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BALANCE NEGATIVO

Colombia vive el más largo período de recesión desde la década del 30, según se deduce del balance económico de 1982 que empieza a conocerse.

22 de noviembre de 1982

Cuando ya van a completarse los primeros 100 días de Gobierno Belisario Betancur, fecha del primer examen parcial para todos los gobiernos, la situación de la economía y del sector financiero, entre otras causas, han impedido la implementación completa de un política económica.
Entre tanto, se acerca el final del año y se empiezan a conocer los primeros resultados para llevar a cabo el balance económico de 1982. Será un balance negativo. En la semana anterior coincidieron en lanzar una voz de alarma los expertos de Fedesarrollo, por un lado, y el ex-presidente Carlos Lleras, ex asesor del gobierno para asuntos económicos por otro. De acuerdo con los primeros, "no cabe duda de que el país atraviesa la peor recesión del período de post-guerra". Y según el ex-presidente Lleras, "la mezcla del aspecto fiscal con el cambiario amenaza con crear una atmósfera semejante, si no mucho más compleja, a la que reinó en 1937 y 38".
Las cifras relativas al crecimiento económico son muy bajas. En el primer semestre del año, por ejemplo, la industria disminuyó el valor real de su producción en 1.76%. si bien en los últimos meses ha mostrado una leve recuperación, al término de 1982, según la encuesta empresarial de Fedesarrollo, no llegará al 2% de incremento anual. El sector agrícola, por su parte, igualmente indica graves síntomas de recesión con el agravante de que, al constituir los alimentos una proporción importante de la canasta familiar, implica presiones para el aumento en la tasa de inflación. La producción agrícola ha estado deprimida durante varios meses, y los cálculos relativos a su crecimiento hasta diciembre señalan que no pasará del 1%. Finalmente, la construcción se encuentra también en un preocupante estancamiento que no se recupera con el crecimiento global positivo que ha tenido recientemente.
El signo negativo se ha vuelto acompañante indefectible de los indicadores económicos y también aparece al lado de las cifras de comercio exterior: han disminuído tanto las exportaciones como las importaciones, y las segundas son mayores que las primeras en 992 millones de dólares. Las entradas netas de capital, positivas, frenan un poco la caída en el nivel de reservas internacionales que a finales de agosto se situaron en $ 4.999 millones de dólares, US $992 millones menos que las que existían el último 31 de diciembre.
Por otra parte, se conocieron las cifras de desempleo correspondientes al mes de septiembre, que arroja la encuesta trimestral que realiza el DANE. En las principales ciudades del país, la tasa de desocupación se ha estabilizado ligeramente por encima del 9%.
Esta cifra, sin embargo, podría ocultar el aumento en la masa de desocupados, según un estudio de la revista "Estrategia" publicado en su entrega del mes de Junio. La tasa de desempleo es el cociente entre el número absoluto de desocupados y la población económicamente activa. Si parte de la población desempleada deja de buscar trabajo porque se ha cansado de hacerlo sin éxito, las encuestas no los recogen dentro de la categoría de desocupados. Esto último puede haber sucedido en Colombia, según se desprende de las tasas de participación de la fuerza de trabajo. En consecuencia, el índice de desempleo puede mantenerse constante, o incluso disminuir, al mismo tiempo que crezca la cantidad de personas sin trabajo.
Y está, finalmente, la amenaza del déficit fiscal que cada vez se muestra más incisivo. Las tendencias de los ingresos reales del gobierno a deteriorarse y de los gastos a incrementarse, descartan en el corto plazo la posibilidad de que el déficit merme su feroz ofensiva. Las notas editoriales de la revista del Banco de la República, efectivamente, señalan algunos elementos que necesariamente influyen para la reproducción permanente del déficit en las finanzas del Estado. Por el lado de los ingresos tributarios del fisco, la recesión que padece la economía colombiana ha afectado su ritmo de actividad y los ingresos de los agentes, lo cual origina una caída en la tributación directa, como el impuesto sobre la renta.
Además, el producido del impuesto ad-valorem del café, que se liquida aplicando la tarifa impositiva sobre el valor de los reintegros cafeteros, también ha disminuido como reflejo del menor nivel de ventas, e igualmente han bajado los ingresos por el rendimiento de las divisas colombianas colocadas en bancos internacionales: además de que éstas han mermado su valor, existe en el mercado financiero internacional una tendencia clara a la baja de los tipos de interés. Si a todo esto le sumamos los altos grados de evasión tributaria a los que se han habituado los contribuyentes, concluímos que una rápida recuperación en los ingresos del Gobierno es, al menos en el corto plazo, muy improbable.
Lo más grave de una situación de déficit en las finanzas gubernamentales está en la necesidad de llenarlo con procedimientos inflacionarios. Como lo ha dicho el presidente Betancur, lo inconveniente es poner a funcionar la máquina que emite el dinero. Sin embargo, en el balance monetario de fin de año los efectos expansionistas ocasionados por este motivo (y por todos los demás) se verán compensados por la contracción monetaria que ocasiona una disminución en el nivel de reservas internacionales. Cuando esto último sucede, los pesos con que se compran las divisas quedan en manos del Banco de la República, único vendedor de ellas, disminuyéndose la Base Monetaria. Dicho de otro modo una balanza comercial deficitaria, da al gobierno un mayor campo para la expansión de los medios de pago.
La coyuntura económica, en síntesis, requiere de atención inmediata.
La política económica se espera con grandes expectativas, pero las manos del ejecutivo están amarradas por una crisis financiera que les ha demandado muchas horas de trabajo a ritmo paisa. El enfermo está grave y el médico ocupado.