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BARRIL SIN FONDO

La crisis de Acerías Paz del Río está a punto de estallar. ¿Hay alguna salida?

9 de junio de 1997

Hay una pregunta por cuya respuesta muchos pagarían millones de pesos: ¿Qué hacer con Acerías Paz del Río? Se trata del dilema industrial más grande de los últimos tiempos en Colombia. Aunque en un par de semanas vence el plazo para que la junta directiva de la empresa decida si opta por su liquidación o no, pocos seatreven aún a dar un pronóstico definitivo.Para nadie es un secreto que la empresa está a punto de pasar de los cuidados intensivos a un estado de coma. De hecho su mayor accionista, el Sindicato Antioqueño, ha desembolsado desde 1987 cerca de 100.000 millones de pesos en capitalizaciones sucesivas con la idea de salvarla, con lo que tiene a su haber el 47 por ciento de la siderúrgica. Mientras tanto el IFI ha colocado otros 23.000 millones entre préstamos y capitalizaciones, que lo han convertido en el dueño del 15 por ciento de las acciones de la empresa. Además de eso los trabajadores han capitalizado el 40 por ciento de sus cesantías al pasarse a la Ley 50, también para darle un aire y encontrar una salida. Sin embargo nada de eso ha sido suficiente. A comienzos de este año la administración tuvo que anunciar públicamente que el acuerdo concordatario firmado a mediados de 1996 para salvar la empresa no había servido porque no se habían logrado las metas allí consignadas. En tanto que el acuerdo hablaba de ventas por 117.500 millones de pesos, por ejemplo, éstas fueron de apenas 102.264 millones. Y las pérdidas, que se esperaba no superaran la cifra de 41.855 millones de pesos, llegaron a 55.941 millones. Con ese panorama la administración de la compañía llegó incluso a decir que, aun con los programas futuros de salvamento y con las propuestas de reconversión industrial, era difícil encontrar una salida. Como dijo a SEMANA un empresario vinculado al proceso: "En cualquier escenario de supervivencia se requerirían inversiones en procesos productivos de colada continua y metalurgia en chatarra". Y al margen de lo técnico que puede sonar ese concepto, lo cierto es que para poner en marcha esos procesos y entrar en la siderurgia moderna se necesitan alrededor de 35.000 millones de pesos adicionales. Lo grave es que ya no queda mucho espacio para que el Estado y los accionistas sigan desembolsando recursos a diestra y siniestra cuando entre todos han colocado más de 130 millones de dólares en los últimos 10 años.
Viejo dilema
La pregunta de fondo es si Acerías Paz del Río es viable o no y si sus problemas son coyunturales o estructurales. Y la verdad es que para responderla es necesario tener en cuenta la serie de inconvenientes que la compañía ha tenido, incluso desde su creación en 1948. No deja de resultar curioso el hecho de que en 1951 una misión del Banco Mundial dirigida por el profesor Lauchlin Currie hubiera advertido que la localización de la planta y la pequeñez del mercado hacían poco aconsejable la planta en Belencito.Por eso no es raro que ya en los años 50 se estuvieran diseñando mecanismos de capitalización para la empresa mediante inversiones sustitutivas de impuestos en favor de quienes compraran acciones de Paz del Río. Pero los problemas no desaparecieron con el tiempo. En los 80 el gobierno de Belisario Betancur tuvo que adoptar nuevas medidas de apoyo para la empresa, las que permitieron a la siderúrgica tomar otro aire.El auge no duró mucho, sin embargo, pues la empresa tiene problemas estructurales como el hecho de ser una siderúrgica integrada, lo cual implica unos costos fijos muy elevados. Además, mientras la producción apenas llega a 300.000 toneladas, a nivel mundial se considera que el mínimo para que una acería sea económicamente viable es de un millón de toneladas. Así mismo, Paz del Río se surte de una minería compleja, costosa y de baja escala comparada con la de otros países, como Chile, donde el mineral se explota a cielo abierto. Esa mezcla de elementos explosivos explica los problemas de la empresa. En realidad Acerías Paz del Río sólo ha tenido una época de bonanza, a mediados de los 80, que fue justamente cuando el Sindicato Antioqueño decidió entrar como accionista. Y con el paso del tiempo los expertos han llegado a la conclusión de que esos años de vacas gordas se debieron más a la sobreprotección que daban los altos aranceles y las licencias de importación que a la competitividad de la empresa. No es raro por eso que la apertura económica hubiera hecho estallar la crisis que se incubaba en la compañía por sus deficiencias estructurales. Adicionalmente, el contrabando de acero en los últimos años ha sido devastador. Fedemetal calcula que sólo en lo corrido de este año han entrado unas 17.000 toneladas de acero por la puerta de atrás. Al proyectar la cifra se tiene que el contrabando al final del año podría llegar a 70.000 toneladas frente a 40.000 del año pasado.Ante una combinación de elementos internos y externos tan negativos, el dilema para el gobierno y los accionistas es claro. Como dijo a SEMANA una fuente oficial vinculada al proceso, "el país debe tomar en serio la decisión de si es paternalista o le cree a las leyes del mercado, porque la mezcla de ambas cosas es explosiva".Lo difícil es que alguien decida echarse al hombro el 'muerto' político de haber liquidado a Paz del Río, aun cuando todas las conclusiones apunten a decir que no hay salida distinta. Una opción como esa le costaría el empleo a 2.740 trabajadores directos, así como a 5.200 que indirectamente viven de la actividad de la empresa. Y aunque, como sucede en cualquier liquidación, ellos serían los primeros beneficiarios en el proceso, la recuperación de un número tan alto de empleos no resulta nada fácil.Ha llegado el momento de que los involucrados evalúen con cabeza fría si todo el dinero que se ha colocado en Paz del Río habría obtenido mejores beneficios, no sólo económicos sino también sociales, de haber estado invertido en otras industrias en la región. Si la respuesta fuera afirmativa, no tendría sentido seguir metiendo plata en un barril sin fondo en lugar de optar por un camino como la liquidación, que es doloroso pero probablemente más sano en el largo plazo.