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MATAR AL REY

Enemistad personal y lucha de poder en el duelo ajedrecístico entre el rey Karpov y el retador Kasparov.

2 de diciembre de 1985

Gary Kasparov se apoya sobre el tablero, sus manos apretando sus nudillos como si quisiera sacar a las malas su próxima jugada. Los resultados son buenos. Se recuesta con satisfacción y nerviosamente ajusta corbata y cuello para quedar mejor presentado para el mate. El prospecto de un jaque inevitable se cierne sobre su oponente como una guillotina, y muchos en la multitud ubicada en el hall de Chaikovsky corean, "Gary, Gary".
El retador de 22 años de edad, quien está disputando la corona internacional del ajedrez, le ofrece un saludo final al campeón mundial, a quien ha aprendido a odiar, Anatoly Karpov, y se mueve un cuadrado más cerca al título, que lo convertiría en el campeón más joven en la historia del ajedrez. Desde el punto de vista de muchos de los grandes maestros que están en la galería, solamente entonces se hará justicia. Ellos recuerdan lo sucedido el pasado febrero y el final controvertido del último encuentro entre los dos hombres, el cual fue abruptamente terminado por el presidente de la Federación Internacional de Ajedrez. La finalización basada en el argumento de que el match había "dejado exhaustos los recursos sicológicos y físicos de los participantes y organizadores", vino en el punto en el cual Kasparov había luchado desde atrás para volver una diferencia de 5 a 0 en su contra, en una de 5 a 3 y cuando los rumores hablaban de un colapso sicológico por parte de Karpov.
"Lo que está pasando aquí es mucho más que ajedrez, es una lucha amarga sobre status, poder y enemistad personal", dice Lincoln Lucena, presidente de la Federación de Ajedrez del Brasil. "Esta es una guerra. Esos jugadores no solamente quieren asesinar el rey de su oponente, sino que quieren matarse entre ellos".
Hasta finales de la semana pasada, Kasparov lideraba la serie con dos puntos de ventaja, quedando solamente 4 juegos por desarrollarse. Cada victoria otorga un punto y un empate otorga medio. Dado el margen, se cree que es prácticamente imposible para Karpov recuperarse. El campeón necesita urgentemente dos victorias para tener chance de un empate, que es todo lo que necesita para retener su corona.
Karpov ha sido el campeón mundial reinante durante 10 años. Es un ruso de 34 años, que está luchando por su vida con la fuerza de un pescado congelado, y es un introvertido miembro del Partido Comunista, que contesta solamente preguntas por escrito de la prensa. Sus riquezas en rublos y en dólares son una leyenda. Kasparov, por su parte, es mitad judío y mitad armenio, pero ha llevado el apellido de su madre desde que ella se divorció de su padre, quien es de apellido Weinstein. Es extrovertido, y protestó abiertamente la finalización del pasado encuentro en una conferencia de prensa internacional. Su novia es una actriz de unos 30 años que está protagonizando la primera producción rusa de "¿Quién le teme a Virginia Woolf?".
Lincoln Lucena de la Federación de Ajedrez, lo coloca de esta manera "cuando Kasparov entra confiado a un restaurante, las cabezas de las gentes se voltean. Cuando el liviano campeón mundial camina como pidiendo excusas, el mesero escasamente se da cuenta". Todo lo que los dos hombres tienen en común son los carnés de afiliación al Partido Comunista y las banderas rusas al lado de sus posiciones en el tablero. Fuera de ofrecer diferentes personalidades, el encuentro también otorga diferentes visiones de política, filosofía, deportes y, por supuesto, ajedrez.
Para quienes les interesa la política, ésta es una lucha soviética interna, por una posición que un gran maestro ruso afirma que "es equivalente a la de un ministro". El campeón soviético tiene la facultad de decidir que jugadores pueden participar en el exterior, donde ganan preciosas divisas. El tiene un rol central en la escogencia de los miembros de la Federación Soviética de Ajedrez y tiene mucho peso en la elección del director de la Federación Internacional de Ajedrez, FIDE.
Karpov representa la estructura política y Kasparov la joven, pero bien conectada, revelación. Karpov aseguró su importancia política al derrotar dos veces al desertor soviético, Víctor Korchnoi, en 1978 y 1981. Ha comido en privado con figuras políticas importantes, como el fallecido Leonid Brezhnev. Tiene la Orden de Lenin, una lujosa dacha en las afueras de Moscú, un chofer, una sirvienta, un entorno de entusiastas seguidores y un trabajo adicional como director del Fondo Soviético de la Paz, una organización que recolecta dinero para causas socialistas en el mundo. Karpov tiene una estrecha amistad con el presidente de la FIDE, Florencio Campomanes. Es una curiosa alianza entre un importante miembro del Partido Comunista y un filipino, que le debe mucho de su éxito a su cercana amistad con el presidente derechista, Ferdinando Marcos.
Kasparov nombraría con gusto a muchos de sus amigos como funcionarios en el ajedrez soviético y probablemente haría campaña contra la reelección de Campomanes en el otoño de 1986. En una entrevista con la revista alemana Der Spiegel, él llamó al presidente de la Federación "Karpomanes", debido a su amistad con Karpov. Lo acusa de haber detenido el pasado encuentro para salvar la corona de su amigo, y sostiene: "Para Karpov, la palabra deporte es un concepto vacío".
Pero Kasparov está lejos de ser un disidente. Nunca critica a la Unión Soviética y se dice que es muy cercano al miembro del Politburó, Geidar Aligev, quien es también de la región de Azerbaiyán.
Para los filósofos, este encuentro, es la clásica batalla entre el científico y el artista. Karpov constituye sus posiciones como si fuera un computador y algunas veces sigue estrategias tan complejas que deja a los grandes maestros en la galeria rascándose la cabeza.
Kasparov es el artista. El, a menudo, sacrifica un peón para crear una posición agresiva. Eso es un movimiento relativamente llamativo a este alto nivel del ajedrez, cuando "teniendo un peón de ventaja puede ser suficiente para ganar, si todas las otras cosas están iguales", dice el maestro internacional británico, David Goodman, quien está escribiendo un libro sobre el encuentro.
Para los deportistas, éste es un Wimbledon del ajedrez entre "un jugador brillante que trabaja desde la raya y que construye oportunidades, y un hombre que las crea atacando en la red", dice Goodman.
Durante el juego 16 el retador atacó, aunque Karpov estaba jugando con las blancas; una ventaja equivalente a tener el servicio en el tenis. Con todo, el joven retador lo redujo a nada, sacrificando un peón y cargando hacia adelante.
Para el puro interés humano, ésta es una batalla entre enemigos. Durante su último encuentro, ambos por lo menos conversaban educadamente después de los juegos. Ahora Kasparov no le habla ni quiere a su oponente cuando sale. Karpov, quien nunca llega tarde a una partida, se ha demorado dos o tres minutos varias veces en un aparente complot sicológico.
El talismán de Kasparov es su madre, siempre presente, con quien intercambia secretos y supersticiones. Desde el tercer juego de este encuentro, ella se ha sentado en el tercer asiento de la derecha de la tercera fila. Sea lo que esto significa, ella no lo dice, pero cuando se le ofrecieron flores antes de un juego reciente, dio un paso atrás y rehusó la oferta como si se le hubiera pedido caminar por debajo de una escalera, ubicada antes de una zona de cruce de gatos negros.
Sin embargo, la mejor razón para mirar el mundo del ajedrez aquí, es por la vista que permite de la élite soviética. Mientras los niños norteamericanos se divierten con videojuegos, los soviéticos están aprendiendo a manejar alfiles y reinas. Los líderes del país seleccionan a los mejores a temprana edad, se preocupan de que sean apropiadamente entrenados y se aseguran de que los mejores tengan una existencia protegida.
Los contendores por la corona llegan al hall de Chaikovsky en sus carros negros y a menudo hasta 200 soviéticos permanecen afuera tan solo para poder mirarlos brevemente. La Policía detiene el tráfico y los guardias de seguridad los escoltan adentro.
También está el asunto de los 58 de la bolsa, que el ganador obtendrá de premio, la cual, según la Federación Soviética de Ajedrez, será de unos 1.6 millones de francos suizos, o el equivalente a 740 mil dólares.
"El dinero del premio probablemente le significa a ellos menos que cualquier otra cosa", dice un miembro de la Federación de Ajedrez. "Para quien gane, será tan solo una fracción de lo que será capaz de obtener cuando tenga el título".