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LA NUEVA CRHIS

A sus 14 años, la tenista Jennifer Capriati se convierte en la sucesora de Chris Evert.

9 de julio de 1990

Cuando a comienzos del año la niña consentida del tenis norteamericano, Chris Evert, dejó las canchas, parecía poco probable que en corto plazo apareciera una figura que la reemplazara. El tenis profesional femenino estaba dominado por la checa Marina Navratilova, la alemana Steffi Graff y por otra serie de jugadoras europeas.

Pero para el público norteamericano, acostumbrado desde hace años a tener grandes jugadoras entre las cinco primeras del escalafón mundial, acaba de surgir una nueva esperanza. Se trata de una niña de 14 años, amante de las telenovelas, de las muñecas y, especialmente, de las raquetas.
Jennifer Capriati actuó hace dos meses en su primer torneo como profesional en Boca Ratón, Florida, y deslumbró por su juego agresivo y seguro. Desde la primera bola se echó al bolsillo al público y los medios de comunicación no dudaron ni un segundo en compararla con la famosa Chris.

Y el paralelo no fue gratuito. Como ocurrió con la Evert, la Capriati creció en las canchas de tenis y tuvo el mismo maestro de su antecesora.
Jennifer es hija del italiano Stefano Capriati, un hombre que fue futbolista sin mucha fortuna, tenista y artista de películas de vaqueros -spaghetti westerns-. Su madre es azafata en una línea aérea. A los tres años empuñó por primera vez una raqueta y en ese momento Stefano -que en la actualidad tiene 54 años se la llevó al padre de Chris para que la entrenara. No muy convencido, Jimmy Evert le dio las primeras clases, pero al final comprendió que tenía entre sus manos un verdadero diamante en bruto. A partir de entonces Jennifer no ha parado de jugar, hasta convertirse en la niña prodigio del deporte blanco. Para que la pequeña no tuviera problemas en su aprendizaje, la familia Capriati se fue a vivir a Lauderhill Florida, cerca de la casa de los Evert y de otros grandes maestros del tenis.
Así, hace algunos años, Jennifer tuvo la gran oponunidad de su vida cuando fue invitada a entrenar con su ídolo, Chris. "Por los nervios acerté pocas bolas. Creo que Chris debió pensar que yo era muy mala jugadora", recuerda ahora Jennifer con una sonrisa de picardia.

A los doce años ya era estrella del equipo amateur de los Estados Unidos y el año pasado ganó los abiertos de Francia y Estados Unidos para juveniles, con lo que ascendió al segundo puesto del escalafón internacional.
Según los entendidos, su juego mezcla en proporciones adecuadas los golpes certeros desde la línea de fondo que hicieron famosa a Chris, con la agresividad de la Graff. Agil, fuerte y muy bien mentalizada para la competición, Jennifer entró pisando duro en el circuito profesional. En su primera aparición, pasó por encima de figuras como Mary Lou Daniels, Claudia Porwik y la rusa Helena Sukova -décima en el ranking mundial-. En una final bastante disputada, debió contentarse con el segundo lugar tras ser derrotada por la argentina Gabriela Sabatini por 6-4 y 7-5.

A pesar de la fama que la envuelve, Jennifer no ha dejado de ser una niña a la que le gusta la televisión que salta alrededor de las piscinas de los hoteles en que se hospeda y que aún no entiende muy bien porqué está en la mira de los periodistas de todo el mundo. "En realidad, ella no es consciente de lo que tiene y para ella triunfar no tiene nada de extraño", comentó hace poco una de sus contendoras. Jennifer Capriati no pudo entrar en el circuito profesional sino este año, gracias a que no cumplía con la edad mínima, que es 14 años.
Sin embargo, como aficionada logró llamar la atención de todos y firmar un contrato por 5 millones de dólares con una casa italiana de ropa deportiva. En el torneo de Boca Ratón se metió al bolsillo la no despreciable suma de 28 mil dólares, por apenas una semana de competencias. Ha sido estrella invitada de programas de televisión tan famosos como "Morning Show" y "Evening News" de la CBS o "Sportsworld" de la NBC .
Lo cierto del caso es que, por mucho que lo intente, Jennifer Capriati ya no será una niña como cualquier otra. No sólo por sus habilidades dentro de la cancha, sino porque durante mucho tiempo estará en la mira de todo el mundo. Por ahora, acaba de pasar a los cuartos de final de Roland Garros de Francia y se prepara para hacer su debut profesional en el encopetado Wimbledon de Londres. Entre partido y partido continúa con sus estudios en los que ella misma afirma que le va bien sin ser nada sobresaliente. Claro está que no todo es color de rosa. El camino para llegar a la cúspide es largo y difícil y Jennifer deberá recorrerlo con cuidado si no quiere que, como le pasó a la norteamericana Tracy Austin -otra niñíta que hace un tiempo sorprendió por la juventud con que llegó al profesionalismo-, las lesiones y la fama acaben con una gran carrera.-