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TODO TIEMPO PASADO

El mito de Pelé sobrevive al desastre deportivo de la Copa de Veteranos

9 de febrero de 1987

No hay duda: si al torneo no lo bautizan Copa Pelé, el interés se hubiera limitado a las familias de los veteranos y los partidos de fútbol que se juegan en el Brasil, en el primer acontecimiento deportivo del año, no habrían sido nada más que lánguidos--y hasta tristes y risibles- juegos entre rodillones.

Pero a Luciano do Valle, un periodista que olió que el billete estaba en la promoción de espectáculos y no en escribir cuartillas, se le ocurrió primero la idea de un "Mundialito de fútbol para veteranos" (que es el nombre oficial del campeonato) y después consiguió el sí del Rey para poderle poner el sello mágico que garantizaba el éxito.

Un toque de astucia, pues, sacó a flote el torneo para mayores de 34, en el que han aparecido punteros izquierdos barrigones (Edú), centros delanteros calvos (Mas) y defensas centrales barrigones y calvos (Teodoro), en los cinco equipos que fueron invitados a participar por su condición de haber ganado por lo menos en dos ocasiones la Copa Mundial: Brasil, Italia, Alemania, Argentina y Uruguay .

Sólo algunos ingenuos que todavía quedan, esperaban buen fútbol, cuando en realidad lo que prometía el evento desde el comienzo era alborotar la nostalgia. Volver a ver sobre las canchas a los muchachos de antes era meterse en un túnel del tiempo rumbo a brillantes tardes pasadas, de partidos heroícos y goles inverosímiles.
Pero para que funcionara la nostalgia, para que fueran muchos los pasajeros que en vivo y en directo o por televisión se subieran al tren del viaje al pasado, Pelé no podía faltar. Y Pelé no faltó.

46 AÑOS... SI ES MUCHO
Retirado desde 1971 de competencias internacionales, Pelé dudó mucho antes de dar el sí para volver a vestirse de futbolista con el número 10 que lo inmortalizó y lo puso en la historia como el mejor de todos en el deporte más popular de la Tierra. Sus negocios y su obligatoria presencia en Estados Unidos, donde es tan popular que el día anterior al comienzo del Mundialito estaba desfilando en una carroza en la feria de las flores de Pasadena, California, le impedían en primera instancia aceptar el regreso.
Pero había, además, dos razones a su consideración. La primera lo empujaba a aceptar porque "quisiera que los jóvenes se dieran cuenta de que todavía hay un Pelé real, no sólo el de los videotapes" Pero la segunda lo hacía desistir: "Si me desempeño mal, podría poner fin al mito que constituyo y que es mi capital".

Ganó la primera consideración, pero Pelé puso como condición no jugar sino el primer partido (contra Italia) y decidió no cobrar ni un dólar por la participación en el torneo que pretende realizarse cada dos años.

Pero jugar, lo que se dice jugar, no fue lo que hizo Pelé en los 90 minutos del partido principal, el cuatro de enero. Los 46 años se le notaron no tanto en el peso (los mismos 68 kilos que marcaba cuando en el 70 fue por tercera vez campeón del mundo en el inolvidable torneo de México), pero sí en reflejos y en velocidad. Sólo se le vio su rapidez mental y su apetito goleador cuando despojó al portero italiano Albertosi de un balón y después intentó una chalaca que fue descalificada por falta contra uno de los defensores. De resto, buenas intenciones como las que tiene cualquier mal futbolista, pero en su caso recibían siempre elogios de los comentaristas, porque al Rey todos parecen perdonarle el comprensible presente de mediocridad, debido al inolvidable pasado brillante.

DE REGRESO AL NEGOCIO
Y es que no ha habido en la histoRia del fútbol nadie que supere la genialidad de Pelé. Desde los doce años sus dotes fueron reconocidas y aplaudidas en los estadios de su ciudad, Santos, y desde entonces su talento fue premiado con dinero. Cuando tenía esa edad ganó el primer tornea y desde la tribuna coreaban su nombre y le lanzaban monedas que recogió, guardó y llevó como trofeo a su madre, doña Celeste, quien nunca estuvo de acuerdo con que practicara ese deporte. "Tú no has ganado ese dinero solo. Ve y lo repartes con los demás", le ordenó.

A partir de ahí la carrera de Edson Arantes Do Nascimento se empinaría como la de nadie hacia el éxito. 1.280 goles marcados, títulos nacionales, continentales y mundiales con su club Santos, y tres campeonatos mundiales con su selección brasileña, fueron el récord que logró "la Perla Negra", cuya inmortalidad consiguió en México en 1970. A ese torneo, como dijo un observador, Pelé llegó como el mejor jugador del mundo y salió convertido en el mejor de todos los tiempos.

Las montañas de plata que ganó por cuenta de toda esa gloria no fueron desaprovechadas, a diferencia de lo que hicieron algunos ídolos de su generación, como Garrincha, que murió en la pobreza absoluta. Pelé, al contrario, pasó de ser un artillero de miedo a un constructor y negociante brillante que en los primeros años de su retiro vio crecer su fortuna personal a límites que jamás soñó.
Un contrato publicitario con la Pepsi-Cola le dio millones por el solo trabajo de ponerse en el saco un emblema de esa bebida, grabar comerciales y viajar por el mundo para visitar jefes de Estado, besar anillos papales y cardenalicios, sonreír ante las cámaras, sentarse en la misma mesa con reyes y poner sus labios sobre las mejillas de reinas de belleza.

Como buen hombre de negocios, a Pelé no le podía faltar un divorcio (se separó de Rosmery, con quien tuvo varios hijos), un escándalo amoroso (con la modelo Xuxa) y un descalabro económico que, en su caso, fue por partida doble: dos veces ha perdido su fortuna. La primera vez porque sus promotores en negocios cometieron un error garrafal al escoger como estrategia la divulgación del rumor de una supuesta enfermedad. Y la última vez por tomar un seguro con una compañía que no resultó tan sólida como se prometía.

Pero de esos apuros Pelé salió y ahora su fortuna es sólida y su prestigio está intacto. No sólo en el campo deportivo--que resistió el embate de su presentación en las canchas--sino el politico porque le siguen lloviendo ofertas para que se vincule a esta actividad con una garantía de éxito: encuestas recientes dijeron que el 26 por ciento de los brasileños lo apoyaría como candidato en unas elecciones. --