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CAMBIO DE RUMBO

El gobierno dio un viraje radical a su política económica para solucionar la crisis. ¿Funcionará la <BR>nueva receta?

10 de mayo de 1999

Enfrentado a una severa profundización de la crisis en la actividad productiva y el empleo el
gobierno anunció la semana pasada un paquete de medidas tendientes a propiciar una pronta recuperación
de la economía. Más que el contenido específico de las mismas lo que llamó la atención de los
analistas fue la impresión de un dramático viraje en la filosofía económica del gobierno. Desde su posesión,
en agosto pasado, la administración Pastrana se había caracterizado por su estricta ortodoxia en el manejo
económico. Las principales iniciativas emprendidas por el gobierno hasta este momento _sanear las cuentas
del Estado, propiciar una devaluación moderada y buscar una baja en las tasas de interés (sin comprometer la
independencia del banco central)_ constituían soluciones de 'libro de texto' a los problemas de los déficits
fiscal y externo y la desaceleración del aparato productivo. El carácter de las mismas era más bien pasivo y
su espíritu se enmarcaba dentro de lo que los economistas llaman laissez faire (dejar hacer). Es decir, su
propósito principal era estabilizar la situación macroeconómica y generar confianza y credibilidad en la
gestión del gobierno para que la iniciativa privada se echara al hombro la recuperación. Sin embargo,
aunque nadie cuestiona que estas medidas eran una condición necesaria para el despegue económico, es
evidente que no fueron suficientes. Si bien la incertidumbre cambiaria disminuyó y el dólar se estabilizó _lo
cual permitió una baja considerable en las tasas de interés_ la ansiada recuperación no se ha materializado.
Por el contrario, las cifras preliminares del primer trimestre revelan que la economía sigue en picada.
Después de haber presentado un crecimiento negativo del 6,2 por ciento en el último trimestre de 1998, la
revista Dinero estima que en el primer trimestre de 1999 la economía se contrajo en un 7 por ciento con
respecto a igual período del año anterior. En algunos sectores, como el automotor, la situación es
desesperada. Después de una contracción superior al 20 por ciento en el último trimestre del año pasado, en
el primer trimestre de este año la actividad ensambladora disminuyó en un 63 por ciento. Otros indicadores,
como el de consumo de energía divulgado por Planeación Nacional y la encuesta de empresarios de
Fedesarollo, también hacen presagiar que las cifras definitivas del primer trimestre serán nefastas. Asimismo
se anticipa que el índice de desempleo, que alcanzó una cifra récord del 15,7 por ciento en diciembre del año
pasado, llegue a niveles cercanos al 18 por ciento _constituyéndose en una verdadera bomba social_. Ante
este sombrío panorama, el gobierno decidió cambiar radicalmente de estrategia la semana pasada y
tomar una posición mucho más proactiva frente a la crisis. El nuevo paquete de medidas podría considerarse
como de inspiración keynesiana, es decir, se fundamenta en estimular la demanda agregada _consumo,
inversión, exportaciones, gasto fiscal_ para relanzar la producción y supone una intervención más activa del
gobierno en el ámbito económico. De allí su rompimiento conceptual con el curso tomado por el gobierno
en los primeros meses de su mandato, cuando su prioridad máxima había sido el ajuste fiscal. La mayoría de
los analistas coinciden en que la gravedad de la situación demandaba mayor creatividad en la política
económica para ir más allá de las medidas convencionales, pero también en que el gobierno tardó
demasiado en percatarse de la necesidad de dar este paso. No obstante, donde no hay acuerdo es sobre qué
tan efectivo será el nuevo paquete y hasta qué punto logrará propiciar una recuperación duradera. Lo bueno
Sin dudas la iniciativa gubernamental tiene sus punos positivos. El primero es sustancialmente de forma. Es
alentador que en la concepción del paquete el gobierno haya consultado con los representantes de las
empresas más grandes del país, pues al fin y al cabo cualquier posibilidad de recuperación depende en gran
medida de ellos. Además, el solo hecho de que los principales gremios se hayan pronunciado a favor de las
medidas aumenta en forma considerable su probabilidad de éxito. Según pudo establecer SEMANA, la
sensación general entre los empresarios que asistieron a las reuniones con el Presidente en el Palacio de
Nariño y la Hacienda de Hatogrande es que el gobierno está seriamente comprometido con la
recuperación y está totalmente abierto a escuchar las críticas y sugerencias del sector privado. En lo que
concierne a los puntos de fondo también hay cosas destacables. La decisión de reorientar el gasto público
hacia la inversión en infraestructura _acueductos, alcantarillados, vías, etc._ y vivienda de interés social es
sin duda favorable, pues no solo contribuye a generar empleo _y es más productiva que el llamado 'gasto de
funcionamiento'_ sino que también incide de manera positiva sobre la competitividad de la economía y la
formación de capital humano. Igual de importante es el hecho de que las obras las va a realizar en su mayoría
el sector privado bajo el esquema de concesión. Esto debe contribuir a reducir los riesgos que debe asumir el
Estado y a una más eficiente asignación de los recursos. Además limita la generación de burocracia
improductiva.Otra decisión importante es la de garantizar que las tasas de interés se mantendrán en
niveles bajos. Esta es sin duda una condición necesaria para la recuperación del crédito, la inversión y el
consumo y para garantizar la viabilidad del sector financiero. Por primera vez el gobierno da señales
concretas de que ésta es su prioridad al margen de las presiones que ejerza sobre la tasa de cambio. Dada la
magnitud de la crisis, la intención de desvincular la política monetaria de las consideraciones cambiarias
parece sensata.Asimismo, el anuncio de apoyo patrimonial al sector financiero es importante. La versión final
de la emergencia económica limitó el uso de los recursos del impuesto del 2 por mil a los bancos
estatales y cooperativos, cuya administración ha sido bastante cuestionada. La decisión del gobierno de
apoyar a los bancos privados 'viables' que enfrenten problemas de solvencia le da tranquilidad al sistema y
además indica que el gobierno va a ser selectivo en su ayuda y no va a malgastar fondos en entidades que no
lo merezcan. Lo maloSin embargo no todo en el paquete de medidas es positivo. La insinuación de que se van
a aumentar los aranceles, aunque puede producir algunos efectos benéficos de corto plazo, va en contravía
de las tendencias mundiales y de la competitividad de largo plazo de la economía colombiana,
incrementando los costos para los empresarios y los consumidores. Los mayores aranceles son
discriminatorios _¿cuáles sectores los van a recibir?_ y pueden ser altamente arbitrarios y susceptibles a
presiones políticas _¿quién escoge los sectores que los reciben?_. Además, como los demás impuestos, una
vez suben es muy difícil bajarlos. Finalmente, son un aliciente al contrabando y un desestímulo a las
importaciones legales. Si de lo que se trata es de dar un estímulo inmediato a la industria y la producción,
propiciar una mayor devaluación sería más deseable. La devaluación es absolutamente transparente y no
discrimina entre sectores. Otra crítica que habría que hacerle al gobierno es que la mayoría de las medidas
que se están tomando son de corto plazo y no atacan los serios problemas estructurales del país. Por un
lado, aunque se está estimulando la inversión pública, todavía no hay un plan concreto sobre cómo se va a
modernizar el Estado y en especial cómo se van a recortar los gastos de funcionamiento del gobierno que
drenan una gran cantidad de recursos productivos de la economía. En este mismo orden de ideas, aún no
se han planteado programas de largo plazo para solucionar los problemas de la educación, la inflexibilidad
laboral, las elevadas tasas y la complicada estructura del sistema tributario, etc. Los momentos de crisis
son con frecuencia los más indicados para 'darse el lapo' en temas que generan dolor en el corto plazo, pero
mayor crecimiento y riqueza en el futuro. Así se lo aconsejaba Nicolás Maquiavelo, ilustre filósofo y político
italiano del Renacimiento, al príncipe de Florencia, cuando le decía que a sus gobernados las cosas buenas
se las debía dar a cuentagotas y las malas de un solo tajo. Lo feoFinalmente, es sorprendente la actitud del
Partido Liberal frente a la crisis. Después de la debacle del gobierno Samper no solo es cuestionable su
autoridad moral para criticar al gobierno y exigir resultados, sino que además sus propuestas son
trasnochadas y poco creíbles. No solo incluyen los aspectos menos destacables del nuevo paquete del
gobierno _como la revisión del régimen de aranceles y el IVA implícito a las exportaciones_ sino que
incluyen propuestas como la de la reducción de la jornada laboral que han sido duramente criticadas por
economistas de la talla de Paul Krugman y contribuyen a explicar los altos niveles de desempleo en los
países europeos que las han implementado.