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Mundial bueno, mundial malo

No hubo un gran equipo, tampoco una figura excluyente, y la final fue muy pobre. Pero Alemania 2006 dejó una gran cantidad de buenos recuerdos: golazos como muy pocas veces se había visto, varios partidos vibrantes y, sobre todo, Zinedine Zidane, un héroe-villano digno de una tragedia de Shakespeare.

Eduardo Arias
10 de julio de 2006

No es fácil decirle adiós a la Copa del Mundo y menos cuando deja un balance tan ambiguo. Quienes pretenden que fue un Mundial malo tienen argumentos de sobra para decirlo: pocos goles, no hubo grandes sino apenas buenos equipos, la final fue en líneas generales muy pobre, fracasaron los Ronaldinhos, Kakas, Lampards y Rooneys llamados a triunfar. Pero quienes creemos que fue un buen torneo repasamos la larga lista de partidos de gran nivel o al menos vibrantes y entretenidos que se vieron en la primera fase. Los golazos que se vieron casi que todos los días. Desde los misiles de Lahm y Frings en el partido inaugural hasta los zapatazos de Schweinsteiger a Portugal y, por qué no decirlo, la extraña manera como Zidane cobró el penal que puso a Francia en ventaja ante Italia. Fue el Mundial de la hermosa lección de fútbol que les dió Zidane a los españoles que pretendían jubilarlo y a los brasileños que dizque le iban a dictar cátedra. Pero, ¿cómo consagrarlo después de su absurda reacción contra el mañoso Materazzi?
Un Mundial que cada quien juzga desde su óptica. Últimamente la norma suele ser criticar los mundiales, en particular en Suramérica cuando los protagonistas de la final son equipos europeos; hacer comparaciones facilistas con México 70 y torneos similares se ha vuelto moneda corriente; qué fácil es destrozar el fútbol que se vio en Alemania 2006 con los ojos de Suiza 1954 y Suecia 1958. Nadie niega el bajonazo del torneo en los octavos de final y la triste final que ofrecieron Francia e Italia. Pero, en líneas generales, fue mucho más lo bueno que dejó esta Copa del Mundo. Un gol como el de Maxi Rodríguez a México vale por 20 ó 30 de los goles que se marcaron en México 70. Y si a ese se agregan el de Joe Cole a Suecia, el de Rosciky a Estados Unidos, el de Cambiasso a Serbia y Montenegro, el de Kaká a Croacia, el de...
Por último, un par de palabras sobre la figura: Zidane. Un ser humano complejo y contradictorio y no un pinche estereotipo. Como Maradona, el más grande futbolista de todos los tiempos. Son personajes que desconciertan, que incomodan, que ponen a pensar. Eso también los hace grandes e irrepetibles.