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Caterine Ibargüen, el primer oro en atletlismo para el país; Mariana Pajón, la deportista colombiana más importante en la historia de los olímpicos: dos participaciones, dos oros; Óscar Figueroa, el primer hombre que gana para Colombia una medalla de oro en una olimpiada. | Foto: A.P.

OLÍMPICOS

Por qué Colombia brilló en Río 2016

Las medallas que el país obtuvo en Río 2016 rompen la historia del deporte colombiano. Detrás hay un proceso con muchos actores, en el que el dinero ha sido crucial.

21 de agosto de 2016

El 4 de agosto de 1996, un día después de la clausura de los Juegos Olímpicos de Atlanta, los titulares de la prensa deportiva en Colombia no dejaron títere con cabeza: ‘Fracaso en Atlanta’, ‘Fracaso repetido’, ‘Fracaso olímpico’. No era para menos: el país no ganó medalla alguna. Semejante desastre, atribuido al gobierno y a la dirigencia deportiva, se convirtió en el punto de quiebre para el deporte nacional, que desde entonces dejó de estar de la mano de Dios y se volvió un tema de Estado.

El cambio tenía que ser radical. Nadie entendía cómo un país con el potencial de Colombia obtenía resultados tan pobres. Las primeras decisiones se encaminaron a priorizar los aportes económicos en los deportes con mayores fortalezas: pesas, boxeo, judo, lucha, atletismo y ciclismo, entre otros.

Yuri Alvear (judoca), Yuberjén Martínez (boxeo) y Luis Mosquera (pesas) también hicieron vibrar a los colombianos con sus medallas: plata, plata y bronce.

Pero esta decisión no era suficiente. Había que aprovechar que la Constitución de 1991 descentralizó la inversión en el deporte al crear los entes deportivos departamentales y municipales, y obligó a los gobiernos locales a destinar recursos para esta práctica. Había que mirar a las regiones para buscar talentos.

Hoy, justo 20 años después del descalabro de Atlanta, Colombia celebra en Río 2016 su participación más gloriosa en unos olímpicos: 147 atletas –la delegación más grande de su historia–, 3 oros, 2 platas y 3 bronces provenientes del ciclismo, el atletismo, el boxeo, el judo y las pesas. Los héroes: Mariana Pajón (ciclismo BMX), Caterine Ibargüen (salto triple), Óscar Figueroa (levantamiento de pesas), Yuri Alvear (judo), Yuberjén Martínez e Íngrit Valencia (boxeo), Carlos Ramírez (ciclismo BMX) y Luis Mosquera (pesas). Eso sin contar los 19 diplomas olímpicos que alcanzaron en total los deportistas nacionales. Al cierre de esta edición, Colombia ocupaba el puesto 22 en el medallero, por encima de países tradicionalmente superiores como Argentina y México, y apenas perdiendo con Cuba, la otrora potencia regional, por una medalla de bronce.

A pesar de las acertadas decisiones tomadas en 1996, el deporte colombiano aún necesitaba otro impulso; más inversión y una buena planeación, todo con una premisa: el deportista nacional podía dar más.

Desde 2002, el gobierno de Álvaro Uribe robusteció la inversión en el deporte. Además de la financiación destinada a formar deportistas, el Estado destinó 352.000 millones de pesos en construir y mejorar escenarios deportivos. Parte de este dinero provino del aumento del 4 por ciento al impuesto a la telefonía móvil, repartido en un 3 por ciento para el deporte y el resto para la cultura. Con esta medida tributaria, en 2010, al final del periodo de Uribe, el recaudo para el deporte alcanzó 124.000 millones, en un fuerte contraste con 2003, cuando le entraron solo 28.000 millones de pesos. Para esa época había 12 millones de celulares en el país. Hoy hay 55 millones, y muchos usuarios colombianos no saben que ellos mismos ayudaron a formar la generación de deportistas que hoy da glorias en Río.

Pero el gobierno de Juan Manuel Santos dio el envión final. Por primera vez triplicó el presupuesto para Coldeportes –entidad encargada de gestionar los recursos destinados al deporte–, al pasar de 150.000 millones en 2010 a 450.000 millones en 2016. Repartió esa cuantía principalmente en infraestructura para la actividad física –que pasó de 83.000 millones a 208.000 millones– y en formación, que pasó de 31.000 millones a 64.000 millones.

Con estas cifras el país se puso el objetivo de alcanzar 3.000 medallas en ocho años, entre Juegos Bolivarianos, Suramericanos, Panamericanos, Centroamericanos y del Caribe, Mundiales, Olímpicos y Paralímpicos, además de otros certámenes. Por ahora va en 1.690 y aún faltan varios torneos.

Los resultados de Londres 2012, donde Colombia ganó ocho medallas, una de ellas de oro, dieron la primera señal de que las cosas marchaban bien. Jamás en los Olímpicos se había tenido semejante resultado. A partir de ese momento, las victorias y las medallas comenzaron a fluir. Un año después, en Trujillo, Perú, el país ganó por primera vez los Juegos Bolivarianos. Y los Panamericanos de Toronto 2015 anunciaron lo que sería Río 2016: Colombia ganó 24 oros, 25 platas y 35 bronces y superó a rivales históricos como Argentina y Venezuela, pero especialmente a México, al que nunca había derrotado.

Detrás de semejantes éxitos hay unas políticas no muy visibles: el programa Deportista Apoyado y el proyecto Altius Río 2016, que seleccionan a los mejores deportistas de las disciplinas y los respaldan; el primero con incentivos a medallistas y estímulos económicos mensuales para que se dediquen solo al deporte (que van desde 1.034.183 pesos hasta 4.136.730 pesos), y el segundo con entrenadores, ciencia y tecnología, y estrategias de educación y de prevención del dopaje.

En esa línea surgió un aliciente para disparar los triunfos: entregar dinero por cada medalla obtenida en competencias del ciclo olímpico, que para el caso de Río 2016 suma 165 millones de pesos para el oro (monto que se aumentó en unos 27 millones comparado con Londres 2012), 96 millones por plata y 69 millones al bronce, lo que ubica al país como el décimo que mejor premia a sus deportistas. Incluso está por encima de Estados Unidos (que entrega 25.000 dólares por oro), Canadá (15.000 dólares) y Alemania (20.000 dólares), y por debajo de Singapur (753.000 dólares), Indonesia (382.000 dólares) o Italia (185.000 dólares).

Este año el gobierno destinó 6.000 millones para el Deportista Apoyado, que reúne 235 atletas, y 20.000 millones desde 2013 para Altius Río 2016, que incluye la preparación para todos los juegos entre olimpiada y olimpiada.

Sin embargo, el dinero no es suficiente si no hay planeación. Había que poner en sintonía al Comité Olímpico Colombiano, a Coldeportes, a las federaciones, a las gobernaciones, a las ligas y a los clubes. La idea era que cada quien aportara lo que le correspondía en la cadena: descubrir talentos, formarlos, hacerlos competir nacional e internacionalmente y, finalmente, convertirlos en deportistas de alto rendimiento.

El poder de las regiones

“Hay que reconocer la labor de los departamentos: allí está el semillero y las gobernaciones por fin entendieron la importancia del deporte”, dice Clara Luz Roldán, directora de Coldeportes, entidad que lidera el programa Supérate. Esta es una apuesta total por los jóvenes entre 7 y 17 años, con una inversión anual de 45.000 millones de pesos. Entre otras cosas ese programa revivió los juegos intercolegiados, los ‘olímpicos de los jóvenes’ y fundamentales en este proceso.

Nadie desconoce que la labor de las regiones ha sido clave. De los 147 deportistas colombianos que están en Río 2016, casi un 40 por ciento viene de Antioquia, departamento que bajo la Gobernación de Sergio Fajardo (2012-2015) gastó 310.000 millones para el deporte, discriminados en infraestructura, organización de eventos, fomento y apoyo a los deportistas de alto rendimiento, rubro este que alcanzó los 80.000 millones de pesos. Lo hizo siempre bajo la filosofía de preparar y apoyar deportistas no solo para ganar en lo local, sino internacionalmente. Así clasificaron a los Olímpicos modalidades en las que jamás Colombia había participado como el nado sincronizado. Y surgió otra disciplina que asistió por primera vez: el rugby a siete, que en el país se practica desde hace solo seis años bajo el liderazgo de Andrés Gómez, un visionario del deporte.

En una reñida final, Carlos Ramírez ganó bronce en BMX. La boxeadora Íngrit Valencia se convirtió en la primera mujer en ganar una medalla olímpica en boxeo.

Y en las regiones está lo que se podría llamar la esencia: el trabajo que hacen, en la mayoría de los casos, los técnicos departamentales, quienes cumplen la tarea de descubrir a los deportistas talentosos. Su criterio ha sido vital en esta cosecha de medallas.

Otras razones del actual éxito del deporte colombiano tienen que ver con un proceso de emulación: seguir diferentes modelos, como el esquema técnico de los cubanos, el modelo de becas de España y el énfasis en la ciencia aplicada al deporte de Estados Unidos y Gran Bretaña. Esta idea funcionó, por ejemplo, en las pesas, el deporte que más medallas olímpicas le ha dado al país.

“Por primera vez, los pesistas tuvieron un fisioterapeuta, un masoterapeuta y un nutricionista de tiempo completo durante su preparación para Río 2016”, dice Ana Edurne Camacho, presidenta de esta federación. Los propios deportistas de alto nivel aportan a su manera: señalan las fortalezas de sus competidores y cómo estas pueden ser desarrolladas en Colombia.

Pero de afuera no solo llegan modelos. En los últimos años el país contrató entrenadores extranjeros (13 tuvo Colombia en estos juegos), especialmente para aquellos deportistas con opción de ganar medalla, como ocurrió con la judoca Yuri Alvear, preparada por un japonés, la atleta Caterine Ibargüen, que salta bajo el mando de un cubano y los boxeadores Yuberjén Martínez e Íngrit Valencia, que también cuentan con un cubano. Los nacionales también se fortalecieron. Óscar Figueroa, por ejemplo, fue dirigido por Oswaldo Pinilla, el primer técnico colombiano que gana un oro en pesas. Y la cobertura también creció: en 2015 Coldeportes contrató 49 entrenadores para 23 federaciones, por lo que destinó este año a estas 3.690 millones de pesos para su remuneración.

En esta estructura competir y competir sería otra meta y mucho mejor si se hace de local, pues obliga a tener una buena presentación. El país en los últimos diez años organizó los Juegos Bolivarianos en Armenia y Pereira, 2005, los Centroamericanos en Cartagena, 2006, y los Suramericanos en Medellín, 2010. “Esos tres campeonatos llevaron a la delegación nuestra a prepararse más, porque los anfitriones tienen que sacar la cara por el país”, dice Tirso Zorro, coordinador de deporte de rendimiento en Coldeportes. Tan efectiva fue esa estrategia, que el medallero de Colombia en cada uno de estos juegos aumentó 140, 22 y 126 medallas, respectivamente.

No todo es dicha

A pesar de que hay un importante apoyo, el sector privado aún no le apuesta a otros deportes distintos al fútbol y a un sector del ciclismo. Según Baltazar Medina, presidente del Comité Olímpico Colombiano, “la empresa privada se compromete con los deportes que tengan un alto impacto en medios de comunicación”. Pero otros consideran que justamente estar alejado de las cámaras y de la presión, hace que estos deportistas de bajo perfil trabajen mejor. Sin embargo, es paradójico que el boxeo y las pesas, los deportes que más le han dado medallas a Colombia, no tengan un patrocinio.

También se necesita el apoyo de la empresa privada para suplir, por ejemplo, las necesidades que hay en los deportes de equipo, donde Colombia jamás alcanza buenos resultados. Dos razones se asoman: Clara Luz Roldán dice que una es el costo que demanda sostener, trasladar, preparar y mantener un equipo. El país, a la fuerza, se especializó en deportes individuales. La otra causa es que federaciones como la de voleibol y baloncesto no han podido organizar y consolidar torneos locales de clubes. La competencia interna es fundamental para descubrir jugadores y armar selecciones de respeto.

En la lista de cuentas pendientes está darle prioridad a otros deportes, que bien podrían ofrecer resultados. El boxeo o el fútbol femenino, que hasta estos juegos no estaban en la lista de preferencias, demostraron que hay madera para creer en ellos.

El boxeo le dio dos de las tres primeras medallas olímpicas a Colombia y apenas cuenta con un presupuesto de 500 millones de pesos anuales, lo que impide foguear a los deportistas en otros países, especialmente en aquellos que son rivales como los asiáticos y de la antigua Cortina de Hierro. “Nosotros sabemos de nuestros competidores gracias a YouTube”, dice Julio Torres, presidente de la Federación de Boxeo.

Tanto Londres 2012 como Río 2016 enseñaron que la inversión y la planeación, sumados al talento natural del deportista colombiano, dan resultados. El próximo año comienza un nuevo ciclo olímpico y con el listón muy alto: en Tokio 2020, dice la directora de Coldeportes, “la idea es ganarle a Cuba”. n

¡Monstruos!Algunos ‘superhéroes’ qrompieron varios récords y marcas mundiales en Río 2016.

Michael Phelps (Estados Unidos)

Natación

En los juegos de Río 2016 consiguió 6 medallas (5 de oro y 1 de plata), y se convirtió en el deportista con más preseas olímpicas de la historia (28). Además, tiene el récord de más distinciones de oro en este tipo de competición (23). Las restantes son 3 de plata y 2 de bronce.

Simone Manuel (Estados Unidos)

Natación

La nadadora estadounidense no solo impuso un nuevo récord olímpico al ganar la prueba de 100 metros libres femenino con un tiempo de 52,70 segundos, sino también se convirtió en la primera mujer afroamericana en ganar una prueba de este tipo.

Usain Bolt (Jamaica)

Atletismo

El jamaiquino completó su octava medalla de oro olímpica y superó el récord de 15 victorias consecutivas que ostentaba Carl Lewis. Bolt no pierde desde Beijing 2008, y al cierre de esta edición ya sumaba 16 triunfos seguidos.

Simone Biles (Estados Unidos)

Gimnasia

Biles, con tan solo 19 años, se convirtió en la primera estadounidense en conseguir cuatro medallas de oro en las pruebas de suelo, salto, general individual y general por equipos.

Wayde Van Niekerk

Atletismo

Con un tiempo de 43,03 segundos, Van Niekerk ganó la medalla de oro en los 400 metros y registró un nuevo récord mundial.