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Octubre rojo

Édgar Rentería, de los Cardenales, contra Orlando Cabrera, de los Medias Rojas. Por primera vez dos colombianos se encuentran para disputar la gran final del béisbol mundial.

30 de octubre de 2004

Dos colombianos estarán a la vista en Bush Stadium y Fenway Park. Sin contar con los cientos de millones de televidentes que siguen por televisión la Serie Mundial. Uno, barranquillero. El otro, cartagenero. Ambos son short-stops de los mejores de las ligas mayores de béisbol (MLB), y se enfrentan por el título de las Grandes Ligas. No importa quién gane la Serie Mundial, un colombiano será campeón, en una disputa que sólo se ha presentado en dos ocasiones, en 1946 y 1967.

Por eso tal vez puede ser la más emocionante serie, en especial para Colombia y para los costeños, que tienen en este deporte su mayor afición. Para ellos ya es histórica. Esta vez los Cardenales vuelven de la mano de Édgar Rentería a una serie de otoño después de 17 años, mientras que Orlando Cabrera espera ser uno de los artífices de la consagración de Boston, que no gana un título mundial desde 1918.

Hace 10 días parecía imposible este duelo. Por una parte los Medias Rojas de Boston, equipo en el que juega el cartagenero, estaban casi eliminados, con tres juegos perdidos en una serie que corona al que gane cuatro de siete partidos. Ningún equipo en 100 años le había dado la vuelta a un resultado de esta naturaleza, por lo que se daban por eliminados, y más porque enfrente tenían nada menos que a los encopetados Yankees de Nueva York, que tienen una nómina de 170 millones de dólares, con 26 títulos de serie mundial y 39 apariciones en postemporada. El mismo equipo que se llevó en 1918 a Babe Ruth de los Medias Rojas a sus filas y que decretaría el inicio de la histórica saga Boston, que se conoce como 'la maldición del bambino'.

Pero los Medias Rojas sacaron sus bates y una buena dosis de coraje, y en cuatro partidos, dos de ellos en extra inning de 12 y 14 entradas -lo regular son nueve- se llevaron el campeonato de la Liga Americana. Los Red Sox se consagraron en el propio patio de los Mulos de Manhattan, el Yankee Stadium, el templo sagrado del corazón del Bronx. "Tengo que irme para alguna parte y esconderme, no puede ser que celebren en nuestro estadio", dijo Álex Rodríguez, tercera base de los Yankees, jugador que estuvo en la mira de los Medias Rojas al comienzo de la temporada.

En la serie por el campeonato, Cabrera se lució, con un promedio al bate de 379, con 11 hits y cinco carreras empujadas y sin errores a la defensiva, fue vital para lograr el título. Mientras tanto, el equipo de Rentería también logró lo impensable. Después de ir perdiendo la serie tres juegos a dos, los Cardenales remontaron la diferencia en su casa y esperan llevarse su décima corona de Serie Mundial.

Édgar Rentería fue fundamental para la consagración de los Cardenales. En los dos últimos partidos demostró que es un jugador ganador. En el sexto juego impulsó dos carreras que resultaron definitivas para empatar la serie y en el último partido se encargó de sacar él solo los tres outs del octavo inning, cuando se enfrentaban a los bateadores más temidos de los Astros de Houston, Carlos Beltrán, Jeff Bagwell y Lance Berkman. "La exhibición de Édgar en ese octavo inning,' that's classic" (algo así como "este es el abc de su oficio"), dijo su mánager, Tonny Larussa, al referirse al colombiano.

Desde este sábado la serie de siete juegos que comenzó en Fenway Park, el mítico 'monstruo verde', va a consagrar a un solo equipo y a un solo colombiano, pero con su juego y su gesta ya hacen parte de la historia; así uno solo sea campeón ya cumplieron con su trabajo.

Siete años después

Para Édgar Rentería será su segunda serie mundial. La primera fue con los Marlins de la Florida en 1997. En aquella oportunidad -su segundo año en la Gran Carpa- se consagró al disparar el hit que le dio la victoria a la novena de la Florida frente a los Indios de Cleveland en el último partido de la serie.

Después del fulgurante paso por los Marlins, Rentería llegó en 1999 a una de las novenas más poderosas de las Grandes Ligas: los Cardenales de San Luis. Desde ese año ocupa la posición del mítico Ozzie Smith, con la que ha conseguido dos guantes de oro consecutivos y tres bates de plata. Además ha salido elegido como shortstop titular a dos juegos de estrellas.

Este año su mánager Tonny Larusa logró armar un equipo con estrellas de la talla de Albert Pujols, Scott Rolen, Larry Walker, Reggie Sanders, Jim Edmonds y los lanzadores Matt Morris, Woody Williams, Cris Carpenter, Julián Tavares y Jason Isrinhausen, con la que se paseó por todos los estadios de la Liga Nacional y consiguió la mejor campaña de todas las mayores con 105 partidos ganados y 57 perdidos.

Rentería tuvo un año notable, a la ofensiva con un promedio de 287, empujó 76 carreras y disparó 10 home runs en 147 partidos. A la defensiva sólo cometió 11 errores, siete menos que en 2003, cuando se consagró por segundo año consecutivo como el mejor campo corto del viejo circuito.

Para Tony Larussa, Rentería hace parte de un club único. "A nuestros jugadores les emociona jugar la defensa y también correr las bases, dos aspectos en donde la estadística y el dinero no tienen incidencia".

El año del conjuro

Cada vez que Orlando Cabrera hace una estirada para atrapar una imparable y logra un out que pareciera imposible, las cámaras de televisión enfocan inmediatamente al mánager general de los Medias Rojas, Theo Epstein, un joven de 28 años que creyó que con el colombiano su equipo tendría talla para ganar una serie mundial.

Hasta el momento no se ha equivocado. Cabrera, que llevaba algo más de ocho años en las ligas mayores con los Expos de Montreal, se vio envuelto en una negociación de tres equipos que lo llevó a los Medias Rojas de Boston a reemplazar a Normar Garciaparra, ídolo de la afición. Cabrera llegó, tomó el bate y empujó en su primer turno al bate un cuadrangular, y en dos meses y medio se encargó de hacer olvidar a Garciaparra, quien había sido tres veces guante de oro, dos veces campeón bate, pero que en los últimos años se había llenado de lesiones y no le aportaba nada a la defensiva de los Sox.

Antes de la llegada de Cabrera, los Medias Rojas de Boston eran el peor equipo a la defensiva en las Mayores. Sin embargo, su contratación, junto con la de Douglas Mientkiewicz y el acoplamiento con estrellas como Manny Ramírez, David Ortiz, Johnny Damon, Pedro Martínez y Curt Schilling, la novena empezó a mejorar en todos los departamentos hasta terminar con 98 victorias y 64 derrotas.

Desde que el cartagenero llegó al campo corto de Boston el equipo logró ganar 42 frente a solo 18 perdidos, lo que les hizo ganar el título del wild card (mejor segundo de la Liga Americana). En la serie por el campeonato se destapó a la ofensiva y con un promedio al bate de 379, con 11 hits, cinco carreras anotadas, cuatro empujadas, tres bases por bolas, cinco ponches y una base robada. A la defensiva no cometió errores.

Para Cabrera no era fácil reemplazar a un jugador de la talla de Garciaparra, pero su guante seguro, su condición física y sus hits oportunos le hicieron ganarse poco a poco la afición exigente de Fenway Park. Y todo lo hizo en apenas dos meses y medio, llevando seguridad al campo de juego, en el más exigente de los deportes a nivel mundial. Ahora sólo espera que con su aporte se acabe de una vez por todas la 'maldición del bambino'. Eso sí, si Rentería y sus compañeros de St. Louis se lo permiten.