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¿Se creyó usted el sorteo del Mundial?

Javier A. Borda Díaz
12 de junio de 2006

Es muy raro: otra vez el anfitrión del torneo y el súper-favorito Brasil sólo se podrán enfrentar en la final. Además, no puede ser tanta coincidencia que los campeones y las selecciones sedes comiencen su camino en los mundiales contra los más débiles. El vivo ejemplo se conoce hoy con Alemania y Brasil, pero sorteos así, con martingalas, ya habían sucedido.

En este Mundial, Alemania quedó en la primera fase con equipos que no le producirán mayor aspaviento. Se midió con Costa Rica y naturalmente le ganó; enfrentará a Ecuador-que estará apenas por segunda ocasión en el campeonato- y seguramente le vencerá. Igual pasará con Polonia, que no es ni sombra ni espejo a la selección del 74 o del 82, años en los cuales quedó en el tercer lugar del Mundial.

Alemania será, entonces, primera del Grupo A. ¿Y Brasil? También. No lo dude, nada hace pensar lo contrario. ¿Tuvo suerte el scratch por ubicarse en el grupo F? Es difícil creer en esta providencia. Los pentacampeones enfrentarán a Croacia (tercera en el 98), Australia (no iba al Mundial hace 32 años) y Japón -¿qué mayor cosa hay que decir de Japón?-.

Brasil y Alemania son cabezas de serie del Mundial y naturalmente iban a enfrentar en primera fase a rivales de menor monta (cuidado con subestimarlos, si no que lo diga Francia contra Senegal en 2002), pero el sorteo sí los protegió. Queda claro, muy claro: un Mundial con el campeón reinante y el anfitrión eliminados en primera ronda es imposible. Esa sí sería una verdadera sorpresa.

En los sorteos es difícil creer. Yo no confío en ellos. Dicen que para hacer trampa unas pelotas están más calientes que otras y así el “elegido” sabe cuál es la “adecuada”. La textura y el peso son otras cualidades que se modifican para acomodar los grupos. Dicen…

En 1998, Francia –otra “casualidad”- sólo podía enfrentar a Brasil en la final y así acaeció. Pero este arreglo no sólo pasó en el Mundial. Por ejemplo, en la Copa América de Colombia, Brasil únicamente iba a ser nuestro rival en la final y en la primera ronda nuestros contrincantes fueron débiles: Venezuela, Ecuador y Chile.

Asimismo, en la última versión del certamen suramericano, el local Perú tuvo en la ronda inicial a Colombia, Venezuela y Bolivia. En la de 1999, Paraguay, que por su propia culpa no llegó a la final ante –adivine- Brasil, se midió primero con Bolivia, Japón y Perú. ¿Qué pasó con Bolivia en la Copa América de 1997 y con Uruguay en la de 1995? Lo mismo, Brasil, únicamente en la final.

Nadie está pidiendo que las mejores selecciones se tengan que encontrar en la primera ronda puesto que sería literalmente ridículo, pero sí que los campeonatos no se acomoden hacia una final probable entre el súper-favorito Brasil y quien organiza el evento.

Argentina, por ejemplo, sí ha tenido peor “suerte” en los últimos mundiales. Su grupo en 2006 presenta a Holanda, Costa de Marfil (ya le ganó) y Serbia y Montenegro. En 2002, tuvo que lidiar con Inglaterra, Nigeria y Suecia y en 1994, con Nigeria y Bulgaria. Eso es distinto, ¿no? Y no importa que Argentina sea bicampeón mundial.

Siempre ha habido algo oscuro y escondido en los mundiales, como en otros torneos. Mussollini, Videla, los patrocinadores, la manipulación de los jueces, resultados increíbles (Argentina 6-0 Perú en 1978)… A la lista habrá que sumarle los sorteos. Ya depende de los favorecidos recorrer el camino que les ha sido asignado con anticipación.