antonio Puerta era dueño de una capacidad física y de una riqueza técnica de no creer. Lo tenía todo para tocar el cielo con las manos, pero el pasado 28 de agosto se fue al lugar que debió alcanzar en vida.

A los 29 minutos del partido Sevilla - Getafe, en la primera fecha de la liga española, el lateral zurdo cayó al suelo e inmediatamente fue atendido por compañeros y cuerpo médico. Se levantó por cuenta propia y se dirigió al vestuario. Ahí mismo, Puerta sufrió una nuevo paro cardíaco. Los médicos lograron recuperar sus signos vitales pero en la ambulancia rumbo al Hospital Virgen del Rocío volvió a recaer dos veces. Menos de 72 horas después del suceso, el futbolista falleció, según los médicos que lo atendieron, "por la encefalopatía postaxónica y el fracaso multiorgánico secundarios al paro cardíaco". El oxígeno dejó de llegarle al cerebro como consecuencia del paro.

Nacido en Sevilla, fue toda la vida hincha del único equipo en el que jugó durante su corta carrera, la cual comenzó en la temporada 2003-2004. En dicha campaña sólo jugó un partido y en la segunda, apenas siete. Pocos le auguraban un hueco en el primer equipo, luego de haber sido promovido del Sevilla B, pero Juande Ramos le dio luz verde para jugar por la izquierda, ya fuera como lateral, extremo o interior.

Su calidad lo había llevado a la selección sub-21 de su país y un día de octubre de 2006 le llegó el llamado de Luis Aragonés para un partido contra Suecia. Fue la única vez que jugó con la de mayores. Su momento de gloria le llegó el 27 de abril de 2006, cuando le marcó al Schalke 04 un golazo de volea que le dio al Sevilla el paso a la final de la Copa Uefa, trofeo que a la postre ganaría. El andaluz estaba viviendo a pleno su sueño y nada podía pararlo, salvo su corazón, el mismo que lo había hecho sufrir fuertes mareos, al menos cuatro veces en entrenamientos recientes, y el mismo que ante cada electrocardiograma lucía más fuerte que el de cualquiera.  

Una reciente lesión le había impedido participar en el juego por la Champions League del 16 agosto, la Supercopa de España contra el Real Madrid, el 19, y el juego España - Grecia del 22.  Se juventud le permitió recuperarse antes de tiempo para la apertura de liga ante Getafe, aunque, ahora se sabe, mejor hubiera sido guardar reposo un par de días más.

Con su compañera sentimental, María Roldán, casi 20 años mayor que él, esperaban a Aitor, quien nacerá en octubre y que no conocerá a su padre.

El 90 por ciento de los casos de las muertes en los deportes de alta competencia se debe a una enfermedad del corazón sin detectar, males que son imposibles de diagnosticar con los exámenes de rutina, como el caso de Puerta. Y aunque entidades como la Uefa y la Fifa exigen exámenes cardíacos, esta no es una norma obligatoria ni generalizada en el resto del mundo.

Por males del corazón o similares han muerto muchos futbolistas. Otro jugador del Sevilla, Pedro Berruelo, murió en 1973 tras sufrir un ataque cardíaco en un partido de segunda división contra el Pontevedra. Al igual que Puerta, Berruelo nunca llegó a conocer a su hijo, Pedro, quien hoy es futbolista profesional.

Más escalofriante aún es la historia de Miguel Martínez, que siendo jugador del Atlético de Madrid sufrió una encefalitis que lo dejó en coma ocho años; murió sin recuperar el conocimiento. Viva en la memoria está el caso del camerunés Marc Vivien Foe, quien en una semifinal de la Copa de Confederaciones de 2003 frente a Colombia cayó fulminado en la mitad del estadio de Lyon con los ojos en blanco. Murió a causa de un problema en el ventrículo izquierdo. Cuatro meses después el chileno Manuel Mondaca falleció en pleno entrenamiento por un edema pulmonar.

Impresionantes fueron las imágenes de Miklos Feher, húngaro del Benfica, que en un juego de la liga portuguesa recibió una amarilla inocente, se sonrió con el árbitro y al dar la vuelta se apoyó sobre sus rodillas y cayó al suelo. Murió a causa de una obstrucción en una arteria pulmonar.

La lista incluye a Shamo Quaye, un ghanés de 19 años al  que jugando para un club sueco murió por un violento pelotazo en la cara; los colombianos Hermann Gaviria y Giovanny Córdoba, fulminados por un rayo y hasta a un árbitro, el paraguayo José Roberto Rodas, cuando dirigía un partido entre Guaraní y Olimpia.

Horas después de lo ocurrido con Puerta, el jugador del Leicester Clive Clarke sufrió un colapso durante un juego ante Nottingham Forest. Casi simultáneamente moría el jugador de Zimbabwe Chaswe Nsofwa al servicio del Hapoel Beersheba israelí, luego de desplomarse en pleno entrenamiento. Hacía 40 grados de temperatura y la humedad era muy baja.

Los hinchas no paran de llorar, y por cada lamento hay un homenaje. El Sevilla aplazó sus partidos pendientes contra AEK de Atenas y Osasuna; cada uno de los jugadores del Barcelona lució en el trofeo Joan Gamper una camiseta del Sevilla con el apellido Puerta y el número 16. En Francia y México se guardó un minuto de silencio y jugadores como David Villa y Ronaldinho celebraron sus goles del último miércoles mirando hacia el cielo. El gobierno español le concedió a Puerta la medalla al mérito deportivo de manera póstuma, mientras que el máximo accionista del Betis, Manuel Ruiz de Lopera, de pública enemistad con el presidente del Sevilla, José María del Nido, se hizo presente en el velorio.

Sólo Javier Aguirre, técnico del Atlético de Madrid, se ha mostrado ajeno al dolor. En plena concentración para el juego con el Vojvodina serbio, válido por la Copa Uefa, fue interrogado sobre sus impresiones por la muerte de Puerta, a lo que respondió que estaba concentrado en el partido y que no pensaba ni quería hablar de otra cosa. Al parecer el mexicano es de los que creen que no todo muerto es bueno. n