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Roberto Vélez, gerente general de la Federación de Cafeteros, dice que el próximo año la cosecha puede llegar a los 15 millones de sacos. | Foto: Alejandro Acosta

AGRO

La buena hora de los cafeteros

La vida les volvió a sonreír a los cafeteros. Ahora gozan de buenos precios, gran cosecha y dólar al alza. Es hora de ahorrar e invertir para que en el futuro no tengan que acudir al gobierno por nuevas ayudas.

26 de noviembre de 2016

Hace tres años todo era sombras en la industria cafetera. Por primera vez en la historia, el emblemático sector acudía a un paro (comenzó en febrero de 2013) con el propósito de presionar al gobierno por más de 1 billón de pesos que le sirviera de salvavidas para enfrentar la grave crisis ocasionada por la baja cosecha, los malos precios y un dólar que escasamente se acercaba a los 1.800 pesos. En ese entonces los caficultores estaban en su peor momento.

Pues bien, como todo es cíclico en la economía, quedó atrás ese oscuro panorama, que llegó a su punto más crítico en 2012 con una cosecha de 7,7 millones de sacos. En contraste, este año el sector terminará con una cosecha cercana a 14,5 millones de sacos, aunque pudo haber sido de 15 millones, si no fuera, como dice Roberto Vélez, gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros, por el “virulento fenómeno de El Niño”. Es decir, en casi cuatro años, se duplicó la producción.

Más importante aún es el valor de dicha cosecha, que ascenderá a 7 billones de pesos, una cifra histórica que significa más ingresos para los cultivadores y sus familias, e irrigará la economía de las zonas productoras, que hoy abarcan buena parte del territorio. “El impacto de este ingreso cafetero es enorme para todo el país, pues le pega un empujón al PIB agrícola”, dice Vélez. Para dimensionar la relevancia de esta suma, basta con decir que, tres años atrás, el valor de la cosecha apenas superaba los 3 billones de pesos.

Varios factores se combinaron para hacer posible este cambio de panorama. Uno de ellos tiene que ver con la productividad, que ha mejorado a niveles de 17,3 sacos por hectárea, gracias a que los cafetales fueron renovados entre 2010 y 2014. Según el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, quien preside el Comité Nacional de Cafeteros, la producción en el pasado mes de octubre fue el doble que la de marzo de 2012. “Eso quiere decir que las inversiones en renovación y modernización del parque cafetero han sido altamente rentables”.

Otro factor tiene que ver con el precio interno que repuntó con fuerza. Desde hace algunas semanas la carga de 125 kilos se paga a más de 1 millón de pesos, el doble que hace tres años, cuando los productores culpaban de su crisis a los escasos 500.000 pesos que recibían por esa misma cantidad. Precisamente la caída del precio interno detonó la protesta de comienzos de 2013, pues con ese nivel trabajaban a pérdida. “El precio es el ungüento que quita todos los dolores y les da tranquilidad a los caficultores”, dice Vélez.

Lograr un buen precio interno depende de dos factores: la cotización internacional del grano y la tasa de cambio en Colombia. Pues bien, la razón principal en este caso tiene que ver con la divisa que ha pasado de los 3.000 pesos, lo que ha sido una gran bendición para los cafeteros, pues les ha permitido mejorar la rentabilidad. En cuanto al precio internacional, no ha estado en niveles de bonanza, pues se ha movido entre 1,20 y 1,69 dólares la libra.

Sin duda, para el sector externo colombiano también es una gran noticia la buena hora por la que atraviesa el sector cafetero, pues se trata de un importante generador de divisas. Después del bajón de los últimos años, las exportaciones del café colombiano volvieron a niveles de 2.700 millones de dólares.

De las vacas gordas

Lo cierto es que la tormenta perfecta formada hace unos años sobre este cultivo, del que dependen 550.000 familias, se disipó y actualmente soplan vientos a favor, con la buena noticia de que podrían mantenerse por un tiempo más. Roberto Vélez considera que el parque cafetero está listo para cosechar 15 millones de sacos el próximo año, lo cual le abre un panorama muy positivo a la caficultura.

En cuanto a la cotización internacional, las proyecciones son favorables. Según los expertos, en 2017 se espera que Brasil produzca menos café arábigo, lo que presionaría los precios al alza. Este pronóstico se basa en lo que los analistas llaman la bienalidad de la cosecha brasileña, según la cual, después de un año récord –como el presente, con 48 millones de sacos de café arábigo– sigue uno de menos producción.

Pero claramente la mayor expectativa de los caficultores está en la tasa de cambio. Según los pronósticos, en 2017 el dólar se mantendría en niveles de 3.000 pesos o incluso por encima, lo que plantea buenos augurios para el ingreso de los productores.

Ahora bien, más allá de que se recuperen la producción y el precio interno, vale la pena destacar otro hecho positivo en la actual coyuntura cafetera. Se trata de la institucionalidad gremial. Sergio Clavijo, director de la Anif (Asociación Nacional de Instituciones Financieras), dice en un informe sobre el panorama cafetero que no solo soplan vientos más constructivos, ya que superó la división política regional que había al interior del gremio, sino que ha ganado en estabilidad.

En efecto, en julio pasado se renovó por otros diez años el conocido contrato entre el gremio y el gobierno sin modificaciones sustanciales. Según Anif, un tema muy importante es que se evitó drenar el ingreso de los productores, al no elevarse la contribución cafetera más allá de los actuales 6 centavos por libra de café exportado.

Así las cosas, el periodo de auge se puede prolongar. Por eso, la Gerencia de la Federación de Cafeteros, en el congreso anual del gremio a celebrarse esta semana, hará un llamado a los productores para que paguen las deudas, ahorren e inviertan. Ellos tienen a futuro el inmenso reto de mejorar las prácticas agronómicas, seguir renovando los cafetales, sostener la fertilización y pensar en tecnología para resolver el problema de la escasez de mano de obra. De igual forma, no pueden perder de vista que el foco del negocio está en la rentabilidad y la productividad.

Según Anif, la sostenibilidad del sector enfrenta serios riesgos, como la alta dependencia de la tasa de cambio y el hecho de que los precios internacionales del grano siguen condicionando el desempeño de la caficultura colombiana. Por ello, considera necesario promover la mecanización de las labores del sector para impactar positivamente la rentabilidad y transmitir el precio al productor. “De allí la importancia de intercambiar ideas productivas con socios como Brasil, tal como lo ha venido revitalizando la federación”, señala.

Este buen momento debe servir también para reflexionar. Como en economía todo lo que sube tiene que bajar, es mejor estar preparados para cuando regresen las vacas flacas. Una lección aprendida de la reciente crisis es que en el futuro no será fácil, que el gobierno vuelva a meterse la mano al bolsillo para ayudarles. Como les dirá esta semana Roberto Vélez a los productores, “no queremos un gremio de mendigos”, sino uno fuerte y responsable.