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UN OSCURO PANORAMA

Un oscuro panoramaLa temporada de la NBA comenzó en medio de la indiferencia de los <BR>fanáticos. Pero lo grave es que el futuro de la liga no es muy alentador.

8 de marzo de 1999

Atrás quedaron la huelga y sus negras consecuencias, encabezadas por la cancelación
de 437 partidos y la pérdida de 500 millones de dólares en salarios de los jugadores. Para el recuerdo
quedarán, también, los cer-ca de 1.100 millones de dólares que perdió la NBA (National Basketball
Association de Estados Unidos) por concepto de patrocinio, transmisión y merchandising durante los
tres meses en los que no se disputaron partidos.
Sin embargo, a pesar de haber logrado salvar el campeonato al jugar hasta mayo un torneo corto _52 partidos
en tres meses en lugar de los 82 habituales_, no son pocos los que aseguran que si algo está claro es que la
que acaba de comenzar no sólo tiene todos los elementos para ser una de las peores temporadas en la
historia de la NBA sino que sufrirá por los traumatismos generados por la huelga. Y no se equivocan.
A la NBA le esperan los mismo años tormentosos que acompañaron al béisbol de grandes ligas después de
la huelga de peloteros de 1994. Tras la solución de ese conflicto a su liga, la NBL, le tomó casi cuatro años
recuperar las afición que se apartó de los estadios como rechazo y castigo a las que consideraban
peticiones exageradas de los jugadores, y tan sólo hasta el año pasado lograron que sus arcas volvieran a
tener el flujo de millones al que estaban acostumbrados.
Según los sondeos de varios medios estadounidenses los fanáticos nunca apoyaron las exigencias de los
jugadores de la NBA y, por el contrario, siempre se mostraron en desacuerdo con la huelga que los dejó
durante varios meses sin baloncesto. Para los expertos esto hace prever que difícilmente el público
colmará durante un buen tiempo las sillas de los estadios como en épocas anteriores, tal y como ocurrió
con el béisbol. Pero hay dos hechos que sin duda permiten asegurar que la situación que le espera a la NBA
será mucho mas grave que la que se presentó en la NBL: la ausencia de su principal estrella, Michael Jordan,
y el desmantelamiento del mejor equipo, los Bulls de Chicago, que ya no contará ni con los jugadores ni con
el técnico que los llevó a conseguir seis títulos en ocho años (ver recuadro).

Tiempos difíciles
"Ha estado claro que a los aficionados les ha preocupado muy poco si la temporada se iba a disputar o
no. Sin Jordan todavía hay menos razones para continuar con este fiasco de liga", escribió hace algunos
días Tom Kornheiser en The New York Times. Y es que los interrogantes sobre el futuro de la NBA sin su
principal jugador son demasiado grandes. El efecto de su retiro afecta todos los tópicos: económicos,
deportivos, sociales. Y también sicológicos. Sin Jordan se advierte el desamparo que se vive por la
desaparición de estrellas irrepetibles. En la situación actual la ausencia de Jordan es un duro golpe para la
NBA.
Aunque es evidente que la liga sobrevivirá sin Jordan, como lo hizo cuando se retiraron otras megaestrellas
como Bill Rusell, Wilt Chamberlain, Larry Bird o Earving 'Magic' Johnson, su importancia para esta mutilada
temporada era capital. No sólo por ser el jugador que más dinero generaba o por ser el mejor
basquetbolista de todos los tiempos, sino porque era el único capaz de generar la confluencia de todos los
intereses que giran alrededor de la NBA: respetado por los jugadores, adorado por los hinchas y necesitado
por la industria. Sin él en la cancha son pocos los alicientes en este y en los próximos años.
Hasta ahora los intentos por encontrarle un sucesor han resultado infructuosos. La última generación,
encabezada por Shaquille O'Neal, tal vez tenga el talento pero ha fracasado allí donde Jordan era excelso: en
la pasión por el baloncesto, en la determinación por ganar, en un profesionalismo extremo y, sobre todo, en
una voluntad constante por ofrecer espectáculo. Para algunos el único que podría ser el eventual salvador de la
NBA es el joven alero de Los Angeles Lakers, Kobe Bryant. Pero, a pesar de que muchos lo consideran por
su talento como el heredero directo del trono de Jordan, la realidad es que, al menos en un futuro cercano,
difícilmente podrá ejercer un reinado tan contundente como el que tuvo el ex capitán de los Bulls. Hasta
que esto no suceda una sensación de orfandad presidirá este y los próximos campeonatos de la NBA
con sus nefastas consecuencias.

¿El salvador?
Michael Jordan dijo el año pasado que Kobe Bryant era el jugador más grande que había visto. Esta
afirmación hizo que todo el mundo empezara a mirar a ese jovencito de 20 años como un futuro candidato
a suceder al mejor jugador del mundo. Al fin de cuentas era la primera vez que en 14 años de carrera Jordan
no ahorraba elogios para un colega.
Ahora todo el mundo se hace una pregunta: ¿Es Bryant lo suficientemente bueno para ser el hombre llamado
a salvar a la NBA sin Jordan? Si bien es cierto que esta es una duda que sólo con el tiempo se podrá
responder, lo que es un hecho es que por lo menos sí será el hombre a seguir de ahora en adelante. Al menos
así lo dejan ver sus estadísticas y su impresionante palmarés.
Este alero es uno de los 26 jugadores que en toda la historia de la NBA han pasado directamente de jugar
en equipos de secundaria al profesionalismo sin hacer escala en el baloncesto universitario. Cuando debutó
en 1996 con su actual equipo, Los Angeles Lakers, se convirtió en el segundo basquetbolista más joven de la
historia en disputar un partido de la NBA. Como si lo anterior fuera poco, en las dos temporadas pasadas tuvo
un promedio de anotación superior al de Jordan y 'Magic' Johnson a esa edad. Tan sólo queda esperar para
saber si la magia de Bryant será suficiente para hechizar al mundo tal y como lo hizo Jordan durante más de
una década.