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Gina McCarthy, directora de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, será la encargada de aplicar el programa de reducción de emisiones de carbono.

ENERGÍA

El futuro del carbón

El plan del presidente Obama para disminuir en 30 por ciento las emisiones de CO2 de aquí al año 2030 impactará la industria del carbón.

7 de junio de 2014

La semana pasada, el presidente de Estados Unidos Barack Obama anunció la reforma energética más ambiciosa emprendida por ese país. Se trata del drástico programa para disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que producen las plantas de energía estadounidenses. La decisión que busca detener los graves efectos del cambio climático, generó una gran polémica a nivel mundial por su impacto en la industria carbonífera.

“No tenemos que escoger entre la salud de nuestra economía y la salud de nuestros niños. Como presidente y como padre me niego a condenar a nuestros hijos a un planeta que ya no tenga salvación”, dijo el mandatario de la economía más poderosa del planeta.

El mensaje de Obama es claro: su gobierno privilegiará la protección del medio ambiente y la salud de millones de personas, antes que favorecer a los productores de carbón. Con esta iniciativa, Estados Unidos espera llevar la delantera en la conferencia de las Naciones Unidas que se realizará en París el año entrante, en la que se debe adoptar un acuerdo global sobre las emisiones de CO2.

Según Gina McCarthy, directora de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA por su sigla en inglés), la idea es reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 30 por ciento de aquí a 2030 en las centrales termoeléctricas de Estados Unidos. El plan no se pondrá en marcha antes de dos años con el fin de darles un compás de espera a las plantas para que tomen medidas como aumentar su producción de energías renovables.

La noticia causó gran impacto en todo el mundo, puesto que Estados Unidos tiene una de las mayores reservas de carbón del planeta y es el segundo consumidor del mineral, después de China. Además, este país, con el 5 por ciento de la población global, consume el 25 por ciento de la energía mundial.

Según la Administración de Información de Energía (AIE) el 93 por ciento del carbón que se consume en ese país es utilizado para generar energía eléctrica. El año pasado produjo alrededor de 900.000 toneladas del mineral en la mitad de los estados que tiene la Unión, entre los que sobresalen Wyoming, West Virginia, Kentucky, Pensilvania e Illinois.

Las cerca de 1.600 plantas a carbón que operan en ese país generan miles de puestos de trabajo pero también una elevada contaminación. En los últimos tres años más de 150 termoeléctricas han cerrado o han sido objeto de fuertes sanciones económicas, por sus efectos ambientales.

La decisión de Obama desató una ola de críticas del Partido Republicano y la industria del carbón. Sus contradictores advirtieron que los costos de esta medida ascenderán a 50.000 millones de dólares al año, subirán las tarifas de energía eléctrica y se pondrán en riesgo alrededor de 225.000 empleos.

Pero Obama, que cuenta con el respaldo de los ecologistas y las naciones europeas, refutó estas acusaciones y dijo que cerca del 40 por ciento de la contaminación de Estados Unidos proviene de estas plantas de energía y no existen límites a la cantidad de carbono que emiten. Sobre los costos indicó que estos no superarán los 8.000 millones de dólares al año, recursos que se verán ampliamente compensados con el ahorro en salud y medio ambiente, ya que se evitarán hasta 6.600 muertes prematuras y 150.000 ataques de asma al año. Obama está dispuesto a seguir adelante con su programa energético que promueve el uso de combustibles menos contaminantes y alternativas energéticas renovables.

En esta nueva apuesta el shale oil y el shale gas (combustibles no convencionales) son claves. Se prevé que antes de 2018 el país del norte pasará de ser un importador a convertirse en un exportador de combustibles.

Un panorama preocupante


Más allá de la polémica que ha levantado la medida al interior de Estados Unidos, ¿qué pasará con la industria del carbón a nivel mundial y qué impacto tendrá en Colombia?

Los analistas consideran que si bien se podría disminuir el consumo de este mineral en Estados Unidos, la demanda en otras partes del planeta seguirá en alza como consecuencia del crecimiento de la población, la mayor urbanización y el crecimiento de China e India, los grandes consumidores mundiales.

La AIE considera que el carbón seguirá siendo uno de los combustibles más consumidos en el planeta en las próximas décadas, junto con el gas y el petróleo, pero su producción tenderá a estancarse.

De hecho, la política energética de Estados Unidos ya está teniendo un impacto en el precio de este mineral. Después de estar por encima de 100 dólares la tonelada hace cerca de dos años, hoy ronda los 60 dólares.

En cuanto a los efectos en Colombia, los expertos dicen que hay que estar preparados, dada la alta dependencia que tiene el país de este mineral. El carbón es el segundo producto de exportación después del petróleo. El año pasado produjo 85 millones de toneladas y vendió al exterior 6.687 millones de dólares.

Colombia es el primer productor de carbón de América Latina y está entre los diez primeros exportadores del mundo. Se estima que las reservas de este mineral alcanzan para más de 50 años. En el sector hay grandes jugadores internacionales como Cerrejón, Drummond y Glencore (Prodeco).

Las regalías que reciben por el carbón ascienden a unos 1,6 billones de pesos, recursos vitales para muchas regiones, como La Guajira, Cesar y Córdoba.

El viceministro de Minas y Energía, César Díaz, no es tan pesimista frente al futuro, pues cree que si bien los precios hoy están deprimidos, el sector carbonífero seguirá siendo una fuente confiable para el suministro de energía.

Otros analistas estiman que este es un nuevo campanazo de alerta para Colombia. Un análisis de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif) afirma que la única opción que le queda al país ante el fin del ciclo de los commodities es abaratar los costos de la energía, acelerar la inversión en infraestructura y diversificar más sus exportaciones para no depender de los vaivenes en los precios de estos productos –el 70 por ciento de las ventas externas corresponde a petróleo y minerales–. Solo así, podrá lograr mejoras en competitividad, dice el gremio.

Fedesarrollo, dice, por su parte, que este sector minero ya se ha visto afectado. Además de la reducción en los precios internacionales se sumaron los problemas de los últimos dos años, que se reflejaron en una caída en el valor de las exportaciones.

Lo cierto es que si como auguran algunos, en el largo plazo el carbón perderá importancia dentro del aparato productivo colombiano, el país debe comenzar a prepararse y buscar otras fuentes de ingresos.