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LO QUE EL VIENTO SE LLEVO

Herrera y Cía., pierden sus esperanzas en España por no haber aprendido a cortar el viento

30 de mayo de 1988

Las opiniones estaban divididas. Al comenzar la Vuelta a España en la isla de Tenerife, comentaristas, directores técnicos, corredores y aficionados, no se habían puesto de acuerdo sobre a quién favorecían los cambios introducidos en la competencia para el presente año. Lo cierto es que, mirando detenidamente el trazado, las cosas no cambiaban mucho con respecto a temporadas anteriores.
Los colombianos contaban a su favor con una disminución en el recorrido total, con una nueva modalidad de prólogo que los favorecia y con una tabla de descuentos en la etapa contra-reloj por equipos que les permitía perder menos tiempo del que acumularon en años pasados. En su contra jugaba sólo una aspecto fundamental: la reducción de los tramos montañosos, especialmente el que finalizaba en Altos de Covadonga, donde Lucho Herrera consolidó su liderato el año anterior. Además, las posibilidades crecian para los suramericanos ante la ausencia de los grandes favoritos como Pedro Delgado, Laurent Fingnon y Greg Lemond, fuera del flojo acompañamiento con que cuenta el irlandés Sean Kelly en la actual temporada.
Al comenzar la semana, todo pintaba bien. En el prólogo, Lucho, Parra, Pacho Rodríguez y "Cebollita" Cárdenas quedaron con el mismo tiempo del líder. La contra-reloj por equipos fue floja, pero no se perdió el tiempo que se pierde por ejemplo, en el Tour de Francia. Sin embargo, los pedalistas colombianos se las arreglaron para acumular en cinco días de competencia más de cuatro minutos de desventaja. Las únicas excepciones fueron Fabio Parra y José H. Roncancio, que corren para equipos españoles, y que aprovechando la experiencia de sus co-equiperos se mantuvieron bien colocados dentro del pelotón, atentos a los posibles cortes.
El vía crucis comenzó en la etapa del sábado pasado, con un recorrido plano y con anunciados vientos de costado. Muy temprano, más o menos a cincuenta kilómetros de la largada, aparecieron los fuertes vientos se formaron las tradicionales escaleras y la gran mayoría de los colombianos se quedaron rezagados. La sonrisa regresó para los aficionados cuando, casi al final de la etapa, el fuerte ritmo impuesto por el grupo colero, en el que se encontraban Lucho, Cárdenas y Pacho, pudo alcanzar a los punteros. Cuando todo el mundo estaba seguro de que habían cogido escarmiento y estarían pendientes de cualquier contingencia, al salir de una curva soplo de nuevo el viento de costado. Otra vez los colombianos se dejaron "cortar", y no hubo tiempo para recuperarse. El saldo final fue un desastre. Herrera; Pacho Rodríguez y "Cebollita" Cárdenas arribaron a la meta con un desventaja de más de 4 minutos. Los únicos que conservaron sus diferencias en la general fueron William Palacios y Fabio Parra la única carta que le queda a Colombia para gana la Vuelta. Luis Herrera quedó con una desventaja de 8 minutos y medio frente a los líderes, lo que le hace prácticamente imposible defender su título con buenas posibilidades.
Lo cierto es que, después de más de un lustro de estar compitiendo el Europa, los corredores colombianos y especialmente sus técnicos, debían contar con una estrategia para contrarrestar los fuertes vientos. Ya que en las etapas contra-reloj, debido a la constitución física de los escaladores ha sido imposible hacer progresos notables, para el caso de los vientos era obligatorio haber hecho algo, ya que se trata de un asunto más de técnico que de potencia. La muestra clara está en Parra quien, siendo un escalador y por lo tanto con una constitución física liviana, gracias al manejo de las técnicas adecuadas logró mantenerse dentro de los abanicos.
Se trata, claramente, de una falta de previsión. Desde ningún punto de vista es justificable que equipos que invierten millones de dólares en la preparación de sus corredores, que dicen no dejar nada al azar y que pretenden mantenerse entre los grandes del mundo, no hayan diseñado un entrenamiento especial para contrarrestar el problema de los vientos, que se presentan en casi todas las pruebas europeas. Y si no cuentan en el país con una persona que maneje el secreto, por unos dólares más podrían haber contratado a un mago en el tema.
Después de lo ocurrido el sábado, es poco lo que los equipos colombianos pueden esperar. Tal vez la consabida camiseta de la montaña, que ya no es un consuelo por sí misma, de no ir acompañada por una magnífica ubicación en la general. Todo parece indicar que, para que un corredor de un equipo nacional vuelva a ganar una competencia de gran envergadura en Europa, habrá que esperar a que una serie de factores aleatorios, como la furunculosis de los rivales y la ausencia de vientos, vuelvan a estar a su favor.--