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Costa Rica, Irán y Angola, tres exponentes del fúbol del Tercer Mundo que se codearán con la crema y nata

Tercermundistas

Al Mundial también llegan selecciones del subdesarrollado ‘sur’. Andrés Salcedo hace un rápido recorrido por este universo desconocido.

11 de junio de 2006

El secreto ha consistido en nombrar las diferencias del mundo con palabras llamativas y hasta poéticas que no ofendan el orgullo nacional de nadie. La expresión ‘Tercer mundo’, un gran acierto semántico, sin duda, ha quedado en nuestro acomplejado inconsciente colectivo como un recurso del idioma en el que se arrojan todas las lacras de la incapacidad y la pobreza: lo triste, lo hambriento, lo ignorante, lo subdesarrollado, lo incompleto, lo enfermo, lo sin esperanza.

El fútbol, una civilización aparte, también maneja ‘primeros’ y ‘terceros’ mundos. Del lado de la portería norte se alinea la alcurnia fifariana, los de la tula, las vitrinas llenas de copas, las copas llenas de whisky y la maldad calculada en el portafolio. Del lado de la portería sur, la plebe innominada y oscura, que incluye a los jugadores normales, los que no son ni carismáticos ni emblemáticos ni sapos.

En la estratificación del fútbol unos juegan y exponen los huesos para que los otros viajen, viatiquen, manipulen y beban. Pero como no se trata de una división racista, ocurre que Ronaldinho, que es mulato, se alinea con el norte, mientras Eto'o, mulato como él y compañero suyo en el Barcelona, federativamente es tercer mundo, es Camerún, es sur.

Camerún. Nigeria. Esos dos nombres entraron hace ya rato al imaginario colectivo del fútbol mundial como indiscutidas potencias del continente negro. Por eso sorprende tanto el que en Alemania no figure ninguno de los dos y sí, por ejemplo, Togo, una estrecha faja de tierra entre el Alto Volta y el Golfo de Guinea, de la que muy poca gente por aquí ha oído hablar.

¿Togo y no Nigeria? ¿Ghana y no Camerún? ¿Qué pasó, Bwana? ¿Qué pasó, pana? Lo que pasa es que el mapa de la Fifa es camaleónico. Para explicarlo con un ejemplo cercano, en este momento Colombia es sur y Ecuador nos queda al norte.

Les soy franco. Del fútbol de Togo yo sólo sé que nada sé. Bueno, salvo que su delantero Shevi Adebayor (Arsenal) es uno de los mayores depredadores de área del fútbol europeo actual. Soy ignorante en materia de fútbol asiático y australiano, y del africano sólo tengo una visión eurocéntrica, hecha de fragmentos de imágenes televisadas. De ver patear a Okochá con chanfle, como Valentierra. Y de disfrutar la estética corporal de Nwanko Kanú, su tranco de gacela y su cuello de avestruz.
Pero estamos hablando de los africanos que juegan en Europa y que todo el mundo ve por el cable. El fútbol africano, dejado de la mano de Dios, sobrevive en la indigencia, a pesar de ser el deporte más popular en casi todos los países.

El nigeriano Anthony Yeboah, ex estrella con aspiraciones políticas, cuenta que cuando tenía 10 años llegó a jugar seis partidos en un mismo día hasta la llegada de la noche, yendo de un equipo y de un barrio a otro.

En medio de tantas penurias, África no deja de producir grandes jugadores. Y de ganar peso electoral en los perversos corrillos fifarianos. Los votos de África, Asia y la Concacaf garantizan el mantenimiento de la rosca de Zurich y la intocabilidad de los pequeños, intrigantes feudos locales donde reinan los Figuereido, los Grondona y, entre nosotros, en la misma línea de Fouché, los González Alzate. África y Asia ganan protagonismo en desmedro de América del Sur, que cada día es más sur.

En el tercer mundo del fútbol encontramos todos los modelos de vida y las formas de entender el fútbol. Está Irán, por ejemplo, donde hasta hace menos de un mes las mujeres tenían prohibido el ingreso a los estadios. El fútbol, mirado antes con reservas por los ayatollah, se ha transformado en un combustible más eficaz del chauvinismo nacional que las bravatas nucleares del gobierno.

Y están, finalmente, los países que, aun siendo líderes políticos y económicos del Primer mundo, en el mapa salpicado de whisky 18 años de Herr Blatter, siguen perteneciendo al tercero. En esa lista aparecen Japón, Corea del Sur, Suiza y Estados Unidos.

Pero no hiramos su dignidad. El haber organizado mundiales y alcanzado tantos progresos en este deporte les confiere el honor de ser llamados, simplemente, “países en vía de desarrollo”.