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AL TABLERO

CON LA EXPEDICION DEL PLAN DECENAL DE EDUCACION EN EL GOBIERNO SE PORPONE DESATRASAR LA ENSEÑANZA. EN EL PAIS, SIN EMBARGO, POCOS SABEN COMO VALORAR.

25 de marzo de 1996


Al tablero Con la expedición del Plan Decenal de Educación el Gobierno se propone desatrasar la enseñanza. En el país, sin embargo, pocos saben cómo lo va lograr.En el seminario que la Revista Dinero organizó en octubre del año pasado los expositores coincidieron en un tema diferente al análisis de la crisis política; dedicaron una buena parte de sus intervenciones a expresar sus inquietudes sobre la calidad de la educación en Colombia.A primera vista resulta extraño que en el lanzamiento de las precandidaturas presidenciales, los aspirantes se pronunciaran sobre un asunto como éste, que ha sido la Cenicienta de la gestión pública. La referencia al tema no fue una casualidad pues hay una preocupación generalizada en torno a él. Hasta el Banco Mundial le ha llamado la atención al gobierno sobre el estancamiento de la inversión en educación. Según cifras de Naciones Unidas, en 1990 el país sólo le estaba dedicando el 3.1 por ciento del Producto Interno Bruto a este campo mientras que Panamá y Honduras estaban invirtiendo el 5.5 y el 4.6 por ciento, respectivamente. Esto quiere decir, que si el país desea mejorar su ritmo de crecimiento, debe volver a ponerle atención al capital humano, como ya lo ha hecho en el pasado. Entre 1950 y 1975 Colombia tuvo avances significativos en gestión educativa, tanto que logró estar a la vanguardia en el continente. Pero en los 15 años siguientes cayó en el letargo: la calidad desmejoró y no logró ampliar de forma importante su cobertura. En el concierto nacional la educación recobró su vigencia a principios de esta década. El primer escenario para repensarla fue la Asamblea Nacional Constituyente en 1991; la Carta dedica 45 artículos al tema. Luego, en 1994, vino la Ley General de Educación, y durante su debate, los sectores comprometidos se dieron cita para discutir la necesidad de adoptar un sistema mejor, que llegara a todos los niños y que les diera más elementos para enfrentarse al mundo. A pesar de estos esfuerzos dialécticos, en la práctica todo parece seguir igual. Cambiar esta tendencia y lograr transformaciones reales es lo que debe lograr el Plan Decenal de Educación, de acuerdo con esa misma ley. En palabras de la ministra de Educación, María Emma Mejía, "lo que pretende el plan es servir de indicador de a dónde debe llegar la educación en 10 años". Lo que no deja de resultar curioso es que el documento no contiene las acciones a seguir ni señala los mecanismos de financiación. La ministra dice que el Plan Decenal tiene este tono porque "es un primer borrador que iremos renovando en la práctica. No ha tratado de ser exhaustivo y una de sus grandezas es que no es concreto". Sin embargo, para muchos resulta contradictorio que un plan que tiene como propósito propender por cambios radicales sólo proponga generalidades. En concepto de estos críticos, el documento se limita a recoger los postulados en torno a los cuales ha habido consenso en los últimos años. Tampoco les queda muy claro cuáles son las labores de dirección que debe asumir el Ministerio de Educación ni las funciones que vayan a ejercer las secretarías de educación departamentales y locales a lo largo del proceso. Pero entre las cosas que hay que reconocerle al Plan Decenal es que es el fruto de un trabajo democrático en el que participaron gentes de todas las regiones y cerca de 40.000 personas dieron sus opiniones. Sólo que, como un conocedor del tema dijo a SEMANA, "la transcendencia de la discusión pudo haber sido mayor, y hubiera podido movilizar a mayores sectores de la población, si no hubiera coincidido con la agudización de la crisis política". Incluso, de los participantes y de los compromisos que hayan adquirido, depende que el Plan Decenal no se quede en el papel. La misma fuente añadió que "la manera de sacar adelante el plan, sería que esas comunidades pusieran en marcha algunos casos pilotos que sirvan de ejemplo a los demás".Para la ministra los desafíos son de otro orden: lograr que los dos próximos gobiernos tomen el asunto a pecho y le dediquen al sector educativo recursos crecientes del presupuesto nacional, hasta alcanzar el 8.5 por ciento del PIB, en el 2005 y que los administren de forma eficiente. Por eso, tal vez es una buena señal para el sector y para el mismo plan, que los precandidatos le dedicaran un ratico al tema de la educación.