Home

Deportes

Artículo

MAS QUE UNA VICTORIA

El triunfo de Mauricio De Narváez en las 12 Horas de Sebring, es una hazaña que permite superar la etapa de las victorias morales

30 de abril de 1984

Nadie se sorprende cuando lee las noticias llegadas de Europa acerca de la actuación del ciclista colombiano Edgar "Condorito" Corredor, recientemente enrolado al profesionalismo, quien se está codeando de tú a tú con los Hinault, los Kelly y los Simon. Al fin y al cabo todo puede esperarse de nuestros ciclistas. Sin embargo, la victoria que logró Mauricio De Narváez en las 12 Horas de Sebring se ha constituído en toda una hazaña que los colombianos apenas comienzan a asimilar. El automovilismo colombiano, que nació en las calles, en las carreras go-go de la Avenida Pepe Sierra y que creció en los autódromos de Ricardo Mejía y de Tocancipá, ha logrado su desarrollo gracias al entusiasmo y al romanticismo de los pilotos, que hoy compiten en Europa y en Estados Unidos más por sus condiciones individuales que por el desarrollo de una infraestructura de nivel competitivo en Colombia.
Ganar las 12 Horas de Sebring significa entrar en una lista de campeones al lado de monstruos como Juan Manuel Fangio, Stirling Moss y Pedro González. En esa lista acaba de inscribirse Mauricio De Narváez y por lo tanto su triunfo es el primero de esa magnitud que logra un-piloto colombiano. Ya el año anterior De Narváez se dio el lujo de terminar de cuarto en las 24 Horas de Le Mans, una proeza que fue considerada e aquellos días como lo máximo a la que podía aspirar un piloto colombiano. Menos de un año después, es tesis fue desmentida por el mismo protagonista de la hazaña de Le Mans. Y si se tiene en cuenta que De Narváez es un piloto amateur que dedica el 90% de su tiempo a su negocio de exportación de flores, lo suyo es francamente insólito en un medio que día a día es más profesional y exigente.
De Narváez, de 42 años, se inicia como piloto en 1968. Corrió dos pruebas en los Estados Unidos y sólo hasta 1975, a una edad bastante avanzada para iniciarse en este deporte, comenzó su carrera en forma, precisamente en las 12 Horas de Sebring.
Tras una serie de triunfos en carreras secundarias en los años siguientes, fue en 1981 cuando cumplió su mejor campaña ya que pudo correr en 13 carreras y al final fue elegido el Piloto del Año dentro de su categoría en los Estados Unidos y el Automovilista del Año en Colombia. A pesar de su éxito, a De Narváez le había sido esquiva la gloria en las grandes competencias y en la categoría máxima hasta que quedó cuarto en las 24 horas Le Mans.
EL INFIERNO DE SEBRING
Sebring, en la mitad del estado de la Florida, es una pista construida partir de la pista de aterrizaje de un viejo aeropuerto militar que diez días antes de la carrera, es señalizada. Algunos tramos son en cemento, en otros se corre sobre asfalto, en medio de un calor infernal. La carrera parte a las 11 de la mañana y durante dos horas los pilotos de cada equipo se turnan la conducción del auto. El equipo de Joest Porsche estuvo integrado por De Narváez, el sueco Stefan Johannson, campeón europeo de Fórmula 2 en 1982, y el alemán Han Heyer. Durante el día condujeron en turnos de 55 minutos, el tiempo que gasta el coche en consumirlos 32 galones de combustible que llenan el tanque. Cada entrada a "pitts" para tanquear, cambiar de aceite, reemplazar una o dos llantas y relevar el piloto dura entre 30 y 45 segundos. Además de las once entradas previstas, el Porsche de De Narváez debió ingresar dos veces más luego de un pinchazo para limpiarle el vidrio luego de que un motor de otro auto estallara frente al coche cuando conducía Hans Heyer. Luego de que el líder temporal de la carrera Bob Akin salió de la competencia por problemas en las llantas, el equipo de De Narváez se apoderó del liderato y lo mantuvo hasta el final de la competencia. El equipo Joest Porsche ganó con dos vueltas de ventaja sobre el segundo, realizó 263 giros a la pista de 8 kilómetros para recorrer un total de 2.044 kilómetros a una velocidad promedio de 170 k.p.h.
Por primera vez se puede dejar de hablar de victorias morales en el automovilismo colombiano. Todo lo anterior había sido el resultado de una lucha desigual entre pilotos que cuentan con el apoyo de fábricas interesadas en investigar y desarrollar motores y accesorios,y un puñado de colombianos que tras muchos esfuerzos lograban llegar a competir en Europa y Estados Unidos. Se llegó a tener durante dos años la ilusión de un colombiano metido entre los grandes de la Fórmula Uno. Se lograron actuaciones destacadas, buenas figuraciones, pero sólo cuando Mauricio De Narváez, el que señaló el camino con su cuarto puesto en Le Mans, logró inscribir su nombre entre los ganadores de Sebring, se inauguró una nueva era en nuestro automovilismo y de paso se demostró que en este país se puede aspirar a algo más que adquirir experiencia y traer victorias morales. -