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LA HORA DE LA VERDAD

Las derrotas en los últimos partidos de la Selección Colombia de fútbol simplemente dejaron en evidencia su verdadero nivel para Francia 98.

6 de julio de 1998

L as dos de la tarde del próximo lunes 15 la Selección Colombia de fútbol debutará en Francia 98. Por una curiosa coincidencia lo hará enfrentando al fantasma que se encargó de matar la ilusión del mundial pasado: Rumania. Cuando el equipo salte a la cancha en Marsella la incertidumbre jugará del lado de los colombianos. A la distancia las dudas acompañarán más que nunca a los seguidores del seleccionado.
En esta oportunidad existen razones para que la participación de los muchachos dirigidos por Hernán Darío Gómez en la última Copa Mundo de este siglo sea vista con menos optimismo del esperado. Y todas ellas quedaron al descubierto a pocos días del inicio del mundial.
Los tres últimos partidos de preparación contra Escocia, Alemania y Bélgica, que según el cuerpo técnico eran los más importantes y en los cuales se probaría verdaderamente a la selección, no dejaron un buen balance. El último de ellos, disputado faltando tan sólo 10 días para la inauguración de Francia 98, dejó en claro, al igual que los otros encuentros, una cruda realidad: Colombia no es más de lo que mostró en esos partidos.
Haber terminado con un saldo de dos derrotas y un empate, con siete goles en contra y solo tres a favor, demuestra que el éxito en el mundial dependerá más que de las cualidades del conjunto colombiano de una buena dosis de suerte.
Los tres arqueros, que aunque nadie niega su categoría, no ofrecen la seguridad suficiente en el arco nacional. La línea defensiva dejó ver que, a pesar de su aparente solidez, tiene momentos de duda que fácilmente son aprovechados por cualquier rival. La delantera depende exclusivamente de los chispazos de genialidad de Faustino Asprilla y las apariciones de Adolfo Valencia. Pero no ofrecen un poder ofensivo real y, sobre todo, constante, como lo tienen otras selecciones de un nivel similar como Chile. Y como si fuera poco, el sistema táctico tampoco muestra ninguna virtud. Pero tal vez lo más preocupante de todo recae sobre Carlos Valderrama. Nada más ni nada menos que la columna vertebral del equipo. 'El Pibe' tiene la inmensa responsabilidad de ser el eje central de la selección, y aunque su agilidad siempre ha estado en su mente y no en sus pies, no deja de ser inquietante la enorme pasividad que mostró en los últimos meses. Pareciera simplemente como, si faltando poco para el momento crucial, la llama que mueve a la selección se hubiera apagado. Pero la realidad es que pretender que Valderrama haga más de lo que hace en la cancha es imposible. Y faltando pocos días para el debut mundialista esa es una situación insalvable. Así las cosas, sólo queda acompañar a la selección con el acostumbrado fervor patriótico pero con la conciencia de que, tal como están las circunstancias, cualquier cosa es ganancia. Y confiar en que, como a veces sucede en el fútbol, los resultados no reflejen la dura reAlidad.