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APLACADOS

La falta de placas en Bogotá no sólo le ha causado molestias a los usuarios, sino que resultó ser un pésimo negocio para la ciudad.

16 de octubre de 1995

POR ESTOS DIAS, DURANTE los cuales la administración del alcalde capitalino, Antanas Mockus, ha anunciado que convocará a sesiones extraordinarias al Concejo para reestudiar el monto de la sobretasa a la gasolina, algunos de sus opositores le han pedido que antes de pensar en aumentar los impuestos debería concentrarse en evitar la evasión. Solicitud que es parcialmente válida porque el listado de venas rotas es bastante extenso. Claro que en él hay unos agujeros que a la ciudad le duelen más que otros, como es el caso de la matrícula de vehículos.
La tercera parte de los carros que circulan en Bogotá están matriculados en los municipios de la Sabana (Chía, La Calera, Soacha, Mosquera y Zipaquirá) y le tributan a Cundinamarca. Por esos 300.000 clientes perdidos las dos entidades territoriales han tenido un larguísimo enfrentamiento, que en lugar de resolverse tiende a convertirse en un nudo gordiano. Ahora el departamento sacó ventaja al competir con su disponibilidad de placas, mientras que Bogotá ha perdido unos 500 millones de pesos en dos meses.
El inicio de la crisis de las placas se remonta a la pasada administración nacional. En ese entonces el Ministerio de Transporte decidió que las especies venales -placas, pases y calcomanías- debían ser proveídas por las divisiones seccionales de tránsito para prestarle así un mejor servicio, pero los recursos que los usuarios cancelan por éstas seguirían siendo girados a la mencionada cartera. Según la secretaria de Tránsito de Bogotá, María Piedad Mosquera, no tuvieron mucho chance de pelear la medida: "Nosotros dijimos que era una medida injusta, pero entró en vigencia a principios de este año".
Fue entonces cuando la naturaleza jurídica le complicó las cosas a la Secretaría de Tránsito y Transporte -STT-. Su presupuesto hace parte del Distrito y cualquier modificación debe ser aprobada por el Concejo. El trámite para conseguir los 52 millones de pesos para financiar la fabricación de placas le tomó cerca de dos meses. En Cundinamarca las inspecciones forman parte del Instituto de Tránsito y Transporte de Cundinamarca, que es descentralizado y tiene autonomía para inversión. En abril, su contratista entregó el primer lote de placas.
Para el colmo de los males del Distrito, la disponibilidad de placas a nivel departamental coincidió con el agotamiento de sus reservas. La STT se vio obligada a suplir su carencia entregando un papel, con el número de la placa, que autoriza el libre tránsito.
A pesar de que la entidad bogotana asegura que un vehículo puede circular con tránsito autorizado sin ninguna molestia, muchos prefirieron registrar sus carros en la Sabana. Entre enero y abril, en el Distrito se estaban matriculando un promedio de 3.800 carros mensuales, mientras que en las cinco inspecciones el promedio era de 1.000, pero en los meses de mayo y junio las cosas cambiaron, la capital bajó a 2.100 y las poblaciones vecinas subieron a 3.200.
A simple vista podría decirse que si se dejaron de matricular 2.000 carros, como el promedio de impuestos de timbre y rodamiento que se debe pagar por un vehículo nuevo es de 250.000 pesos, se estarían perdiendo 500 millones de pesos. La Secretaría de Tránsito asegura que seguirá dando la pelea y que demandará, ante el Ministerio de Transporte, las inscripciones en las inspecciones de la Sabana. "Según la ley 14 del 83, dice Mosquera, los carros deben matricularse en el municipio donde resida su propietario, de no ser así, la matrícula sería revocada". El departamento tampoco quiere perder esos recursos y ya tiene preparado su discurso para defenderlos. El director del instituto, Marco Antonio Mora, asegura que "muchos de los dueños de esos vehículos tienen fincas o casas de recreo en Cundinamarca".
Ahora, la Secretaría de Tránsito asegura que el de las placas fue un problema coyuntural, pues desde julio tiene total disponibilidad, incluso para los carros recién comprados. Sin embargo la realidad parece ser otra. "Los números de placas que nos fueron asignados ni siquiera los han mandado a fabricar, según nos informó nuestro contacto en el Tránsito", relató a SEMANA la encargada de matrículas de un conocido concesionario. Es decir, que este nudo cada día está más enredado.