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Juego de mujeres

La liga profesional de fútbol femenino en Estados Unidos evidencia el gran auge que ha adquirido este deporte entre las mujeres del mundo.

7 de agosto de 2000

La semana pasada dos noticias conmocionaron el mundo del fútbol. La primera fue la designación de Alemania como sede del mundial del año 2006. La segunda, aunque menos difundida, no deja de ser interesante para el futuro del deporte rey. En Estados Unidos fue anunciada la creación de la primera liga profesional de mujeres: la WUSA (Women United Soccer Association). Con un capital de 40 millones de dólares, tiene asegurado el apoyo de las cadenas TNT y CNN y ya cuenta con las mejores jugadoras del mundo, entre ellas las estadounidenses Kristine Lilly y Mia Hamm, quien a los 28 años de edad es considerada la Maradona del fútbol de mujeres. Nueva York, Orlando, Atlanta, San Diego, Boston, Filadelfia, Washington y San Francisco estarán representados en el torneo que arrancará en marzo de 2001 y en lista de espera hay otras nueve ciudades. El anuncio de la formación de la liga simplemente saca del armario una rama del fútbol que, pese a sus grandes progresos, estaba oculta .

La expansión del fútbol femenino en los años 90 ha batido récords de crecimiento: actualmente la Fifa tiene en sus registros 40 millones de futbolistas mujeres organizadas. Una cifra significativa si se tiene en cuenta que, al cabo de casi nueve décadas de existencia como deporte organizado, el fútbol masculino cuenta con 120 millones de jugadores afiliados.

Si bien en Europa se practica desde los años 70, el puntapié inicial del fútbol femenino se consiguió en los Juegos Olímpicos Atlanta 96. En esas justas las mujeres convirtieron más goles que los hombres, cometieron menos faltas, jugaron un tiempo útil superior y, por si fuera poco, recaudaron más dinero, dado que en Estados Unidos prefieren el fútbol femenino al masculino.

Europa, China, Japón y Estados Unidos son los centros de mayor desarrollo. En estos dos últimos países el fútbol de mujeres es más exitoso que el masculino y actualmente el profesionalismo femenino nipón equivale a la Meca italiana de la rama masculina: una futbolista de la liga japonesa percibe en promedio 500.000 dólares al año.

Las zonas de mayor retraso de esta práctica corresponden a América Latina, Africa y los países asiáticos del Islam. La lenta difusión en estas regiones está vinculada a realidades socioculturales, en particular al sexismo propio de estas regiones, al papel secundario que se les asigna a las mujeres en esas sociedades y a su escasa participación en actividades deportivas.

Entre los países suramericanos Brasil fue el que primero recogió el guante al ser el único representante de la región en los dos mundiales disputados, aunque son relevantes los avances en otros países, como Perú, donde el fútbol femenino cuenta con el patrocinio de la empresa Aerolíneas Peruanas, o Chile, que presenta un movimiento en marcado ascenso con 300 equipos organizados y compitiendo. En el Río de la Plata, cuna del fútbol suramericano, la pasión social por este deporte parece intrínsecamente ligada a las convenciones machistas predominantes. Tradicionalmente la práctica del fútbol ha sido “cosa de hombres” y la evolución acompasa a la ideología. En Argentina el fútbol femenino está oficializado desde hace seis años pero sólo hasta 1996 se produjo un crecimiento de seis a 20 equipos.

Los datos son contundentes y parecen confirmar las palabras de Joseph Blatter, quien en un editorial de la revista de la Fifa afirmó que: “Nadie en la comunidad mundial del fútbol puede darse el lujo de quedar atrás a medida que el fenómeno del fútbol femenino continúa ganando terreno. El futuro es femenino”. Y si lo dicen los dueños del circo…