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Pequeño gigante

El noruego Magnus Carlsen, un niño de 13 años, está revolucionando el ajedrez. De seguir así, podría convertirse en el campeón mundial más joven de la historia.

25 de abril de 2004

Magnus Carlsen ya es conocido, a sus 13 años, como el "Mozart del ajedrez", calificativo que le dio hace pocos meses el diario Washington Post. Carlsen no es campeón mundial pero ya les ha ganado a los más grandes de los últimos tiempos. En el reciente torneo de Reykjavik, Islandia, en donde se les da menos tiempo de lo normal a los participantes para hacer sus jugadas, Carlsen derrotó al ex campeón del mundo Anatoly Karpov y al campeón Gary Kasparov en una oportunidad. En el segundo juego, Kasparov tomó revancha en 32 movimientos y le ganó al irrespetuoso niño, que confirmó su gran talento en un comienzo de año que ya había iniciado con pie derecho.

En el Corus Chess Tournament de Wijk aan Zee, Holanda, obtuvo el primer puesto del grupo C, su primer Grandmaster. Carlsen también deleitó a los asistentes jugando la mejor y más emocionante partida del evento, tras derrotar al georgiano Merab Gagunashvili, favorito del grupo, en un juego que ya parecía totalmente perdido.

Carlsen jugó su primer torneo a los 8 años y, de inmediato, el mejor ajedrecista de Noruega de los últimos tiempos, Simen Agdestein, advirtió la destreza del menor y desde entonces decidió ser su tutor. En los últimos tres años Magnus ha jugado en varios campeonatos juveniles y su mejor participación la consiguió en 2002 en Grecia, donde terminó segundo, superado por el ruso Ian Neomniachtchi. La decisión de su familia de apoyarlo ciegamente no fue fácil y para ello tuvieron que retirarlo del colegio para que pudiera dedicarse de lleno al denominado juego ciencia.

El niño invierte siete horas diarias en su preparación no sólo jugando sino leyendo muchos libros de partidas que han hecho historia. Agdestein dice que Carlsen tiene una memoria fotográfica. Muchas veces ve un tablero con un juego en desarrollo, retira las fichas y a los 10 segundos es capaz de colocarlas sobre el tablero tal y como estaban. También dice tener un tablero dibujado en el techo de su habitación para, antes de dormir, hacer movimientos mentales.

Los esfuerzos económicos de su familia por llevarlo a diferentes ciudades del mundo para jugar los torneos fueron recompensados hace poco cuando Microsoft anunció que pensaba patrocinarlo. Es evidente el interés que despierta el niño: de un lado, una nacionalidad que busca romper con la hegemonía de las antiguas naciones soviéticas y, de otro, su carisma y su ternura, que contrastan con las miradas y los rostros adustos y agresivos de los Karpov, los Spasski y el propio Kasparov.

Carlsen es considerado la mayor promesa del ajedrez europeo de la actualidad. El próximo año en el Corus Chess Tournament ya no estará en el grupo C sino en el B, un nivel mucho más difícil. ¿Puede Carlsen ser campeón del mundo? Aún es muy temprano para decirlo. Como también ocurre con pianistas y violinistas, ajedrecistas que son promesas durante su infancia y adolescencia al llegar a la edad adulta no soportan la guardia o la presión de entornos tan exigentes. Agdestein confía en que lo haga antes de los 18 años, récord que tiene el ucraniano Ruslan Ponomariov, el campeón más joven de toda la historia. Kasparov lo hizo a los 22. El sistema de puntuación Elo, por el que se rige la Federación Internacional de Ajedrez, todavía lo tiene lejos de ese propósito pero avanza más rápido que muchos ajedrecistas. Carlsen dice amar el fútbol y el esquí, uno de los deportes nacionales de Noruega, pero su vida está entregada, desde muy temprano, al ajedrez. Si soporta la presión, seguramente Carlsen lo conseguirá.