Home

Economía

Artículo

negocios

Apuesta enredada

En la era de los juegos electrónicos como el Baloto, las loterías tradicionales luchan por sobrevivir. ¿Lo lograrán?

14 de noviembre de 2004

En un país en donde la mayoría de ciudades se han convertido en los últimos años en una especie de Las Vegas criollas, donde han proliferado la aparición de casinos, bingos y novedosos locales en centros comerciales que ofrecen desde maquinas tragamonedas de póquer o black jack hasta carreras de caballos vía satélite, resulta extraño que el juego de azar más tradicional y arraigado esté a punto de morir: las loterías.

De las 26 loterías que funcionan en el país, 21 reportan un bajón en sus ventas y más de la mitad no están en capacidad de responder por sus obligaciones a corto plazo. La venta de billetes está cayendo a tasas anuales del 10 por ciento, lo que tiene preocupadas a las autoridades de vigilancia como la Supersalud, que está recibiendo menos recursos para transferencias a la salud por este motivo.

Como si esto no fuera suficiente, este año han entrado en liquidación cuatro loterías -La Guajira, Sucre, la Vallenata y el Sorteo Extraordinario de Navidad- y otras como las de Córdoba y Cúcuta han tenido que suspender sus sorteos, en algunos casos por tiempo indefinido. ¿A qué se debe la mala racha?

Apareció el Baloto. Desde cuando entró a Colombia, en 2001, las loterías comenzaron a vender menos. Baloto, operado por la multinacional Gtech, les quitó a los loteros el 20 por ciento del mercado en sólo dos años. El monto del premio, la posibilidad de acumularlo y la tecnología en línea se 'robaron' el show y una importante masa de clientes.

Baloto además amplió la base de apostadores, especialmente en los estratos 5 y 6. Estos, que antes prácticamente no compraban lotería, empezaron a hacerlo a raíz de su juego netamente en línea y en tiempo real. El jugador ya no tenía que limitarse a los números que le llevara el lotero, sino que podía jugar el número de su elección a través de una red electrónica con 3.500 puntos, desde supermercados hasta tiendas de barrio. Esto no sólo agilizó el proceso, sino que lo hizo más seguro.

En contraste, el billete de lotería parece obsoleto. Tiene más de 120 años de historia. Por ley, las loterías no pueden manejar un plan de premios acumulados estilo Baloto, ni tampoco sacar nuevos productos al mercado.

Los privados, en cambio, sí pueden hacerlo. Este año, por ejemplo, salió al mercado el Super Astro Millonario, un juego que permite apostar cualquier cantidad y que entrega hasta 40.000 veces lo jugado. La idea es que cada jugador escoja cuatro números y un signo zodiacal, que hace las veces de serie. Y próximamente saldrá la Apuesta Futbolera, con la cual se podrá jugarle a un marcador de los partidos.

En el afán por competir, muchas loterías aumentaron sus secos y premios gordos. Pero el incremento en premios fue insostenible para muchas de ellas y tras entregar 5 por ciento más en 2001, con respecto a 2000, el sector sumado debió reducirlos 15 por ciento en 2002 y otro 15 por ciento el año siguiente. Mientras tanto la ley no cambió y tras el crecimiento de 3,7 por ciento en 2000, siguieron caídas de 4,2 por ciento en 2001, 9,3 por ciento en 2002 y 9,9 por ciento en 2003.

A todo esto se sumó la mala imagen de las loterías. Problemas de corrupción administrativa o falsificación de billete han erosionado la confianza del apostante. Algunos incluso creen que las loterías no pagan sus premios. El caso más reciente fue el de la 9 Millonaria, que se demoró varios meses en consignar la plata de su trofeo mayor.

Los más directamente afectados por la crisis lotera han sido los afiliados al régimen subsidiado y los que están por fuera del Sistema General de Seguridad y Social, pues parte de lo que cuesta atenderlos se paga con los impuestos a las loterías. Las loterías estatales vendieron el año pasado 456.000 millones de pesos, aportaron a la salud 96.901 millones y entregaron 174.347 millones de pesos en efectivo.

El Baloto, en cambio, aporta proporcionalmente menos recursos a la salud que las loterías. En 2003 transfirió 41.350 millones de pesos al sistema de salud, de los 134.290 millones de pesos que facturó.



Cambio de suerte

Replantear el negocio era entonces un asunto de supervivencia. La primera en moverse fue la Lotería de Bogotá. A mediados de julio de este año, buscó un camino que le permitiera modernizarse sin violar la ley, y firmó una alianza con Gtech para vender sus billetes a través de las mismas maquinitas en las que se imprime el Baloto. De esta manera nació la Lotería de Bogotá en Línea, que permite escoger los números en máquinas, como se hace en muchas ciudades del mundo.

La movida de Bogotá sacudió al mercado. Las loterías entendieron que Gtech, como operador de juegos, más que competidor, podía ser un gran aliado. Pero sobre todo se dieron cuenta de que podían coexistir felizmente, ya que al final lo que importa es que el cliente tenga en una misma maquina la mayor cantidad de alternativas para apostar. En los próximos días las loterías del Valle, Medellín, Meta, Cundinamarca, Santander, Atlántico y Tolima comenzarán a vender sus productos en línea.

La crisis unió el sector, que se propuso lograr una reglamentación de la ley que permitiera a las loterías asociarse entre sí y conformar grupos más eficientes y competitivos. De ahí nació, por ejemplo, la idea de crear una alianza Caribe, fusión de las loterías de la costa atlántica. O el proyecto de las loterías de Boyacá, Huila, Santander y Bogotá de hacer un sorteo extraordinario conjunto el próximo 22 de diciembre. Será el primer premio en dólares que se entregue en el país -con un gordo de 2 millones de dólares- y tendrá dos ñapas, una para los apostadores y otra para los loteros. Para los primeros habrá premios instantáneos por 5.600 millones de pesos y para los segundos, por 300 millones de pesos. El jueves de esta semana será el lanzamiento.

El decreto 2975 del 14 de septiembre de 2004, que reglamenta la Ley 643 de juegos de azar, también les puso condiciones administrativas a las loterías para asegurar la viabilidad de sus negocios. Además de imponerles un tope de gastos, les exigió un mínimo de 4 por ciento de utilidades para el próximo año.

Pero no todo es color de rosa. Las loterías siguen sin poder acumular premios ni sacar productos novedosos. El acuerdo con el gobierno es que para el 16 de marzo de 2005 deberá haber un proyecto de ley concertado con las diferentes organizaciones que hacen parte de los juegos de azar, en el cual se puedan incluir estos dos capítulos neurálgicos para el sector de loterías.

"Si las loterías no entran en un proceso adecuado de modernización administrativa y tecnológica, y si el gobierno no las apoya fuertemente con leyes más acordes con el mercado, van a desaparecer en cinco años" dice Luis Fernando Jaramillo, director ejecutivo de la Federación de Loterías Colombianas, Fedelco.

Si las loterías desaparecen no solamente habrá un problema de salud, sino también uno social. Del sector de loterías dependen directamente más de 120.000 loteros y sus familias.

El problema no da espera.