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Mourinho, entre Goethe y el Ratón Mickey

El Real Madrid vuelve a tropezar y las lanzas apuntan hacia el técnico portugués Mourinho, pero él las desvía hacia su jefe, Florentino Pérez.

Alianza BBC
Raúl Fain Binda (BBC Mundo)
17 de enero de 2011

José Mourinho corre el mismo riesgo que el Ratón Mickey en Fantasía: por pasarse de vivo con la escoba, se le puede inundar la cueva.

El domingo, en la visita al Almería, dejó en el banquillo a Benzema, el 9 que el club le quiere "imponer", poniendo en su lugar, con calzador, a Kaká, que nunca será un centro delantero, falto de fútbol y de entendimiento con sus compañeros.

El resultado, a pesar de la corrección posterior, fue un empate 1-1. Esto deja al Real Madrid a cuatro puntos del Barça, que ganó 4-1 al Málaga.

Nuestros colegas españoles coinciden en que estas maniobras forman parte de la campaña de Mourinho para domesticar a la directiva del club: quiere enseñarles que si no hacen lo que él dice, no podrá garantizar los éxitos que le exigen.

Cualquier otro atrevido sería despedido de inmediato, pero Mou es Mou: si él no sirve, por insolente, ¿a quién traer? Seguramente no a uno de esos técnicos mansos que el presidente tanto desprecia.

Tanto el presidente como el técnico nos hacen recordar las tribulaciones del Ratón Mickey, corriendo desesperado, tratando de contener la inundación.

Es posible que Mourinho, con sus dotes de lingüista, reconozca una cita famosa, "Die Geister, die ich rief" (los espíritus que yo invoqué), que los alemanes aplican a casos en los que alguien que se pasa de listo, al crear situaciones absurdas o utilizar aliados indeseables, debe pagar finalmente por su osadía.

La cita pertenece a una de las obras más conocidas de Goethe, Der Zauberlehrling, o El Aprendiz de Brujo, escrita en 1797.

¿Es ocioso aclarar que Walt Disney se inspiró en Goethe y no al revés?

No son lo mismo

No es cierto que el genio alemán haya prefigurado la versatilidad del genio portugués: a fin de cuentas, sólo se destacó en literatura, filosofía y ciencias. También fue dibujante, pintor, jinete, bailarín y políglota, pero convengamos en que aparte de eso tenía las limitaciones propias de un alemán del siglo XVIII.

Vamos, que además de hablar un idioma que pocos entienden fuera de Alemania, el hombre está muerto y no aparece en televisión.

José Mourinho, en cambio, es un personaje actual, universal... y aparece en TV.

El talento de Mou

El hombre tiene un talento descomunal, en esto coincidimos casi todos. Despliega sus facultades profesionales y personales con una facilidad natural pasmosa.

Siempre tiene dos o tres planes alternativos para todas las situaciones.

Controla a sus hombres con mano de hierro (el que no se somete es humillado, apartado, ninguneado) pero al mismo tiempo se hace respetar y hasta querer, a diferencia de técnicos como Rafael Benítez, que no saben dialogar ni adular.

El genio de Mourinho es evidente en su enfoque global del fútbol.

Algunos DT se conforman con el control del vestuario y del equipo en el campo de juego. Mou, que conoce su material y podría dar conferencias sobre la importancia de Helenio Herrera en la historia del fútbol, extiende su influencia a todos los ámbitos, la tribuna, el directorio, los órganos periodísticos...

Don de lenguas

Es por eso que Mou da tanta importancia a su dominio de los idiomas de las principales ligas: la dialéctica, para él, es tan importante como la técnica.

En su primera conferencia de prensa en Italia, sorprendió a todos con un dominio casi perfecto del idioma, que se había pasado meses refrescando.

Uno de los aportes de HH durante su gestión en el Inter, en los años 60, fue canalizar en una forma orgánica la natural pasión del hincha italiano.

El respaldo de la tribuna al equipo en el campo fue manipulado en forma magistral por un técnico-líder, que intuyó la importancia de las banderas y otros sustitutos del grito pelado para sostener y galvanizar el esprit de corps.

Mou juega con fuego en su pulso con el presidente Florentino Pérez, el gran valedor de Benzema.

Aunque el técnico apunta supuestamente al director general, Jorge Valdano (el mismo que cierta vez comparó el fútbol de Mou con "una mierda colgada de un palo"), todos saben que Valdano sólo hace lo que quiere Florentino.

Partes nobles

El presidente, un personaje de lo más quisquilloso, está recibiendo el siguiente mensaje de su empleado: "O haces lo que yo digo o pagarás las consecuencias."

Mou tiene a Florentino agarrado de las partes nobles, por decirlo así.

Se queja de que no tiene delanteros y para demostrarlo sienta en el banquillo a un internacional francés bastante presentable, favorito del presidente.

Valdano lo señaló después del partido en Almería: cuando le preguntaron sobre la falta de un número 9, contestó que el 9 estaba en el banquillo.

Mou sigue apretando las partes de Pérez, sabiendo que el fracaso espanta al presidente.

Mientras aprieta, le dice, "si el Real Madrid no gana títulos este año, será porque no tuve los medios que estoy pidiendo; será tu culpa, no mía."

A los presidentes en general, y a Florentino Pérez, en particular, no les gusta este tipo de aprietes, pero Mou es Mou y cree que se ha ganado el derecho.

El desenlace de esto promete ser apasionante.