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LA BUENA HORA DE LORA

Con su victoria sobre Dávila, el "Happy" entra al olimpo del boxeo de la mano de Don King.

5 de septiembre de 1988

Era la segunda vez que los dos hombres se enfrentaban por el título mundial. La primera, hace dos años en Barranquilla, no dejó muy sastifechos a los seguidores del campeón colombiano Miguel "Happy" Lora, quien tuvo que echar mano de todos sus conocimientos para vencer por puntos al norteamericano Alberto Dávila, quien alcanzó a golpear fuertemente al monteriano. La prensa gringa opinó que, de no haber sido por su condición de local, Lora habría perdido su título mundial de los pesos gallo. Por eso, la pelea del pasado 1° de agosto tenía una especial importancia. Aparte de lo exhibido por Dávila frente a Lora en su primera pelea, el retador presentaba un impresionante récord que incluía el haber sido campeón mundial de la categoria (título que perdió por enfermedad), más de 50 peleas como profesional (contra 29 de Lora) y la muerte en el ring de uno de sus contrincantes.
Por primera vez, Lora actuaba en terreno extraño pues, en sus anteriores presentaciones en Miami, contaba con el apoyo de toda la colonia colombiana. Pero, si en un comienzo el campeón pudo sentirse en tierra extraña, esa sensación debió durar poco tiempo: cuando estaba a punto de comenzar el pleito, el campeón mundial de los pesos completos, el invencible Mike Tyson, subió al cuadrilátero y, luego de dar declaraciones a la radio en las que reconocía las bondades pugilísticas de Lora y de referirse a Antonio Cervantes como el mejor boxeador en la historia de Colombia, saludó efusivamente al campeón y le dio su voz de apoyo.
Los tres primeros asaltos mostraron a un "Happy" Lora réservado que se mantuvo a distancia, lanzó pocos golpes y capeó las andanadas del rival. A partir del cuarto, cuando ya habia calibrado la verdadera potencia del chicano Dávila, el colombiano inició una labor de demolición, digna de los mejores campeones en la historia del boxeo.
Exponiéndose menos que en pasados combates, manejando adecuadamente su mayor alcance y haciendo uso de sus rápidos movimientos de cintura, Lora aprovechó la escasa guardia de su rival. Sus golpes entraron francos en el rostro de Dávila y, promediando el combate, le produjeron una herida en el pómulo derecho que, en cualquier otra parte del mundo, habría ameritado la intervención del médico. La superioridad del colombiano fue tal que, en algunos pasajes, se dio el lujo de pelear en el cuerpo a cuerpo, terreno propicio para las cualidades del retador, sacando ventaja de su velocidad aunque recibiendo algunos golpes, que a la postre no dejaron secuelas. Cuando el noveno round estaba por terminar, la cara de Alberto Dávila estaba tinta en sangre: cortes en las dos cejas (especialmente la derecha), en la nariz y un pómulo, que debieron cerrarse con 37 puntos de sutura una vez terminado el encuentro. La indefensión del norteamericano llegó a un grado tan impresionante, que en ese mismo asalto uno de sus seguidores no pudo resistir la impresión y lanzó una toalla al cuadrilátero, con la intención de que se detuviera el combate.
En esos momentos, la esquina de Lora vivía fuera del ring la angustia que el campeón no llegó a conocer en el encordado. La paranoia anti-drogas, que lleva a que todo colombiano sea sospechoso antes de que se le pruebe algo, hizo que las autoridades decomisaran las botellas con liquido con que se asistía al campeón. El asunto subió de tono cuando los camarógrafos de la cadena de televisión ESPN enfocaron a uno de los ayudantes de Lora, que sacaba del bolsillo un "extraño sobre blanco que mezcló con el contenido de la botella". La sustancia sólo era azúcar y el liquido de las botellas, suero oral como el que se le da a los niños. Lo cierto es que, sin duda alguna, Lora violó una de las normas de la comisión de boxeo de California, que dice que durante la pelea los boxeadores sólo pueden consumir agua. Este error, que fue utilizado para desprestigiar a Lora y quitarle meritos a su victoria, le acarreará una multa cercana a los 500 dólares, pero no podrá poner en duda su corona. Caso contrario a lo ocurrido con Gilberto Román y su tabaco de marihuana en la pelea en que destronó al campeón colombiano Sugar Baby Rojas, que fue considerado por las autoridades boxísticas como una travesura del mexicano y que hasta el momento, no ha recibido sanción.
Fuera de la emoción que produjo su victoria, la pelea del pasado lunes tiene varios puntos que la hicieron muy importante. Por un lado, se pudo apreciar a un Lora maduro, que no se expone a recibir tantos golpes por su afán de deslucir al rival. Ahora es cauteloso y hace estrictamente lo necesario para ganar. Por otra parte, esta pelea le significó la entrada al gran mundo del boxeo norteamericano. El combate, auspiciado por Don King (el mismo de Tyson -quien por eso estuvo en la pelea- Leonard, Alí y Holmes, entre otros), fue transmitido por cable a todo el país. Ese es un sueño de todo boxeador que Lora sólo pudo hacer realidad ahora, cuando no tiene manager y él se encarga personalmente de manejar sus contratos. La verdad es que los manejadores que tuvo el monteriano, fuera de buscar su tajada de la bolsa, no se preocuparon por promocionar adecuadamente a quien comienza hoy a ser reconocido como el mejor boxeador en la historia del pais. En el aspecto deportivo, el pánico que causó la ausencia del preparador Amilcar Brusa ya pasó y ahora, con personal colombiano el "Happy" está haciendo un adecuado trabajo fisico-técnico. Lo único que preocupa un poco, y que se ha evidenciado en los últimos combates es su dificultad para noquear. En su favor cuenta el hecho de que sus últimos rivales han sido hombres de primera línea y particularmente fuertes, además de que Lora milita en una de las categorías más competitivas de la actualidad.
Ahora vienen las grandes veladas en Las Vegas, la televisión costa a costa, las bolsas de cientos de miles de dólares -como los 150 mil que recibió el lunes, unos 45 millones de pesos- y la fama a nivel mundial. Merecido premio para un gran boxeador, inteligente y técnico, que le ha dado una nueva dimensión al deporte colombiano.