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Semanas malditas

Los días previos al Mundial pueden ser los más peligrosos para un equipo.

Catalina Gómez
2 de junio de 2006

Imagínese esta situación: Los 23 jugadores de la selección (cualquiera de las 32 que esperan con ansiedad a que llegue el 9 de junio) se levantan en la mañana y qué leen en el programa del día: entrenamiento de mañana y de tarde y, en el intermedio, atención a la prensa. Sería imperdonable que no dedicaran unos minutos a los periodistas que esperan ansiosos cualquier declaración para poder cumplir con el tiempo que les designaron en los noticieros o para llenar las páginas de los periódicos. Y, con el avance de la tecnología, la situación es aun peor porque ahora hay que alimentar las cientos de webs dedicadas al Mundial.
Durante la entrevista del día, un jugador X, pongamos el caso del capitán alemán Ballack, cuenta entre otras muchas cosas que está preocupado porque todavía el técnico no ha definido cuáles jugadores serán lo titulares y cuál será la estructura del equipo. ¿Qué pasa entonces? Que esta declaración adquiere una dimensión desbordada en los medios hasta el punto que termina volviéndose un asunto nacional. Los titulares de la prensa son alarmantes y se habla de fracturas en el interior del equipo local. Las miradas de los medios se vuelven aun más inquisidoras tratando de descubrir cualquier gesto o palabra que confirme el enfrentamiento.
¿Hasta dónde esta era sólo expresión de preocupación de un jugador y hasta dónde era el reflejo de una real ruptura dentro del equipo? Eso tal vez los seguidores del fútbol nunca lo sabremos, pero con seguridad sí quedaremos inmersos en una polémica de la que apenas sabemos una versión. Así estemos en Colombia, China o Angola, hablaremos sobre la situación del equipo alemán y el problema que tienen. Pero, en últimas, ¿qué beneficio le brinda al equipo toda esta habladera? Seguramente que las consecuencias nunca serán positivas .
Hay situaciones aun más críticas. Un equipo pierde todos los partidos de preparación, como es el caso actual de México. En ese caso ya se hablaría de desastre, como sucede allí actualmente. Todos los medios empezarían a opinar sobre qué es lo que se está haciendo y el equipo termina por estar rodeado de una mala onda que los pondrá aun más nerviosos el día de su debut mundialista.
El viernes pasado leía una entrevista en El País, de España, en la que el periodista le insistía reiterativamente a Xavi Alonso, jugador del Liverpool, si no creía que él tenía que ser el titular. Vale la pregunta. Lo que no está bien es insistir tanto con el fin de encontrar una respuesta polémica del jugador. ¿Qué objetivo tiene crear un mal ambiente dentro de la selección del propio país?
Siempre me he preguntado cuál es la razón para darle trascendencia a cada mirada, gesto o palabra que brota del interior de una selección en los días previos del Mundial. No sería raro que cualquier mirada de Alonso a sus competidores en ese puesto será aprovechada por los medios para darle trascendencia a un supuesto enfrentamiento.
Esta claro. Todos los periodistas necesitamos trabajar y saciar las ansias de información de los lectores y los espectadores, al fin y al cabo para eso estamos. Pero, ¿hasta dónde informamos y cuándo empezamos a hacer daño? ¿No son los medios de cada país los más interesados en que a su equipo le vaya bien? Por eso creo que del ambiente que un equipo haya vivido en las semanas previas al Mundial depende mucho la actuación final. Y, tal como se comprueba cada cuatro años, no todas las selecciones se libran de las semanas malditas. Que empiece el Mundial ya para que hablemos de lo que importa: de Fútbol.