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El mercado accionario fue la mejor inversión en Colombia en 2002. Para este año la bolsa sigue ofreciendo oportunidades interesantes.

18 de diciembre de 2003

nsecutivo. En 2001 las acciones en el país se habían valorizado en 37 por ciento, más que cualquiera otra opción de inversión ese año.

Este auge, que tomó por sorpresa a quienes no daban un peso por la bolsa, tiene varias explicaciones. La primera es que en los años de crisis la caída había sido abismal. Por eso, aun después de la recuperación de los últimos dos años, las acciones nacionales, en promedio, han alcanzado a duras penas los precios que tenían al cierre de 1997.

Detrás de la caída estuvo la partida de los fondos de inversión extranjeros, que abandonaron definitivamente el mercado. Y a la reciente recuperación han contribuido los fondos privados de pensiones. Estos invierten una porción muy pequeña de su portafolio en acciones. Pero como los fondos han crecido tanto esa parte ya significa un monto de recursos importante que ha ayudado a impulsar el mercado.

Dicho esto, hay que anotar que otras razones de fondo ayudan a explicar el buen desempeño de la bolsa. "La estabilidad en las variables básicas de la economía, como la inflación, así como las bajas tasas de interés, han sido convenientes", afirma Augusto Acosta, presidente de la Bolsa de Colombia.

En efecto, cuando las tasas de interés están muy bajas las acciones se vuelven más atractivas. Más aun cuando algunas de ellas siguen estando muy baratas de acuerdo con los criterios tradicionales de valoración. Aun después del auge del año pasado la mayoría de las acciones en Colombia se venden en la bolsa por debajo de lo que valen en los libros de contabilidad de las respectivas empresas. Lo normal, sin embargo, es que las acciones valgan más en la bolsa que en el papel.

Esto lo que muestra es que todavía hay campo para que las acciones se sigan valorizando. No obstante, hay que advertir que el mercado colombiano tiene un problema, y es que todavía es muy ilíquido. Son relativamente pocas las acciones que se transan todos los días, de manera que el inversionista encuentre comprador en caso de que quiera salir de ellas. Además, como los montos negociados son bajos, no se pueden mover los grandes volúmenes que se acostumbran en otro tipo de papeles, como los TES.

Para el inversionista individual, no obstante, hay buenas oportunidades. Debe tomar, naturalmente, las precauciones del caso. La principal de ellas es no invertir la plata que se necesitará pronto para necesidades inaplazables, como pagar el arriendo o la educación, por ejemplo. La razón es que los papeles se pueden desvalorizar temporalmente y si le toca venderlos pierde parte de ese dinero. En cambio, cuando el inversionista no tiene tanto afán de recuperar la plata, posee por lo menos la opción de esperar a que las acciones vuelvan a subir de precio para venderlas.

nsecutivo. En 2001 las acciones en el país se habían valorizado en 37 por ciento, más que cualquiera otra opción de inversión ese año.

Este auge, que tomó por sorpresa a quienes no daban un peso por la bolsa, tiene varias explicaciones. La primera es que en los años de crisis la caída había sido abismal. Por eso, aun después de la recuperación de los últimos dos años, las acciones nacionales, en promedio, han alcanzado a duras penas los precios que tenían al cierre de 1997.

Detrás de la caída estuvo la partida de los fondos de inversión extranjeros, que abandonaron definitivamente el mercado. Y a la reciente recuperación han contribuido los fondos privados de pensiones. Estos invierten una porción muy pequeña de su portafolio en acciones. Pero como los fondos han crecido tanto esa parte ya significa un monto de recursos importante que ha ayudado a impulsar el mercado.

Dicho esto, hay que anotar que otras razones de fondo ayudan a explicar el buen desempeño de la bolsa. "La estabilidad en las variables básicas de la economía, como la inflación, así como las bajas tasas de interés, han sido convenientes", afirma Augusto Acosta, presidente de la Bolsa de Colombia.

En efecto, cuando las tasas de interés están muy bajas las acciones se vuelven más atractivas. Más aun cuando algunas de ellas siguen estando muy baratas de acuerdo con los criterios tradicionales de valoración. Aun después del auge del año pasado la mayoría de las acciones en Colombia se venden en la bolsa por debajo de lo que valen en los libros de contabilidad de las respectivas empresas. Lo normal, sin embargo, es que las acciones valgan más en la bolsa que en el papel.

Esto lo que muestra es que todavía hay campo para que las acciones se sigan valorizando. No obstante, hay que advertir que el mercado colombiano tiene un problema, y es que todavía es muy ilíquido. Son relativamente pocas las acciones que se transan todos los días, de manera que el inversionista encuentre comprador en caso de que quiera salir de ellas. Además, como los montos negociados son bajos, no se pueden mover los grandes volúmenes que se acostumbran en otro tipo de papeles, como los TES.

Para el inversionista individual, no obstante, hay buenas oportunidades. Debe tomar, naturalmente, las precauciones del caso. La principal de ellas es no invertir la plata que se necesitará pronto para necesidades inaplazables, como pagar el arriendo o la educación, por ejemplo. La razón es que los papeles se pueden desvalorizar temporalmente y si le toca venderlos pierde parte de ese dinero. En cambio, cuando el inversionista no tiene tanto afán de recuperar la plata, posee por lo menos la opción de esperar a que las acciones vuelvan a subir de precio para venderlas.

Lo más importante, en todo caso, es asesorarse bien. El desempeño de las diferentes acciones suele ser muy dispar. Durante el año pasado, por ejemplo, la de Valores Bavaria perdió 50 por ciento de su valor, al pasar de 315 pesos a 157. En el otro extremo estuvo la de Coltabaco, que se valorizó en 127 por ciento. Al incluir el dividendo, esta acción tuvo un rendimiento total de 148,7 por ciento en 2002