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Seis titanes que desafiaron la historia

Usain Bolt ha entrado a la historia de los Olímpicos como un deportista capaz de desafiar a la adversidad. Los siguientes son los perfiles de seis deportistas que, como el jamaiquino, lograron elevarse contra los prejuicios de su tiempo.

Felipe Restrepo Acosta
15 de agosto de 2012

Por su contenido político, por haberse dado en contextos de gran adversidad o sencillamente por haber llevado al extremo las posibilidades de lo humano, varios de los atletas que han brillado en las olimpiadas se han convertido en mitos de su tiempo.


 
Jesse Owens
 
En 1936 la tensión en Europa se podía cortar con un cuchillo. Hitler había llegado al poder en Alemania algunos años antes y sus políticas racistas y antisemitas ya se aplicaban en el Imperio nazi. En los olímpicos que ese año se organizaron en la capital alemana, el llamado “Führer” tenía la intención de demostrar al mundo que Alemania estaba por encima de las otras naciones (“Deutschland über alles” decía su himno) y que la raza aria era, según él, la única digna de ganar las grandes competencias atléticas.

Pero el delirio absolutista de este pintor frustrado se estrelló contra las proezas de Jesse Owens, un atleta negro que encarnaba el verdadero eslogan de los Olímpicos: “más alto, más rápido, más lejos”. En seis días, del 3 al 9 de agosto, este corredor cosechó cuatro medallas de oro nada menos que en las carreras de 100, 200 y relevo en 4 x 100 metros, así como en el salto largo. Aunque la leyenda sobre Hitler saliendo del estadio para evitar darle la mano ha resultado inexacta, la inapelable victoria del nieto de un esclavo constituyó un revés para el credo del supremacismo blanco.

Por desgracia, la Alemania nazi no tenía el monopolio del odio en los albores de la Segunda Guerra Mundial. "Cuando regresé a mi país," dijo Owens "no pude vivir donde quería. No se me invitó a estrechar la mano de Hitler, pero tampoco nadie me invitó a la Casa Blanca para saludar al presidente."
 



Abebe Bikila
 
En 1960, el atleta Abebe Bikila participó en los Olímpicos de Roma por un accidente, más exactamente debido al que sufrió Wami Biratu, otro de lo atletas de la delegación etíope, quien se rompió el tobillo jugando fútbol. Bikila fue llamado a última hora para remplazarlo en la maratón que se celebró el 10 de septiembre por las calles de la capital italiana.

El día de la carrera los únicos zapatos que había llevado a las justas estaban deshechos, y ninguno de los pares que podía brindarle la organización se ajustaba a sus pies. ¡Así que Bikila corrió descalzo los 42.125 metros que componían el trazado! El resultado dejó atónito a los asistentes, pues este hombre delgado y de poca estatura —un Gandhi de las tierras altas de Abisinia— había logrado la doble proeza de vencer al favorito, el soviético Sergey Popov, y de romper el récord mundial entonces vigente. Un registro al que por cierto restó nada menos que tres minutos cuatro años más tarde, en las justas de Tokio.

Su victoria fue sin duda una conmovedora demostración de las fortalezas del continente africano, que apenas había comenzado su proceso independentista una década antes pero que ya lograba, con grandes dosis de voluntad, revisar las actitudes imperiales europeas. Al respecto, al enorme simbolismo que ya caracterizaba a esta carrera, se agregó el hecho de que durante el recorrido el grupo de atletas liderados por Bikila pasó por el obelisco de Axum, que la Italia fascista le robó a Etiopía en 1937.
 


 
Muhammad Ali
 
Dentro de las proezas logradas por Cassius Marcellus Clay, Jr., luego conocido como Muhammad Ali, se encuentra haber ganado una de las tres medallas de oro que Estados Unidos logró en boxeo en los Olímpicos de Roma 1960. Ali acababa de cumplir 18 años y todavía no era profesional, aunque en cuanto amateur ya contaba con una impresionante puntuación de 100 combates ganados y apenas cinco perdidos.

Aunque una gran parte de la leyenda del mayor pugilista de la historia se forjó después de la victoria en Roma, el destino de la presea lograda en esa ocasión fue premonitorio. Según cuenta en su biografía, The Greatest, tras su regreso a Estados Unidos, Ali se vio envuelto en la ciudad de Louisville en una pelea con el propietario de un restaurante, quien le dijo "No me importa quien sea. Se lo he dicho, acá no atendemos negros". Tras salir del lugar, Ali lanzó la medalla al río Ohio, que desemboca en el Misisipi.

Aunque existen dudas sobre la exactitud de la historia, lo cierto es que la medalla ‘se’ perdió, y a Ali solo se le repuso la presea en las Olimpiadas de Atlanta. Eso sí, tras una carrera única, en la que se unió a la organización Nación del Islam, se cambió de nombre, y se negó a incorporarse al Ejército de su país para oponerse a la Guerra de Vietnam, en un caso que lo llevó al Tribunal Supremo estadounidense, que le terminó dando la razón.

 



Venus y Serena Williams
 
Los anales de las disciplinas deportivas cuentan con varios hermanos y hermanas que han hecho historia en sus disciplinas, como los boxeadores Juan Manuel y Rafael Márquez, los basquetbolistas Pau y Marc Gassol o los futbolistas Carlos, Alan y Ronald Valderrama. Sin embargo, ninguna de estas parejas ha marcado la historia de su deporte y de los Olímpicos como lo han hecho las hermanas Williams.

En una disciplina que no solo por sus uniformes ha sido llamado “el deporte blanco”, Venus se convirtió en la primera jugadora negra en liderar la clasificación de la WTA, una posición que posteriormente Serena ocupó de manera consecutiva durante casi un año y seis meses. A su vez, Venus ha ganado en individuales siete campeonatos de Grand Slam; Serena, catorce. Juntas han logrado 13 de estos títulos en dobles,  lo que las ha convertido en una de las parejas más difíciles de vencer en esta disciplina.

Por su parte, las hermanas Williams han dictado cátedra en tres de los últimos cuatro juegos Olímpicos. Mientras que Venus logró la medalla de oro en individuales en Sídney y Venus la consiguió en la presente edición de Londres —venciendo a la rusa María Sharápova, otro de los titanes de la disciplina— en dobles se han llevado la presea dorada en Sídney 2000, Pekín 2008 y Londres 2012… “Solo” en Atenas 2004 se fue en blanco esta pareja, que parecería imbatible en una disciplina que hasta hace muy poco estaba marcada por el elitismo y por prejuicios aún más vergonzantes.
 
 



Oscar Pistorius
 
Oscar Pistorius nació con un defecto de los huesos largos conocido como ‘hemimelia peronea’, que en plata blanca significa que carecía del hueso peroné. Por esa razón sus dos piernas tuvieron que ser amputadas antes de cumplir un año de edad. Desde entonces, usa un par de prótesis transtibiales de fibra de carbono y alta tecnología, que le han permitido dar pasos de gigante en el atletismo de pista. Por eso se le conoce como “Blade Runner”, que podría a traducirse como ‘el corredor de las aspas’.

Lo cierto es que la historia lo recordará como uno de los protagonistas de la Olimpiadas de Londres de 2012. Y con razón, pues este viernes Pistorius fue el último relevista del equipo sudafricano en la final de los 4x400 metros. Aunque otros atletas ya han participado en unos olímpicos y en unos paralímpicos —como por ejemplo su compatriota Natalie du Toit o la tenista de mesa polaca Natalia Partyka— la constancia de Pistorius ha sido proverbial.

En una curiosa paradoja del destino, el mayor obstáculo que ha tenido que enfrentar ha sido las acusaciones de otros deportistas, según los cuales sus prótesis le dan una ventaja injustificada. Al respecto, la Federación Internacional de Federaciones de Atletismo sentenció en 2008 que no podría correr en sus campeonatos, pero el Tribunal de Arbitraje Deportivo revirtió el mismo año la sentencia, lo que le ha permitido participar en las dos últimas olimpiadas, lo mismo que en Campeonato Mundial de Atletismo de Dageu de 2011, donde ganó una medalla de plata. “Hay mucha gente que habla de la supuesta ventaja de las prótesis”, explica Pistorius, “pero nadie habla de los inconvenientes”.