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FÚTBOL COLOMBIANO

La censurable celebración de un jugador del Junior

El ‘carachito’ Juan Guillermo Domínguez protagonizó una polémica celebración este fin de semana cuando simuló dispararle a Leonel Álvarez en rechazo a la situación de su hermano en el Deportivo Cali.

24 de febrero de 2014


En un país aquejado por una guerra que ha durado décadas, donde los índices de violencia son los más altos de la región, en el que la intolerancia está a la orden del día y en el que los hinchas del fútbol se matan por defender el color de una camiseta, lo más lógico es que el deporte y los atletas propendan para enviar un mensaje de reconciliación y juego limpio.

Sin embargo, este domingo en el partido del Junior frente al Deportivo Cali se presentó un hecho repudiable, para un país que busca incansablemente la paz después de años de guerra.

El partido terminó 1-0 a favor del cuadro barranquillero, un gol de penalti cobrado por Juan Guillermo Domínguez sirvió para que el equipo tiburón desequilibrara el marcador. Lo grave del caso es que después de marcar el jugador vallecaucano en una actitud desafiante y poco profesional se dirigió al banco del Cali y simuló tener un arma de fuego con la que disparaba al técnico azucarero Leonel Álvarez. Este último haciendo gala de la sapiencia que entregan los años no respondió a la provocación del jugador de 27 años.

Luego del partido Domínguez enfrentó a la prensa señalando que celebró de la misma manera que lo hace su hermano mayor, que en este momento no es tenido en cuenta por Álvarez. “El gol es para él (Álvaro), el festejo fue para el que sabemos... Él es el último campeón con Deportivo Cali, un símbolo del último título logrado por el equipo y no merece que ahora lo hayan sacado así del club” añadió.
 
Luego y quizás consciente de su error dijo que no era una arma lo que simulaba tener sino una flecha, algo que no minimiza la gravedad de su accionar. Álvarez por su parte en la rueda de prensa no prestó atención al hecho y dijo que si así celebra el jugador había que respetarlo.

Sin duda aquí se ven las dos caras de un país acostumbrado a la violencia no solo física si no también verbal. Mientras Domínguez encarna a ese colombiano revanchista y violento; Álvarez, quien en sus años como jugador se caracterizaba por el juego fuerte, demuestra que si es posible cambiar de mentalidad y que con calma y tolerancia es posible responder ante los actos violentos.

Este caso parece que no tendrá más consecuencias, pero Domínguez debería pedir disculpas por tan bochornosa actuación y la Dimayor debería enviar un mensaje claro a los violentos con algún tipo de sanción para el jugador y dejar claro de una vez por todas que fútbol y violencia nunca deben ir de la mano.