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GOL SOVIETICO

Cuatro años después del boicot a los olímpicos de Moscú, la URSS le paga a E.E.U.U. con la misma moneda.

18 de junio de 1984

Apenas dos semanas después de que los soviéticos conmocionaran al mundo deportivo con el anuncio de que no asistirán a la XIII Olimpiada en Los Angeles, el comité olímpico norteamericano ha decidido hacer la mejor cara posible y seguir adelante con los planes "como si nada hubiera pasado". El sentimiento de confusión y derrotismo creado inicialmente por el retiro seguido de los países del bloque comunista, ha sido remplazado por una mezcla de resignación y orgullo herido en la que claramente han aflorado los espíritus nacionalistas. "Estos van a ser los mejores olímpicos en la historia, vengan los rusos o no", dijo dolido Peter Ueberroth, presidente del comité organizador de los juegos.
El sentimiento expresado por Ueberroth es hoy en día compartido por la mayoría de los norteamericanos quienes consideran que su interés en el espectáculo no se ha visto sustancialmente disminuído por el boicot orquestado por el Kremlin. Según una encuesta del diario USA Today 76% de los interrogados afirmaron que todavía planean dedicarle a la competencia la misma atención que antes. Tal apreciación parece haberse visto confirmada por el bajo volumen de devolución de tiquetes y la aparición de una nueva y sorpresiva demanda para cierto tipo de competencias en las que los atletas estadinenses han aumentado sus posibilidades de llevarse los lugares de privilegio.

UN GRAN VACIO
Sin embargo, es evidente que descontando el apoyo popular que reciban, el encuentro en Los Angeles no va a tener la misma calidad a la hora de las competencias si se le compara con olímpicos anteriores o con los mundiales de cada especialidad. El hecho de que en los países socialistas el atleta recibe una atención técnica y un apoyo económico muy superior, ha colocado a los deportistas de Europa Oriental en el plano estelar a nivel mundial. Aunque es muy probable que el número de países que no asistirán a Los Angeles no pase de 15, la calidad deportiva de esas delegaciones es tal que superará con creces a boicots anteriores como el de Moscú en 1980 (54 países no participaron) o el de Montreal en 1976 (30 países africanos se abstuvieron).
Semejante afirmación es respaldada por estimativos de la cadena de televisión NBC la cual a principios de año calculó que entre un 40 y un 60% de las medallas en disputa irían a parar en manos del bloque socialista. Si bien hasta la fecha sólo 9 países -Bulgaria, Alemania Oriental, Checoslovaquia, URSS, Hungría, Mongolia, Vietnam, Afganistán y Laos- habían comunicado oficialmente su retiro, los analistas ya han determinado las competencias que perderán lucidez:
ATLETISMO: Aunque la estrella en este ramo es el norteamericano Carl Lewis, favorito para las distancias cortas, es indudable que la ausencia de los alemanes del Este y los soviéticos va a pesar en los resultados. Sergei Bubka, ultrafavorito en salto con garrocha, y la checa Jarmila Kratochvilova, sensación en las distancias intermedias, son dos de los nombres que serán más extrañados por los asistentes a las competencias.
BOXEO: Con el retiro de Cuba todavía pendiente, los aficionados aún esperan ver al peso pesado Teófilo Stevenson intentando conquistar su cuarta medalla olímpica. Empero, si Cuba dice no, el boxeo sería una de las disciplinas más afectadas pues en otras oportunidades los pegadores cubanos han barrido en el área.
GIMNASIA: El triunfo apabullante del equipo soviético en los mundiales de 1983 prometía de esta área una gran atención por parte del público. Sin los rusos ni los alemanes del Este se considera que la calidad técnica del certamen va a ser muy inferior.
LEVANTAMIENTO DE PESAS: El monopolio ruso es tal que en los mundiales pasados 8 de las 10 medallas en disputa fueron ganadas por sus atletas. El más extrañado será Anatoly Pisarenko, campeón superpesado, a quien se le conoce como el "superman ruso".
NATACION: Desde los juegos de Munich, Alemania Democrática se ha constituído en la potencia indiscutida del ramo. En los campeonatos europeos del 83, los alemanes ganaron las 15 medallas de oro en disputa. Ute Geweniger y Astrid Strauss eran atracciones en las competencia contra el equipo norteamericano. Como es evidente, la importancia atlética de la URSS y sus seguidores es demasiado grande como para pasar inadvertida. Tal como dijera el basquetbolista norteamericano Patick Ewing "por mejor organizados que estén, durante el transcurso de los juegos vamos a sentir un gran vacío".

RETIRO EN SERIO
Al tiempo que el comité olímpico norteamericano sigue recibiendo las cartas de retiro de sus homólogos del bloque soviético, aún hay gente que cree posible una solución favorable. Entre otras personalidades, el líder negro Jesse Jackson y el alcalde de Los Angeles Thomas Bradley, han manifestado su intención de ir a Moscú a convencer a los rusos de cambiar su decisión. Sin embargo, los soviéticos se han encargado de dejar en claro que su negativa es en serio y no es tan sólo una rabieta pasajera. En una rueda de prensa, llevada a cabo el lunes 14, el presidente del comité olímpico soviético Marat Gramov, expresó que la posición de su país era irrevocable y volvió a culpar a los Estados Unidos por "la falta de consideración ante nuestras peticiones sobre seguridad y trato a los atletas".
El boicoteo ruso le ha puesto de nuevo grandes signos de interrogación al futuro del olimpismo. Amén de las discusiones que se trenzan en torno al amateurismo de los atletas, se ha comprobado una vez más que es imposible trazar la línea entre el deporte y la política. En el caso presente, lo sucedido obedece al extremo estado de tirantez en las relaciones entre las superpotencias. Desde que Jimmy Carter utilizó hace cuatro años el mismo mecanismo para protestar por la invasión rusa a Afganistán, el precedente quedó sentado para que los rusos le pagaran a los norteamericanos con la misma moneda. Las perspectivas son todavía más oscuras si se considera que el próximo sitio de las olimpiadas es Seul, la capital de Corea del Sur, un país que no es reconocido diplomáticamente por la mayoría de los países comunistas y donde los soviéticos no son queridos, especialmente desde el derribamiento del avión de Korean Airlines en septiembre pasado. Las propuestas de escoger una sede permanente para los olímpicos no han contado con mucha acogida internacional pues se alega que no existe un país que sea realmente neutral.
Si a lo anterior se agrega el altísimo costo de preparar una olimpiada, más los dolores de cabeza con la seguridad de los atletas y los riesgos financieros en que se incurre, todo conduce a pensar que, a menos que se de un cambio radical, los juegos olímpicos no alcanzarán a cumplir un siglo de existencia. Entretanto, los grandes olvidados siguen siendo irónicamente los atletas quienes constituyen el cuerpo y alma de los juegos. El sentimiento de frustración actual fue expresado por Abel Kiviat quien ganara una medalla de plata en los juegos de 1912 y quien con 91 años a cuestas no vaciló en decir: "lo que pasa debería avergonzar al mundo moderno. Me pregunto qué sentirá alguien que ha entrenado durante cuatro años, siete días a la semana, al ser informado que su gobierno le ha destruido el sueño de competir. Ojalá algún día dejen solos a los atletas. Al fin y al cabo son ellos los que exponen el pellejo".