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CAFE QUE NO HAS DE BEBER

La venta de las inversiones del Fondo Nacional del café divide al gobierno y los productores del grano.

11 de diciembre de 1989

Fue una pelea que terminó en tablas. Como todas las veces que se han enfrentado el gobierno y los cafeteros, los eventos de la semana pasada demostraron que cuando los adversarios son realmente poderosos no hay ganadores ni perdedores. Esa fue la conclusión que dejó el anuncio según el cual el Fondo Nacional del Café aceptó vender la participación minoritaria que tiene en 16 de un total de 50 empresas industriales, comerciales y financieras. En me dio de un largo proceso de tira y afloje, los cafeteros obtuvieron que el gobierno aceptara que el Fondo se que de como socio de otras 17 compañías, mientras que el estatus del resto se dejó en veremos.
Ese fue el balance de la gran primera ronda de negociaciones sobre el tema. Como se recordará, a finales del año pasado, en la revisión del contrato entre el Estado colombiano y la Federación Nacional de Cafeteros para la administración del Fondo Nacional del Café, se acordó que se iba a estudiar la política de inversiones que se venía siguiendo. Inicialmente, por presión de la Contraloría, continuada después por el Ministerio de Hacienda, se dijo que los cafeteros habían comprado acciones de empresas en áreas que no estaban ligadas directamente con la actividad.
Tal pronunciamiento le chocó a los productores del grano, quienes arguyeron que el gobierno estaba invadiendo terrenos que no le correspondían. Desde hacía rato los cafeteros tenían libertad relativa para gastar el dinero, pero con la llegada de las vacas flacas se empezó a mirar con detenimiento si ciertas inversiones realmente valían la pena. En último término, se trataba de evitar que el Fondo Nacional del Café se volviera el socio constante de cuanta empresa hubiera por ahi. En el sector público colombiano, donde las entidades superavitarias son escasas, es corriente que cuando se necesita un aporte de capital importante para un proyecto determinado se acuda siempre a las mismas puertas, y los cafeteros están detrás de una de ellas.
A pesar de las quejas del gremio, el gobierno obtuvo que con la firma del nuevo contrato con la Federación se aceptara revisar las políticas de inversión del Fondo antes del 30 de junio de este año. En consecuencia, tanto el gobierno como la Federación escribieron sendos documentos planteando las posiciones de uno y otra. Estos trabajos fueron la base de la discusión cuyos frutos se empezaron a ver la semana pasada.
Esta, como toda negociación, tuvo partes fáciles y difíciles. La más sencilla fue definir un núcleo de empresas consideradas como claves para la actividad cafetera en las cuales era importante la participación accionaria del Fondo. En consecuencia, entidades como el Banco Cafetero, la Flota Mercante Grancolombiana o las corporaciones forestales recibieron luz verde. También hubo acuerdo más o menos rápido sobre la venta de participaciones minoritarias en empresas como Artesanías de Colombia, Acerías Paz del Río o el Frigorífico de Pereira. En esta área la venta más importante -la única realmente cuantiosa- sería la de la participación en el Ingenio Risaralda, por la cual el Fondo recibiría cerca de mi millones de pesos.
El gran obstáculo se presentó a la hora de mirar las demás empresas grandes donde el aporte de los cafeteros es importante. La pelea se dio en torno a la Corporación Cafetera de Ahorro y Vivienda, Concasa, en donde la participación del Fondo puede valer unos 4 mil millones de pesos. Además se discutió qué hacer con las compañías Agrícolas de Seguros de Vida y de Inversiónes, las acciones en una serie de corporaciones financieras y la participación en varias comercializadoras.
El impasse por cuenta de este grupo de empresas le dio a la discusión entre gobierno y cafeteros un tinte agrio. Estos eventualmente aceptarían la venta de algunas a otras entidades del gremio cafetero, tal como podría ocurrir con la Agrícola de Inversiones. No obstante, en el caso de Concasa no se llegó a un acuerdo pues, mientras el ministro de Hacienda argumentó con cifras que la Corporación tiene poco de cafetera,los productores del grano se rancharon en sus trece. En último término la definición quedó en veremos, aunque a finales de la semana pasada los analistas decían que el gremio tenía las de ganar debido, básicamente, a que el gobierno no quería desgastarse en la lucha.
No obstante, el ministro de Hacienda también se anotó un punto al demostrar que los cafeteros no son libres de hacer lo que quieran. Así mismo, se preparó el terreno para que en el futuro el tema de las inversiones se vuelva a considerar.
La controversia entre gobierno y cafeteros acabó siendo en último término de principios y no de pesos. La verdad es que la cuantía de las sumas discutidas escasamente sirve para comprar un día de cosecha y no es definitiva para la liquidez del Fondo. Sin embargo, el gobierno quería dejar en claro ciertos puntos para preparar un ajuste eventualmente más fuerte. Pero lo cierto es que las diferencias de opinión continúan. Mientras alguien del gremio le dijo a SEMANA que "el Ministerio de Hacienda confunde el manejo de las empresas con la conveniencia", un observador cercano al gobierno sostuvo que "a ciertas empresas los cafeteros les ponen más pasión que cerebro".