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1987, AñO BANDERA EN LA ULTIMA DECADA PARA LAS EMPRESAS COLOMBIANAS. ¿QUE NOS ESPERA AHORA?

27 de junio de 1988

La cosa pintaba bien, pero no tanto. La industria colombiana, que en 1986 había mostrado un "revolucionario" comportamiento, volvió a desbordar todas las expectativas en 1987. Aunque se esperaba que la "destorcida" en los precios internacionales del café, es decir, el fin de la bonanza cafetera, se reflejara en la conclusión de un nuevo y buen ciclo de la economía, el trago amargo que se le quiso achacar al café no se saboreó. En mucho contribuyeron nuevos elementos como el petróleo, pero también el aumento de la demanda interna, el aumento de la tasa de cambio real y la reducción del contrabando, este último explicado en una mayor protección aduanera.
En el desenvolvimiento empresarial de 1987 se destacó el notable crecimiento del peso de las entidades oficiales, que en ventas y consolidación de sus activos cosecharon las mayores palmas. Con estos nuevos resultados cayó en parte el mito de que los entes oficiales no estaban para dar utilidades como afirmaban los gerentes de esas compañías cuando se les pedía una explicación sobre los balances en rojo que predominaron en el pasado. Esa consolidación, como la de las empresas privadas, fue impulsada en gran parte por el saneamiento a que se sometió la economía colombiana en la última mitad del gobierno del presidente Belisario Betancur y que se reflejó en gruesos frutos desde 1985, en una forma "imparable" que podría perdurar algún tiempo más.
La industria colombiana vio crecer inusitadamente sus ventas en 1987, los activos sobrepasaron cualquier cálculo, el patrimonio de los accionistas se consolidó en alto grado, el endeudamiento decreció en forma favorable y las utilidades "volaron" en tal magnitud que sólo el resultado sumado de tres grandes empresas es similar al monto de las ganancias obtenidas por las 100 grandes empresas de Colombia durante 1986. Todos estos indicadores muestran muy al pie de la letra la inmejorable situación de la industria, analizada en sus principales resultados, perspectivas y hechos por este trabajo que nuevamente entrega SEMANA a sus lectores.
Como siempre no faltaron los balances aún no consolidados, la decisión de no entregar información por factores de seguridad, en ocasiones un deliberado silencio "por cuestiones de competencia" y hasta el exceso de clasificación de los resultados financieros como "top secret", que impidieron que en algunos casos empresas quedaran dentro de las 100 más grandes. Pero en cambio ingresaron muchas nuevas, especialmente del sector servicios que consolida un cuadro completo del sector industrial colombiano. Nadie duda que aunque el optimismo no puede ser exagerado, la cosa no podía ser mejor, máxime cuando la economía se debatió entre grandes contradicciones.
La principal de ellas fue la famosa frase del presidente de la Asociación Nacional de Industriales, Fabio Echeverri Correa, para quien "a la economía le iba bien, pero al país mal". Sobre esa frase se habló mucho. El expresidente Misael Pastrana replicó que "si al país le va mal, a la economía le va mal", apreciación respaldada por la presidenta ejecutiva de la UCEP, María Carmenza Arenas, para quien "no es posible mantener una situación en la que a la economía le vaya bien aunque al país le vaya mal".
A pesar de todo ese juego de palabras, los resultados económicos de 1987 parecen dejar corto todo lo que se diga. Incluso que 1987 fue el penúltimo de los años buenos, según afirmación de la Andi que sostiene que la alegría sólo durará hasta finales de 1988. Y el nerviosismo de los tres primeros meses de este año, sumado al "mes negro" de abril parecen indicar que no todo marcha sobre ruedas para este año.
CORRECCIONES DEL GOBIERNO
Para los industriales, 1987 fue un excelente año porque, en general, las actividades productivas culminaron con buenos resultados, derrotando de paso las expectativas inciertas de comienzo de año, surgidas ante la destorcida de los precios del café y las dificultades en la obtención de los recursos externos orientados a la financiación del programa de Economía Social de la administración Barco.
Esas circunstancias hicieron romper de tajo los presupuestos de quienes elucubraban sobre lo bueno y lo malo. La mayor demanda que presionó la mayor producción favoreció inmejorablemente el empleo y así también los empresarios comenzaron una serie de proyectos de ensanche de capacidad instalada que se reflejará en otros mejores momentos para la industria en el próximo ciclo de "vacas gordas".
La recopilación lograda por SEMANA demuestra claramente que muchos de los buenos resultados del sector manufacturero obedecen en gran pane a la "ley de arrastre" que presionó el plan de ajuste de ya hace cuatro años. Sin embargo, hay hechos que enturbiaron el que podría ser un mejor panorama, como el crecimiento de la inflación en 1987 y el aumento en las inversiones del Estado, que desde mediados del año crearon algunos inconvenientes sobre el déficit fiscal que se agigantó y ello atrajo traumas a la política económica de la administración Betancur a principios de 1988.
Algunos, entre ellos Fedesarrollo, prevén que en breve se presentarán "cuellos de botella" para la industria, como aquellos asociados a la capacidad productiva industrial, que en caso de acelerarse, la demanda podría no tener instrumentos de relación suficientes.
Uno de los casos que puede presenta problemas imponantes, es el de los textiles, en donde la utilización máxima de la capacidad instalada está llegando a niveles intolerables.
VUELVE Y JUEGA
En 1987 se consolidó un notable desempeño de las expornaciones no cafeteras. Con la mayor y abundante producción de petróleo y el crecimiento de la explotación de carbón, se duplicaron las ventas de combustibles colombianos al resto del mundo. Eso permitió a Ecopetrol no sólo mantener su primer lugar como la empresa más grande de Colombia, sino consolidar su situación financiera, que coloca a la compañía petrolera muy lejos de las demás. De pérdidas por $ 25.425 millones en 1985 y utilidades por $ 2.639 millones en 1986 Ecopetrol presentó ganancias por $ 24.996 millones, algo espectacular y sin antecedentes en el país. Sus activos crecieron en un 34 por ciento, su patrimonio en 59 por ciento, sus ventas o ingresos operacionales en 63 por ciento y sus utilidades en 947 por ciento.
La Empresa Colombiana de Petróleos arrojó un superávit de $ 3.275 millones al 31 de diciembre de 1987, consolidó una utilidad operacional por $ 121.749 millones, realizó ventas en el país por $ 95.841 millones, exponó $ 218.446 millones, recibió por servicio de transporne por oleoductos $ 121.850 millones y subsidió a las electrificadoras con $ 8.544 millones. Pagó a sus más de 10.500 trabajadores salarios por $14.141 millones, prestaciones sociales por $ 22.432 millones, amornizó en pensiones de jubilación $ 40.943 millones y canceló en servicios varios a terceros $ 34.294 millones. También pagó regalías petroleras por $ 38.390 millones. Todas estas cifras dan una magnitud de lo que mueve el petróleo colombiano y de lo que seguirá moviendo por algunos años más.
El "oro negro" y los combustibles en general tuvieron mucho que ver en que entre las mejores se mantuvieran, e incluso subieran muchos lugares, la Shell de Colombia y la Codi-Mobil. Por ejemplo, la Shell vio crecer sus ventas en más del 1.300 por ciento, aunque sus utilidades se redujeron en algo con respecto al 86.
LA DESTORCIDA
La bonanza cafetera terminó y con ello el segundo lugar que parecía escriturado al Fondo Nacional del Café entre las 100 empresas más grandes del país. Hasta en ventas netas, en donde dominó el primer lugar en 1986, perdió el liderazgo. El Fondo Nacional del Café fue el fiel reflejo de la destorcida de los precios del grano que culminó en el primer trimestre de 1987. La utilidad contable o superávit cafetero se redujo con el cambio en las reglas del juego del mercado internacional. No obstante esos comportamientos, el índice de endeudamiento pasó del 23.9 por ciento en 1986 al 22.73 por ciento en el 87, lo que demuestra la solidez del Fondo y la imponancia de su función de "colchón" en época de "vacas flacas".
En el comportamiento del Fondo Cafetero hay que tener en cuenta que en 1986 estuvo en vigencia una bonanza con nueve meses de mercado libre, lo que se tradujo en ventas netas por $ 418.116 millones.
Las ventas del Fondo tienen que ver con las mercancías de provisión agrícola y el café, pero no se incluyen los ingresos por captación de impuestos de retención que incluso en muchas ocasiones no ingresan a sus arcas sino que tienen destinación específica antes de llegar. Para 1987 se presentó una baja notable en las ventas a $ 230.327 millones, fruto de un mercado sometido al sistema de cuotas. Hay que tener en cuenta que la caída de las ventas está dada en función de los precios del mercado internacional.