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Un paso atrás

La casi inevitable eliminación al Mundial es lo peor que ha podido pasar, no sólo por la selección sino también por el futuro del fútbol colombiano en general.

8 de octubre de 2001

Si antes del juego ante Ecuador se veía muy difícil ahora parece casi imposible que Colombia vaya al Mundial de Japón y Corea del Sur el próximo año. Por un lado las cifras dicen que Colombia, en el sexto lugar, tiene cuatro puntos menos que Uruguay y Brasil y seis menos que Ecuador. A lo máximo que puede aspirar Colombia (en el hipotético caso de que obtenga los nueve puntos que están en juego) es lograr el puntaje que hoy tiene Paraguay (29 puntos), el segundo en la tabla. Ecuador está a cuatro puntos de hacerse inalcanzable y Brasil y Uruguay a seis. Sólo una combinación cada vez más improbable de resultados favorables le permitiría a Colombia ir al mundial.

Pero lo más preocupante es la falta de ideas que ha mostrado el equipo en sus dos últimos juegos como local. El país entero, confiado en el aceptable nivel que mostró Colombia en la Copa América, tenía razones de sobra para pensar que la llegada de Francisco Maturana le permitiría a Colombia recuperar el terreno perdido. Sin embargo, en los juegos ante Perú y Ecuador, la seleción no marcó ningún gol y, como en los peores tiempos, se mostró incapaz de generar llegadas claras al arco contrario.

Las matemáticas están en contra de Colombia y lo que muestra el equipo sólo invita a pensar en palabras como fracaso o decepción.

El culpable de lo que ocurre no es el actual cuerpo técnico. Tampoco el anterior. Lo que ha llevado a Colombia a devolverse 25 ó 30 años en su historia futbolística ha sido la improvisación, esa palabra fatídica que en su momento mató al fútbol de Brasil y Argentina a pesar de contar con jugadores de primer nivel.

Para explicar lo que hoy le ocurre a Colombia es necesario remontarse al preolímpico que se celebró en Brasil en enero del año pasado. Brasil goleó 9-0 a una Selección Colombia integrada por suplentes y que ya se sentía clasificada a la siguiente ronda tras su espectacular triunfo 5-1 ante Chile.

Aquel desastre trajo como consecuencia la salida del director técnico Javier Alvarez, quien venía cumpliendo un trabajo de renovación que comenzó a mostrar sus frutos en la Copa América de 1999. Un mes y medio antes de que comenzara la eliminatoria, y con el argumento de que “la filosofía del toque-toque ya no servía”, la Federación Colombiana de Fútbol llamó a Luis ‘Chiqui’ García. Contra el cronómetro, sin ninguna posibilidad de trabajar un esquema, el ‘Chiqui’ se dedicó a capear temporales y tratar de apagar incendios. Aunque el estilo de juego no gustaba Colombia consiguió de visitante resultados que ayudaron a mitigar la preocupación que produjo la derrota ante Argentina en Bogotá.

Sin embargo ese saldo a favor que se obtuvo en La Paz, Quito, Lima y Santiago se esfumó tras la derrota en El Campín ante Paraguay y, sobre todo, después el angustioso empate ante Venezuela, que provocó la salida de García y el regreso de Francisco Maturana. Los mismos dirigentes que habían echado a Alvarez por la puerta de atrás manifestaron que cambiaban al técnico porque era necesario “recuperar la identidad perdida”. Pero una cosa es volver a las raíces con un proceso como el que desarrolló Francisco Maturana entre 1987 y 1993, que fue el resultado de un trabajo casi diario con los jugadores (no olvidar que Maturana, además de técnico de la Selección, lo era también del Atlético Nacional, que era la base del equipo colombiano) y otra muy distinta estrenarlo contra Argentina en Buenos Aires.

El espejismo de la Copa América hizo creer que, a pesar de la improvisación, a Maturana le alcanzaría con ese mes para armar un equipo competitivo, y más si le llegaban refuerzos como Mauricio ‘Chicho’ Serna y Juan Pablo Angel. No obstante las cosas han sido bien diferentes. Colombia está pagando caro el regreso a los tiempos de la improvisación. Alvaro Fina. presidente de la Federación Colombiana, dijo al contratar a Maturana que renunciaría a su cargo si Colombia no clasificaba al mundial. Pero ahora lo niega.

Lo que está en juego no es sólo la clasificación a una Copa del Mundo. También está en peligro el futuro del fútbol profesional colombiano, que pasa por un momento muy delicado: bajo nivel técnico, equipos con muy poco presupuesto y estadios vacíos. El panorama, de concretarse la eliminación de Colombia, podría hacer recordar lo que ha vivido Perú tras el fracaso de su gran selección en el Mundial de 1982. Los dirigentes tienen la palabra.