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MILAGRO EN MOSCU

Detrás de Estados Unidos y la Unión Soviética, los atletas colombianos sorprenden al mundo en la capital rusa

11 de agosto de 1986

Todavía se escuchaban los aplausos del Mundial de México y las páginas deportivas aún estaban analizando sus resultados, cuando la televisión transportó a la afición a otro escenario, con otras disciplinas y con otros intereses: los Juegos de la Amistad, en Moscú.
De ese evento prácticamente nada se sabía hasta entonces, cuando se pasó en directo la impresionante ceremonia de inauguración y se le entregó al acontecimiento una importancia política adicional, porque por primera vez desde 1976, atletas de Estados Unidos y de la Unión Soviética se enfrentaban.
El milagro de reunir a deportistas de una y de otra potencia, lo que había sido imposible en diferentes eventos por discrepancias políticas, lo logró el dinero: Ted Turner, el magnate de la televisión norteamericana, fue el que propició el evento junto al soviético Marat Gramov, para mover entre los dos muchos millones de dólares y de rublos y, de paso, apoderarse de la atención de dos países a los cuales el Mundial los había dejado con apetito.
La selección colombiana estaba integrada por cinco atletas y tres ciclistas, pero nadie salió a despedirlos al aeropuerto, no hubo reporteros de televisión en entrevistas ni ninguna concesión publicitaria a un grupo anónimo que, además, participaría en pruebas donde los colosos comunistas y capitalistas son reyes fuera de alcance desde hace muchos años.
Pero el miércoles nueve de julio, entre las informaciones deportivas que llegaban de Moscú y hablaban de nuevos récords alemanes orientales más registros soviéticos, triunfo norteamericano en baloncesto femenino en medio de todo ese torrente de marcas y hazañas, llegó una noticia escuálida: Colombia logró el tercer lugar en la prueba de relevos de 4 x100.
Con excepción de los triunfos en maratones logrados por Alvaro Mejía, Víctor Mora, Domingo Tibaudiza y Silvio Salazar, todos ellos en certámenes continentales, nunca antes el atletismo colombiano había brillado tan alto. Pero tan alto es muy alto, porque, ya se sabe, norteamericanos y soviéticos son los reyes de estas disciplinas, pero, además, de ahi para abajo había competidores de otras potencias como Alemania Oriental, Bulgaria, Rumania, Canadá, Suiza, Francia y treinta más. Pero es mucho más alto el brillo de bronce de la medalla conseguida por Mauricio Vélez Juan José Villamizar, Wilson Cañizares y Arnul Chara, los relevistas que pusieron un tiempo de 40 segundos 22 centésimas, porque frente a los norteamericanos, que fueron campeones, apenas los separaron tres segundos, a pesar de que Carl Lewis, el fenomenal atleta, era el comandante de su grupo.
El milagro se hizo en Moscú. --