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VUELO ALTO DEL 'PALOMO'

En contraste con su compañero J.J.Tréllez, Albeiro el 'Palomo' Usuriaga se convirtió en una de las máximas figuras del torneo argentino de fútbol que acaba de terminar.

26 de septiembre de 1994

HABIA LLEGADO CALLADO, SIN crear expectativas, sin prometer nada. Albeiro Usuriaga se quitó la camiseta roja de los diablos del América de Cali el pasado mes de marzo, y de inmediato se colocó una más fuerte, más 'infernal', la de Independiente de Avellaneda. Era consciente de que venían grandes cambios. En la memoria había quedado el silencioso y crítico público del equipo vallecaucano, y ahora sabía que cada vez que pisara la cancha de Avellaneda, el grito ensordecedor de más de 30.000 fanáticos de Independiente le harían sudar la camiseta, o como dicen en Argentina, lo obligarían a romperla.

Aunque nadie se atrevía a gritarlo a los cuatro vientos, todos conocían su pasado. Se sabía que en Colombia había sido acusado varias veces de rumbero, mujeriego, tomatrago, indisciplinado y hasta de ladrón. Incluso Francisco Maturana dijo hace algún tiempo que Usuriaga era un "enano mental". Pero los dirigentes del Independiente también estaban enterados de los triunfos que había en la hoja de vida del 'Palomo'. A nadie se le olvidan los cuatro goles que le hizo al Danubio de Uruguay en un partido de Copa Libertadores, el gol contra Israel en Barranquilla en las eliminatorias del Mundial de Italia 90 y el terror que causaba cuando el doctor Ochoa lo metía al terreno de juego faltando sólo 20 minutos, para que le empatara el partido.

Quizás fue este pasado lleno de triunfos dentro de las canchas y de escándalos fuera de ella, lo que hizo que los dirigentes del Independiente no lo compraran y lo aceptaran sólo a préstamo con una opción de compra de 600.000 dólares. Esta cierta incredulidad de los empresarios se le contagió a los periodistas argentinos, quienes no reseñaron con grandes titulares -como lo acostumbran a hacer- la llegada del 'Palomo'.

Otra cosa muy distinta sucedió cuando John Jairo Tréllez fue fichado por 1.800.000 dólares por el Boca Juniors. Esa semana -la del 18 de abril- la revista El Gráfico tituló en su portada: "Tréllez quiere ser Gardel". Tanto en Colombia como en Argentina se hablaba de las maravillas que realizaría este antioqueño de 26 años que fue botín de oro del campeonato colombiano en 1992 y que ha sido el máximo artillero del Atlético Nacional en su historia con 103 goles.


EL CIELO Y EL INFIERNO

Después de muchas entrevistas, J.J. Tréllez se puso la camiseta de Boca y debutó el 24 de abril frente al Deportivo Español. Esa tarde, supo que ser delantero de Boca era la tarea más difícil que le habían encomendado en la vida, y no tanto por las presiones futbolísticas que al fin y al cabo se sienten en cualquier equipo del planeta, sino por la presión de la barra boquense. Un hincha ya se lo había advertido: "negro, con esa camiseta te tenés que comer el pasto. Métetelo bien en la cabeza: el pasto de la Bombonera tiene que ser tu comida".

Tréllez entendió el mensaje y empezó a trabajar. Sus primeras tres presentaciones no fueron buenas, pero en la cuarta, frente a Gimnasia y Tiro, acabó siendo la figura del partido. La revista El Gráfico le dio una calificación de siete puntos y los hinchas le empezaron a coger cariño. Sin embargo, esa felicidad sólo le duró una semana. Pasaron los encuentros y a medida que Boca perdía puntos frente a los primeros de la tabla, Tréllez no lograba convencer con su juego. "Es un jugador muy frío -le dijo a SEMANA Diego Borinski, periodista de El Gráfico-, pareciera que le faltan huevos. En realidad no se entiende qué pasa con Tréllez. Sus compañeros dicen que en los entrenamientos la rompe, pero cuando pisa la Bombonera, no le sale una sola bien".

Los hinchas boqueases no quieren saber nada del colombiano. Si César Luis Menotti lo pone a jugar no dejan de silbarlo y si lo deja en la banca también lo silban; en otras palabras, está viviendo el infierno argentino, porque así como los hinchas se entregan por completo a un jugador que quieren, cuando lo odian, no lo dejan ni salir del camerino. Lo más seguro es que Tréllez se vaya de Boca, y ya lo dijo Antonio Alegre, el presidente de este club: "Tréllez es una bellísima persona, pero no es un jugador para Boca".

Todo lo contrario pasa con el 'Palomo', o más bien con el 'Negro' como le dicen en Argentina. Después de venir a Colombia de vacaciones para ver el mundial, llegó a Avellaneda y se enteró de que Angel Brindisi, el director técnico de Independiente, lo había sacado de la nómina titular. El 'Negro' no dijo nada, guardó silencio y se dedicó a trabajar con la esperanza de recuperar su puesto.

Después de esperar más de cuatro fechas, le llegó el día. Era domingo y era 31 de julio. La cancha de Avellaneda estaba colmada de espectadores. Del camerino de Independiente salió el 'Negro' de 1.92 metros de estatura, con el número nueve a la espalda y con la camiseta roja y la pantaloneta azul. Al minuto 35, cuando Usuriaga abrió el marcador del partido, fue la primera vez que se escuchó en esa cancha corear el nombre del colombiano. De ahí en adelante los hinchas no pararon de alabarlo. El partido terminó 4-0 a favor de Independiente y el 'Negro', además de hacer el primer gol, puso los tres siguientes. Esa tarde, Usuriaga fue monumental.

Después vendría el clásico en la célebre cancha de la Bombonera contra el Boca. El 'Negro' intentó una y otra vez pero no pudo, incluso llegó a eludir al arquero boquense, Carlos Navarro Montoya, pero su disparo golpeó el palo y se fue a la línea final. Pese a que esa tarde no pudo anotar, a los ochos días, el 21 de agosto, vendría la consagración definitiva. Independiente visitaba a Gimnasia y Esgrima y el 'Negro' se echó el equipo al hombro, colaboró en los dos primeros goles, le colocó el tercero a Rambert, y anotó el cuarto y el quinto. Desde esa tarde Usuriaga se convirtió en la figura del fútbol argentino, fue el invitado especial del programa Fútbol de primera y los comentaristas deportivos del país del cono sur no se cansan de hablar de las bondades futbolísticas de Usuriaga. Y es que no es para menos, pues al fin y al cabo las maniobras del 'Negro' dejaron a Independiente a las puertas del título.



CRIMEN Y CASTIGO

PARECE QUE Romario y Bebeto quieren llevar su protagonismo más allá de las canchas. Antes de terminar la celebración del tetracampeonato brasileño, ya los dos estaban ocupando las primeras páginas de las publicaciones deportivas.

Mientras jugadores como Stoitchkov y Hagi descansaron apenas 15 días, Romario y Bebeto decidieron quedarse en las playas de Brasil por más de 22 días. Al comienzo nadie los atacó, pero después de tanto aplazar el regreso a sus clubes, la prensa española se enfureció.

Aunque el hecho de haber sido campeones del mundo no los disculpaba para incumplirle a los técnicos, a Romario y Bebeto les pareció suficiente motivo para descansar lo que consideraran necesario. Ellos no entienden esa teoría europea de que la disciplina es más importante que el talento y que, a pesar de las amenazas de sanciones, ellos, por considerarse indispensables, harían lo que se les viniera en gana.

Y aunque Johan Cruyff, técnico del Barcelona, y Augusto César Lendoiro, presidente de La Coruña, habían dicho que los brasileños podrían quedar por fuera de sus equipos, cuando Romario y Bebeto llegaron a España la única sanción que recibieron fue una multa económica: el Barcelona obligó a Romario a pagar 77.000 dólares, el brasileño desembolsó rápidamente luego de que en su estadía en Brasil recibió 1.2 millones de dólares en contratos publicitarios; y La Coruña multó a Bebeto con 300.000 dólares, cifra demasiado alta para el jugador.

Al Barcelona le salieron las cosas bien. La multa no fue muy alta y Romario llegó conciliador e hizo que la prensa, los hinchas y los directivos, lo recibieran con cariño. Pero a La Coruña, que quería dejar un precedente con el caso Bebeto, las cosas le salieron al revés. Al delantero, además de parecerle muy elevada la multa, ya no le interesa jugar más en España y está decidido a retirarse del fútbol si La Coruña no acepta los cinco millones de dólares que está ofreciendo por su propio pase. Los dirigentes de este cuadro no saben qué hacer. Lo más seguro es que le ofrezcan algo al brasileño para que se quede, porque de otra forma la hinchada no les perdonaría la pérdida de su estrella.

Mientras tanto, algunos sectores de la prensa creen que lo único que hicieron los dirigentes españoles con Romario y Bebeto, fue dejar un precedente que podrá ser nefasto para el fútbol. Aún pueden surgir muchas figuras más y no es sano que hagan lo que les venga en gana.