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CAFE SALVADOR

30 de junio de 1997

No ha sido suficiente Varios de los factores que indujeron la desaceleración de la economía el año anterior ya se han revertido o han desaparecido. La crisis cafetera se convirtió a comienzos de año en un auge que llevó el precio del grano a romper la barrera de tres dólares la semana pasada. Si bien esta bonanza es mucho menor que las de 1977 y 1986, lo cierto es que sin el buen desempeño actual del sector cafetero la situación general de la economía sería muchísimo peor (ver recuadro).También han cedido las presiones contra la demanda generadas por las altas tasas de interés, las cuales han bajado alrededor de 10 puntos porcentuales en el transcurso de los últimos 12 meses (ver gráfico). La situación de la economía venezolana también ha dado un giro de 180 grados. Algunos analistas consideran que el crecimiento económico del vecino país este año podría estar cerca de 4 por ciento.Por el lado de la incertidumbre generada por la crisis política y la amenaza de sanciones económicas las cosas también han cambiado. Hoy ya nadie duda que Ernesto Samper llegará al final de su mandato y muchos piensan que es muy remota la posibilidad de que Estados Unidos imponga sanciones a la economía colombiana al amparo de la descertificación. Sin embargo esa zozobra ha sido reemplazada por la que han producido los bandazos de la política económica, cuyos efectos negativos no son menores. El incierto panorama que han generado factores como la fallida emergencia económica, la elevación de los aranceles, el continuo cambio en las reglas del juego al endeudamiento externo, así como el futuro de la reforma tributaria y de la política arancelaria, ha afectado drásticamente las decisiones de inversión y consumo de los agentes económicos. A esa zozobra que tiene paralizados los negocios se suman dos factores que han incidido de manera fundamental para que la economía no se recupere: la persistente crisis de la construcción y la revaluación del peso. Hasta los analistas más optimistas, que consideraban que a fines de este año se reactivaría la actividad edificadora, están replanteando sus cálculos y estiman que, a lo sumo, la recuperación vendría el año entrante.Las noticias no son mejores por el lado de la tasa de cambio. La tendencia creciente de la acumulación de reservas internacionales, el auge de los sectores cafetero y petrolero y las necesidades de financiamiento externo del sector público han hecho que hoy en día sean más los que piensan que el Banco de la República se verá en problemas para mantener la banda cambiaria que los que creen en un milagro devaluacionista. Esta tendencia de la tasa de cambio tiene contra la pared al sector exportador no tradicional y a aquellos que compiten con los productos importados. De esta manera, lo que parece estar sucediendo es que la economía colombiana ya se está empezando a ver afectada por la enfermedad holandesa sin que las autoridades se hayan preparado adecuadamente para evitarla.
¿Habrá futuro? Ante semejantes circunstancias nadie parece tener la fórmula mágica. Algunos han propuesto una expansión del déficit fiscal para que el gasto público sea el motor de la recuperación. Otros, incluido un sector de las autoridades económicas, son partidarios de reducir aún más las tasas de interés como mecanismo para reactivar la demanda. Sin embargo ese tipo de medidas arriesgarían la estabilidad macroeconómica del país. Para el consultor Javier Fernández, "lo lógico sería aumentar el gasto público pero no hay espacio para hacerlo. Lo único que resta por hacer es confiar en que el Banco de la República no vuelva a meter la pata aumentando las tasas de interés y tener paciencia". Por su parte Mauricio Cárdenas opina que"si el Banco de la República baja más las tasas de interés se podría recrudecer la inflación el año entrante. El gasto público tampoco es la solución: el año pasado el gasto creció 15 por ciento en términos reales y la economía tuvo el peor desempeño en muchos años".Otros piensan que las causas de la crisis son mucho más profundas y que los instrumentos tradicionales de política económica son insuficientes para solucionarla. Según Armando Montenegro, "la economía cayó en una trampa de bajo crecimiento generada por problemas estructurales serios, como la baja rentabilidad del capital, las malas expectativas sobre el curso de la economía y la revaluación del peso. Por eso hoy en día nadie está invirtiendo en Colombia". Lo cierto es que cualquier estrategia que busque la recuperación de la economía debe devolverle a los agentes económicos la confianza en unas reglas de juego claras y estables. Para eso las autoridades deberían aclarar de una vez por todas el panorama fiscal, especialmente en los frentes tributario y arancelario, y proponer un plan consistente desde el punto de vista macroeconómico para neutralizar la revaluación y reactivar la demanda. Aunque muchos creen que en pleno año preelectoral las autoridades económicas no tienen mucho margen de acción, lo verdaderamente grave es que al gobierno le puede suceder lo del pastorcito mentiroso: que después de tantos bandazos ya nadie crea en la estabilidad de ninguna de sus políticas. El crecimiento económico de este año podría ser tan malo como el registrado en 1996 Café salvador Hace un par de meses el gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Jorge Cárdenas, dijo en un foro en la Universidad de los Andes que a los cafeteros se les había aparecido la Virgen con el alza del precio externo del grano. Pero se quedó corto. La Virgen se le apareció no sólo al sector caficultor sino a toda la economía colombiana. Según los expertos, si no fuera por la bonanza cafetera las probabilidades de que el crecimiento económico en 1997 fuera mayor a 2 por ciento serían nulas. Nadie se atrevería a poner en duda la importancia de la actual bonanza cafetera. Sin embargo hay que ubicarla en su justa dimensión. En primer lugar, el precio internacional alcanzado por la libra del grano la semana pasada en términos reales está bastante por debajo del que se registró durante la bonanza de 1977. Si se descuenta la inflación, tres dólares de 1997 son menos de la tercera parte de tres dólares de 20 años atrás. Además en esta ocasión el auge de precios agarró al país con una cosecha muy reducida, lo que limita el efecto multiplicador de la bonanza sobre la economía (ver gráfico). Pero lo más delicado de la situación es que la duración de la bonanza es incierta. Los expertos consideran que en los próximos dos meses el precio internacional del grano puede superar sin problemas la barrera de cuatro dólares por libra. Sin embargo en agosto las cosas pueden cambiar dramáticamente cuando se conozca la suerte de la cosecha brasileña del segundo semestre del año. Si hay fuertes heladas el precio internacional del café colombiano podría superar los siete dólares por libra. Pero si el clima es favorable en Brasil la cotización del grano caería a alrededor de 1,60 dólares por libra. Por eso nadie sabe a ciencia cierta cuál será la suerte del café en el segundo semestre del año. De ahí que las apuestas sobre el crecimiento económico para 1997 sean tan inciertas a estas alturas.