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La gran travesía

El gran número de inscritos en la Travesía Max 2000 Adventure demuestra el auge del deporte de aventura en Colombia.

21 de agosto de 2000

Despues de vivir una experiencia tan exigente como el Discovery Eco-Challenge de Argentina 99, Jorge Diego Llano y Luisa Fernanda Ríos quedaron flechados con la idea de realizar en Colombia una competencia similar. Lo que no imaginaron nunca fue la gran acogida que tuvo su convocatoria dentro de los amantes del outdoor: había cupo para 40 equipos y se presentaron 74.

Desde el mismo instante en que llegaron a Medellín se enfrascaron en la preparación de la Travesía Max 2000 Adventure Bosi, una versión a escala del Eco-Challenge. A diferencia de éste, que abarcó 500 kilómetros para ser recorridos en 10 días, los organizadores programaron un trazado de 250 kilómetros que los participantes cubrieron este fin de semana en cuatro días por un montañoso y difícil territorio en el suroeste antioqueño, que arrancó de La Pintada, a orillas del río Cauca, y terminó el domingo 23 en El Retiro, municipio cercano a Rionegro y al aeropuerto José María Córdoba.

A los 120 participantes los ha acompañado un equipo de médicos, paramédicos y guías. El itinerario arrancó con una caminata a campo traviesa de 50 kilómetros, luego 45 kilómetros de remo en kayak de dos plaza, en ríos rápidos, 80 kilómetros en bicicleta por terreno montañoso y, por último, un trayecto de 75 kilómetros a caballo. Cada equipo lo integran tres personas, de los cuales al menos uno debe ser mujer. “No sólo se requiere esfuerzo físico para hacer la carrera. Partes fundamentales son la destreza mental y la fuerza de voluntad. Sólo así puede uno abordar la rudeza de la competencia. Por otro lado, el componente femenino le da un equilibrio al equipo, es el termómetro sensible de lo que están viviendo todos. Una mujer expresa más fácilmente lo que siente y facilita la comunicación dentro del grupo”, aclara Luisa Fernanda.



Máxima emergencia

Dormir poco y en campo abierto, aguantar altas y bajas temperaturas, comer poco y en fogones improvisados, remar, cabalgar y caminar durante horas y horas, percibir el límite de las fuerzas y sobreponerse a ello es uno de los principales retos y atractivos de una prueba que muchos tildan como físicamente imposible. A simple vista parecería cosa de masoquistas. Pero la aventura tiene otros ingredientes que equilibran los padecimientos que imponen las pruebas. ”Disfrutar de los paisajes más extraordinarios que puedan verse es una de las más grandes compensaciones que tenemos los aventureros, quienes por lo general desarrollamos una actitud de respeto por la naturaleza y de amistad por el otro”, comenta Luisa Fernanda.

Aunque su espíritu de competidor lo impulsa a estar del otro lado del evento, Jorge Diego espera sacar el mejor provecho de la experiencia de la organización. “Conocer los detalles de la logística nos sirve de entrenamiento para nuestro siguiente reto, que será tratar de correr el próximo Eco-Challenge en Nueva Zelanda en octubre, y más adelante el Raide Gauloioses en Francia”.