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UNA BATALLA PERDIDA?

A pesar de los avances tecnológicos, la ciencia está cada día más lejos de poder controlar el 'doping.

14 de agosto de 1995

EN LOS ULTIMOS AÑOS EL NUMERO Y LA efectividad de los controles al 'doping' se han elevado. Pero la batalla contra el uso de sustancias prohibidas en el deporte es un combate que está lejos deganarse. En todas las competencias importantes disputadas durante 1994 -el Campeonato Mundial de Fútbol, los Juegos de la Mancomunidad Británica, los Asiáticos y los de la Buena Voluntad- hubo casos positivos, al igual que este año en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata, Argentina. Pero lo más preocupante es que a menos de un año de iniciarse las Olimpiadas de Atlanta los augurios sobre la posibilidad de controlar efectivamente el dopaje no son los mejores.

MAS ALLA DEL HONOR
Aunque el doping en el deporte se remonta a la época de la antigua Roma, fue tan sólo desde 1988, después del escándalo del corredor canadiense Ben Johnson en las Olimpiadas de Seúl, cuando se inició una feroz batalla en contra de lo que muchos han denominado "el cáncer del deporte ".
Según el doctor Jorge Alarcón, jefe de la división médica y de investigación de Coldeportes Nacional, "el deportista siempre busca llegar más lejos más alto que sus rivales, y en su afán por lograrlo a veces no le importa lo que tenga que hacer para conseguirlo. Por eso es que aun conociendo los riesgos físicos que corre al doparse, muchas veces no duda en hacerlo".
Como consecuencia de ese afán desmedido, desde hace unos años en las entretelas del deporte se está librando una cruda batalla: la de los laboratorios antidoping, para disponer de métodos cada vez más sofisticados de detección, contra los intentos por parte de algunos deportistas y sus asesores médicos por sortearlos.
"El perfeccionamiento de las técnicas 'antidoping' está provocando la utilizacion de nuevas y peligrosas drogas que buscan eludir los controles",-dice Alarcón-. Y es que algunos atletas están dispuestos a todo. Prueba de esto fue el escalofriante resultado de una encuesta aplicada, hace dos años, por una empresa farmacéutica estadounidense a deportistas consumidores de sus productos. En ella se les preguntó si estarían dispuestos a vivir condenados a una enfermedad degenerativa, o incluso a la muerte, a cambio de consumir una droga que los hiciera ganar durante tres años seguidos todas las pruebas de su especialidad. El 70 por ciento de los encuestados respondió que sí.
Pero contrario a lo que podría pensarse, los deseos de superar los límites humanos a cualquier costo, con ayuda de la inqeniería farmacéutica y genética, no son recientes. El primer muerto por causa de dopaje fue el ciclista inglés Terry Linton, quien falleció en la carrera Burdeos-París en 1886 por una sobredosis de anfetaminas. Desde esa fecha hasta hoy han sido muchos los deportistas que en su afán de ganar e imponerse por encima de todo han decidido arriesgar su salud a cambio de una medalla.
Aún se recuerdan los casos del ciclista danés Knut Jensen en los Juegos Olímpieos de Roma, en 1960 y del Británico Tom Simpson durante Ia Vuelta a Francia de 1968, quienes por buscar la gloria por medio del dopaje encontraron la muerte. Desde mediados de los años 70 el ciclismo dejó de ser la preferida disciplina para el dopaje. Este triste honor se trasladó con el tiempo a muchos otros deportes, en cada uno de los cuales se ha venido descubriendo con los años la forma de rendir más (ver recuadro).
En Colombia, aunque el tema ha sido tratado como un tabú, pocos desconoeen que algunos atletas han recurrido al dopaje. Los casos más sonados han sido los del ciclista Pablo Wilches y el del arquero del DIM Juan Carlos Maciel (ver recuadro). Incluso, muchos deportistas aceptan privadamente que en alguna ocasión ingirieron sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento.
Finalmente, y después de mucho esperar, Colombia decidió meterse en la era antidoping. Desde 1994 Coldeportes y la Dimayor están poniendo duras sanciones a los jugadores que salgan positivos en los exámenes. Desafortunadamente los elevados costos que implica montar un laboratorio de detección -cerca de un millón de dólares- han hecho que los análisis deban realizarse en alguno de los 25 laboratorios que existen en el mundo, lo que impide que en Colombia se pueda hacer un control estricto en todas los disciplinas.

LA DURA REALIDAD
Aunque hoy hay más de 500 sustancias prohibidas por el Comité Olímpico Internacional -COI-, lo cierto es que también son muy numerosos los métodos para hacer trampa. Al poco tiempo de finalizados los Olímpicos de Barcelona, Harm Beyer, presidente de la Federación Alemana de Natación, dijo a la emisora de radio Sueddeutscher Rundfunk, que "entre el 60 y el 70 por ciento de los medallistas habían utilizado anabólicos, pero por haberlos empleado durante la fase preparatoria muchos no fueron detectados y otros simplemente pasaron inadvertidos".
Estas declaraciones parecieron dejar en evidencia las limitaciones de los controles de los anabólicos.
Los exámenes sólo se hacen después de las competencias -excepto en pesas y atletismo-, de tal forma que el deportista puede emplearlos regularmente durante su etapa preparatoria y abandonados poco tiempo antes de competir. Con esto, al momento de los análisis el cuerpo ya los ha asimilado y en la mayoría de los casos no queda ningún rastro.
Aparte de las sustancias ilícitas, también se han desarrollado métodos ilegales. Uno de estos es la transfusión de sangre, que consiste en sacarse sangre enriquecida con oxígeno y sales minerales tras un entrenamiento en altura y recibir una transfusión con ese plasma antes de una competencia con el fin de mejorar el rendimiento del atleta. En pocas palabras, las trampas parecen evolucionar más rápido que los controles. Y como están las cosas, seguramente seguirá siendo así. Las sanciones al doping no son muy fuertes. Sólo en Francia, Dinamarca y Bélgica existen legislaciones que castigan el empleo de estimulantes con cárcel, y en el resto del mundo no están dispuestos a llegar tan lejos.
Cada día se escuchan más las voces de atletas y dirigentes, quienes afirman que el mundo del deporte es un mundo de mentiras. Hechos como el que ni la Asociación de Tenistas Profesionales -ATP- y ni la Women Tennis Association -WTA- acepten el control antidoping a sus deportistas, han hecho que dirigentes como Beyer lleguen a decir a los cuatro vientos que "es preferible permitir el dopaje bajo ciertas condiciones, a que se continúe pidiendo un deporte limpio, cuando se sabe que nunca podrá ser así".

LOS CASOS COLOMBIANOS

Juan Carlos Maciel
ES EL primer futbolista sancionado por dopaje en el balompié colombiano. El 12 de marzo de este año la Dimayor lo suspendió por seis fechas y le impuso una multa de 475.734 pesos. Los análisis demostraron que el argentino recibió lidocaina en su organismo, sustancia que sirve para controlar el ritmo cardíaco o para bloquear dolores.

Pablo Wilches
CINCO MESES después de haber ganado la Vuelta a Colombia de 1991, la Federación de Ciclismo le quitó el título por haber salido positivo en las muestras antidoping Se comprobó que el ciclista había ingerido un anabólico que, según su médico, Juan Gustavo Giraldo, era para volver a su peso normal.