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LA GAMBETA DEL "PELUSA"

Supuestas amenazas de la "camorra" demoran el regreso de Maradona a Napoles y ponen en peligro su carrera.

2 de octubre de 1989

Diego Armando Maradona apareció en la cancha del Monumental de Núñez, haciendo dupla en el medio del campo con Carlos Saúl Menem, presidente de la República Argentina: patilludo, descomplicado, encarnación del más evidente espíritu peronista, y aunque es mandatario hizo grandes esfuerzos por jugar un buen partido, la figura de "Dieguito" continuó siendo el centro de todas las miradas: "Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir... Los goles de Dieguito que van a venir!". Y el hombre--como suele suceder con él--consiguió una estupenda anotación de tiro libre.
Maradona volvió a sentir el calor de su gente que, de todas maneras, guarda un aprecio más grande por el fútbol que por la política. Entonces, hace casi un mes, se suponía que aquella sería una de las últimas apariciones en público del astro argentino. Su regreso a Nápoles era inminente; sin embargo, y sorpresivamente, Diego fue visto como espectador en un torneo internacional de esquí sobre nieve en el helado paraje de Leñas. La tardanza de Maradona empezó a ser noticia.
Se cruzaron informaciones entre Italia y Argentina. Maradona tenía la palabra.

Maradona había dado puntadas, pero ahora sus declaraciones--sostenidas con la vehemencia de los mártires--dejaban al descubierto una situación que para el futbolista era "insostenible". Diego, ídolo de Nápoles, estaba siendo víctima de la tristemente célebre "camorra napolitana": una mafia local fuertemente arraigada e históricamente instituida, una especie de "cartel" que ajusta sus cuentas a tiros. Los miembros de la "camorra" hacen parte de una mafia moderna con rasgos de nostalgia por los antiguos rubros de ganancia ilegal. Por ejemplo, aún se dedican al tráfico clandestino de drogas, a la protección del comercio, al control de las meretrices, al contrabando y, además, con especial entusiasmo, a las apuestas ilegales de toda clase. Y una de las más importantes minas en cuestiones de apuestas es el conocido "totocalcio", una versión europea del extinto "Totogol" colombiano. Total, los miembros de la "camorra" ejercen una gran presión sobre los "Totocalcieros" y en general sobre aquellos que se mueven alrededor del fútbol.
Dicen que Diego Maradona llegó al Nápoles gracias al generoso (y obvia,mente no desinteresado) aporte de los miembros de la "camorra napolitana". Diego se convirtió en protagonista de la vida de la ciudad; sus andanzas personales fueron ventiladas repetidamente: romances, frustraciones, pataletas y rumbas. Sin embargo, una espesa sombra ocultaba todo aquello que de una u otra manera pudiera involucrar al astro con los miembros de la mafia.

Pero en una operación de la policía local, un allanamiento a las propiedades de un presunto "camorrero", fueron encontradas comprometedoras fotografías en las que aparecía, radiante, Diego Maradona departiendo con los invitados a la boda del gran jefe del "clan guiuliano". Maradona, respondiendo a los interrogantes que surgieron al respecto, afirmó que era "mayor de edad ", que "sabía lo que hacfa" y, además, que él no le solicitaba carnet judicial a los hinchas que en un momento dado quisieran acompañarlo.

Pasaron los días y Maradona dejó entrever, estando aún en Europa, que existian problemas de amenazas contra él y su familia por parte de los mafiosos. La policia desmintió la existencia de esas amenazas y el escepticismo alrededor de la condición del goleador empezó a tomar arraigo en el corazón de los desconcertados y dolidos hinchas del Nápoles. Para los observadores más cercanos era, simplemente, una treta del futbolista para desvincularse de un equipo que, para él, habia dejado de ser el paraiso.

Maradona habia regresado a su patria y alli, rodeado de la seguridad que le brinda ser el argentino más importante, reafirmó las versiones del peligro inminente y aseguró que, por su seguridad y la de su familia, se negaba rotundamente a regresar a Nápoles. La policía, nuevamente, desmintió versiones de Maradona, según las cuales su casa y su auto habían sido objeto de agresiones "camorreras". Maradona exige protección.
Con voz serena, como si se tratara de cumplir con un requisito legal, Dieguito, ahora atormentado, se refirió a hechos concretos relacionados con su nueva condición de refugiado: "Desde hace tiempo atrás mi familia fue víctima de hechos molestos que se concretaban en llamadas telefónicas amenazantes, persecuciones callejeras, abucheos y agresiones. En julio, desconocidos entraron al apartamento de mi hermana María, desordenaron todo el mobiliario, destrozaron una pared, pero sin robar ningún objeto... Días después los vidrios de las ventanas de mi casa fueron destruidos por personas desconocidas. Los sucesos antes mencionados denotan el peligro al que expondrfa a mi familia en caso de regresar a Nápoles. Eso es lo que me ha llevado a reflexionar y a esperar en mi país la solución a este problema".

Los argentinos acompañaron a Diego en su dolor. El presidente de la Federación Italiana de Fútbol, Antonio Matarresse, afirmó de manera contundente: "Si Maradona no termina con sus payasadas y regresa a Italia inmediatamente, está poniendo en peligro su participación en el Mundial de Italia". Las directivas del Nápoles llegaron a proponer una rebaja del cincuenta por ciento en el salario de Maradona (1.500.000 mil dólares anuales) si no cumplia estrictamente con los términos originales del contrato. Intervinieron la AFA y la FIFA, se reunieron los presidentes del Nápoles y el hombre fuerte del fútbol italiano. Los diarios deportivos Gazzeta Dello Sport y Corriere Dello Sport publicaron grandes titulares sobre el caso: "Maradona, pagarás por esto". Y las letras de la prensa eran, sin duda, una radiografía de lo que en ese instante sentían los miles de hinchas que alguna vez salieron a saludarlo al estadio San Paolo, a darle la bienvenida y a ofrecerle, de paso, el más incondicional de los apoyos.

Las presiones originadas en Italia, la posición de los empresarios, la inminencia de un crisis profunda, las garantías de la policía, un inesperado silencio en Argentina... todo desembocó en una decisión forzada y Maradona optó por volver a Italia, exponiendo su integridad y la de su familia. Diego llegó el sábado pasado al aeropuerto de Eseiza. Los periodistas trataron de lograr una declaración y como respuesta encontraron patadas y empujones. Diego Maradona, energúmeno (muy lejos de la imagen de niño feliz, divertido y agradecido con la vida), se negó a abordar el avión rumbo a Madrid porque no habia cupos en primera clase. Por ahora, el futuro del "niño mimado" de Menem está en veremos. Al cierre de esta edición no se conocia el desenlace de la historia, pero mientras el Nápoles busca conservar al idolo, o al menos no perder parte del dinero que invirtió en su contratación, Dieguito parecia dispuesto a jugar en cualquier parte menos en Italia. Y por eso, más de un equipo ha querido pescar en rio revuelto y quedarse con el que es considerado el mejor jugador del mundo y el argentino más famoso, junto con Gardel.