Home

Economía

Artículo

ARANDO EL MAR

Un nuevo libro de dos consultores de la compañía Monitor argumenta que la clave del desarrollo para los países del Tercer Mundo está en las reformas microeconómicas.

3 de noviembre de 1997

A partir de la caída de la cortina de hierro ha surgido un consenso sin precedentes en la historia mundial sobre cómo un país debe administrar su economía. Para constatar este hecho no es sino mirar a Latinoamérica. En la última década todos los países de la región -con la excepción de Cuba que sigue empeñada en preservar su anticuado experimento socialista- han acogido con brazos abiertos la doctrina del libre mercado. Sus líderes, desde Tijuana hasta la Patagonia, han abierto mercados, privatizado empresas estatales y liberado regímenes cambiarios y financieros. Hoy en día nadie parece cuestionar las bondades de la inversión extranjera, el comercio internacional y la prudencia fiscal para el desarrollo de un país. Sin embargo, a excepción del caso de Chile, estas reformas todavía no han producido el resultado ansiado por todos sus partidarios: altos niveles de crecimiento sostenible.
Michael Fairbanks y Stace Lindsay, consultores de la firma Monitor Company, argumentan que si bien una plataforma macroeconómica estable y sólida es un requisito indispensable para el desarrollo, no es una condición suficiente. Por su experiencia personal y profesional ambos tienen sin duda mucho que aportar al debate. Fairbanks fue cuerpo de paz en Kenia en su juventud, mientras Lindsay se desempeñó por varios años como trabajador comunitario en Centroamérica y el Caribe. En los últimos años los dos han trabajado con Monitor -firma fundada por varios profesores de la Universidad de Harvard, incluyendo a Michael Porter, el gurú del concepto de las ventajas competitivas- en diversos proyectos de asesoría a gobiernos del Tercer Mundo. El libro que acaban de publicar Plowing the Sea (Arando el mar) -nombre que se refiere a la frase de Bolívar de que hacer una revolución en América es tan imposible como arar el océano- se desprende de sus experiencias como consultores de cuatro gobiernos de la región andina, incluido el colombiano.
La tesis principal del libro, que incluye estudios de caso sobre varias industrias colombianas, como la floricultura, la confección de artículos de cuero y la exportación de frutas tropicales, es que las ventajas comparativas tradicionales de países como Colombia -los recursos naturales, la mano de obra barata, la posición geográfica y la ausencia de estaciones- no son suficientes para garantizar el crecimiento del país a largo plazo. Por el contrario, como argumenta Porter, empresarios y gobierno deben enfocar sus esfuerzos en desarrollar ventajas competitivas sostenibles que los diferencien de otros países con características similares.
Para lograr este objetivo, argumentan los autores, es fundamental desarrollar una cultura de innovación y conocimiento que permita a las empresas reaccionar eficazmente a las tendencias de mercado a nivel mundial y apalancar sus fortalezas para hacer frente a la competencia en la economía global. En su concepto, el gobierno tiene un rol fundamental en este proceso y se debe enfocar en reformas 'micro' tendientes a mejorar los niveles educativos y la infraestructura, fomentar la competencia y facilitar las alianzas entre el sector privado y las universidades para así desencadenar lo que los autores llaman "las fuentes escondidas del crecimiento".
Aunque el marco analítico de Fairbanks y Lindsay no es novedoso, sí lo es su aplicación específica a la problemática económica de la región andina. Habrá que ver si los empresarios y líderes de la región aceptan el desafío de los autores y se lanzan a la conquista de lo 'imposible'.